Capítulo 13

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La gente seguía caminando de un lado a otro; obviamente seguían con los preparativos de la cena, así que busqué algo con lo que entretenerme mientras tanto. Aunque no tuve que buscar mucho, pues me volví a encontrar con Αηατενκα. Ella y sus compañeras se ofrecieron a peinarme, por lo que estuvimos ocupadas por un rato mientras las jóvenes me contaban chismes del lugar y cepillaban mis cabellos. Al final terminé con una trenza maravillosa que llegaba hasta mi cintura y un sin fin de pensamientos en la cabeza, porque acababa de descubrir que todas las jóvenes estaban interesadas por Σs'κα. Sencillamente por el millar de preguntas que me hacían sobre él; que si era amigo mío, que de dónde nos conocíamos, que si era guerrero, cazador o pescador... Aunque por no arruinar sus ilusiones no les dije que era el más fastidoso y malagradecido que había conocido en toda mi vida, y tampoco es que le diera cumplidos a ese sinvergüenza; en realidad procuraba decir únicamente hechos y no comentar al respecto, porque no tenía nada bueno que decir de él... Con sólo repasar todo lo que le veía, el asunto se iba por la borda. Para mí él era nada más testarudo, frío, irónico, molesto, petulante...

Y bueno... misterioso.

Pero eso no le quitaba todo lo demás que ya traía encima.

Al terminar, ayudamos todas un poco en las cocinas de piedra del ςστεrrα. Era increíble ver los procesos; las cosas se calentaban por cráteres subterráneos y los platos se lavaban con agua de manantial. Todo era cálido y limpio, además de que la comida era tan típica de nuestra tribu. La boca ya se me hacía agua al ver los platones gigantes. Y como se acostumbraba, ningún hombre apareció por el lugar sino hasta que comenzamos a comer; ya cuando todo estaba servido en la gigantesca cámara que tenían como comedor. Allí la mesa era tan grande, que era imposible hablar con los del otro extremo, pero varios se levantaban en ocasiones para intercambiar saludos con los del otro lado.

Los hombres empezaron a entrar. Todas las mujeres, bien vestidas y preparadas para la ocasión, nos incorporamos con respeto. A mí se me había otorgado el lugar a la cabecera, junto al jefe de los guerreros, que para mi pesar, no lo veía por ningún lado.

Entraban guerreros y comerciantes; no era difícil diferenciarlos. Los guerreros tenían la marca roja y los comerciantes sencillamente, traían ropas más extravagantes, pero la emoción era la misma. Las voces empezaban a volverse estridentes y las risas empezaban a subir de volumen.

Μεπ seguía sin aparecer al igual que Σs'κα.

Varios guerreros se me acercaron y me saludaron, preguntándome por mi bienestar y por mi comodidad. Y para mejorar la situación, un grupo de comerciantes se puso a tocar instrumentos, llenando el lugar de una música que invitaba a bailar a todos los presentes.

Suspiré al tiempo que aceptaba la invitación de uno de los guerreros para bailar... Quizás llegarían más tarde.

El muchacho irradiaba felicidad contagiándome su sonrisa y el baile era movido y divertido; era uno que nos enseñaban desde niños. Nos dejamos llevar al ritmo de los demás, siguiendo los pasos y riendo a carcajadas ¡Hacía tiempo que no bailaba!

Al final, aplaudimos todos juntos y algunos de nosotros volvimos a nuestros respectivos lugares, observando a varias parejas. Muchas de las chicas que me habían ayudado con la trenza bailaban con los guerreros usando todas sus armas de coquetería. Unos cuantos parpadeos por acá, una sonrisa traviesa por aquí.

Reí en voz baja, cuando di un respingo al sentir una mano sobre mi hombro. Me volví sobresaltada encontrándome con el comerciante al mando, ataviado con una túnica que dejaba parte de su marcado pecho al descubierto.

—Es un placer tenerla con nosotros, princesa —comenzó sonriendo de oreja a oreja.

Le devolví la sonrisa con timidez.

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