Entré nuevamente a la maleza del bosque sin detenerme en ningún momento hasta que el alba de un nuevo día empezó a asomar por el horizonte.
Sentía que alguien seguía mis pasos desde que había dejado a Mina junto al cadáver del oso. Hasta que ya no pude más y desenfundé mi cuchillo volviéndome hacia atrás, donde más fuerte sentía la mirada de mi silencioso perseguidor.
No vi nada, pero no era difícil de solucionar.
Cerré los ojos y me concentré en la tierra a mis pies; había una presencia conocida escondida entre árboles; ligera pero pesada...
— ¡Mina, puedes salir, ya sé que me estás siguiendo! —grité en su dirección.
Su pata blanca con manchas negras asomó entre arbustos seguida de su cabeza y el resto de su cuerpo.
— Muy astuta, querida. Sólo quería asegurarme de que estuvieras bien —se excusó.
Sonreí conmovida.
¿Por qué me cuidaba si yo la había estado siguiendo para cazarla? ¿Sería que en realidad ella nunca se había dejado cazar? ¿Que solo había sido la excusa para algo más?
— Entonces... —comencé algo dudosa— ¿Todo este tiempo me has estado cuidando?
— Te hemos estado cuidando... —me corrigió asintiendo con la cabeza.
Fruncí el ceño en la oscuridad de la capucha.
— ¿Hemos? —inquirí con curiosidad.
Mina asintió lentamente y explicó con la misma parcimonia:
— Hay muchos peligros en el bosque para una joven princesa como tú.
Muy pocas cosas empezaban a tener sentido en aquel momento; sus palabras no eran suficientes.
— ¿Quieres decir que por eso he recibido el ataque del dragón de tierra y del espíritu cazador? —Mina asintió de nuevo— ¿Y todo este tiempo he estado intentando matar a mi protectora?
Subió y bajó la cabeza en una afirmativa más, haciendo nacer un enorme arrepentimiento en mi interior ¿Todo el tiempo persiguiendo a mi protectora? ¡Qué tonta había sido!
— No te culpes por algo que no sabías. Era parte del plan hacerte creer que yo era tu presa. Debías seguirme, pero lo arruiné todo cuando salí al encuentro del oso —intentó consolarme.
Ahora era yo quien sacudía la cabeza lentamente.
— ¿Mis padres sabían de esto? —pregunté.
— Nadie más que la diosa Diana.
¡Pero qué confuso! ¿Qué estaba pasando? ¿Era esto en realidad una prueba?
— Por ahora seré yo quien te cuide, pero he fracasado en mi misión. Revelé parte de mi identidad, así que te cambiará de protector —dijo ignorando mis pensamientos.
— ¡Oh, no! Me gusta que tú seas mi protectora, quédate tú, por favor, Mina —le supliqué.
Ella negó con la cabeza.
— Lo siento, pero no es mi decisión.
Miré mis pies descalzos, pesarosa.
— Gracias por todo, Mina... —susurré.
Se encogió de hombros como si todo hubiera sido demasiado sencillo.
— ¡No hay de qué, cariño! —contestó divertida.
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⌘Cαżαdοrα εrrαητε⌘
FantasyMi brazo estaba marcado. Allí, incluso de lejos, se veía la marca plateada, que cruzaba como una enredadera por mi brazo, comenzando desde mi palma hasta mi hombro. Era la marca de un cazador. Mi tribu por generaciones había puesto esa marca a los...