Miré a mí alrededor y observé cómo los jefes de los comerciantes y algunos guerreros más, además de Μεπ, se sentaban en el extremo opuesto de la mesa. Eran hombres mayores y descomunales; los guerreros con aquellas increíbles marcas rojas que se extendían desde su mano hasta su hombro, ganadas por la experiencia, y los comerciantes con aquellos trajes tan exóticos que recordaban a los seres de las montañas.
Μεπ se incorporó acercándose hacia nosotros.
No sé si fue mi imaginación, o en realidad Σs'κα se mostró repentinamente tenso a mi lado.
Μεπ quedó frente a mí y me sonrió sin que la felicidad le llegara a los ojos.
—Estás metida en algo más grande de lo que pensaba... —murmuró.
Suspiré bajando la mirada.
—¿Sabes por qué te dio el cuchillo? —preguntó para que sólo yo lo pudiera escuchar.
Negué lentamente con la cabeza.
—Úsalo al final —musité apretando el cuchillo contra mi regazo.
Μεπ asintió con la cabeza y me rodeó lentamente, envolviéndome en un abrazo protector.
Suspiré antes de devolverle el abrazo.
—Entonces sí debo dejarte ir... es importante que vayas con los dioses, Καητσ —me susurró al oído con suavidad.
No pude más que asentir con la cabeza, sintiendo cómo los latidos de mi corazón se aceleraban descontrolados al escuchar aquellas palabras ¡Cuánto deseaba decirle que me acompañara! ¡Decirle que fuéramos juntos! ¡Que en aquel momento sólo quería estar con él!... Aunque ni yo misma pudiera entender mis sentimientos hacia él, una parte de mí anhelaba compartir más tiempo a su lado; darme la oportunidad de conocerlo y entender esa seguridad que de pronto despertaba en mí.
Pero me guardé todos aquellos sentimientos mordiéndome la lengua. Lo correcto era que yo me fuera. Tenía que resignarme a aquello.
Noté de reojo la mirada taladrante de Σs'κα, como si pudiera leer mis pensamientos.
—cυκŭητε nunca había hecho entregas ni había servido de mensajera —dijo uno de los guerreros, rompiendo el toque nostálgico y cariñoso del momento.
Μεπ besó cuidadosamente mi frente antes de encarar a los jefes comerciantes y guerreros sin soltar mi mano. Aquel gesto me infundía una enorme confianza.
Σs'κα se colocó a su lado, formando juntos una barrera por la que no podía ver correctamente lo que sucedía.
—El cuchillo, debemos verlo —escuché decir al comerciante con el que había hablado en la fiesta.
—Le pertenece a la princesa nada más. Es una ley tan sagrada como las armas de un guerrero —repuso Σs'κα sin un ápice de simpatía en la voz.
¿Por qué era que de repente Σs'κα y Μεπεσ se comportaban tan fríos con los nobles de Αιrġυα?
Entonces entendí que estaban escondiendo la verdad para que en un futuro cercano yo pudiera tener un boleto de vuelta a casa. Recordé que los únicos que sabían de mi pequeño problema eran los dioses, y si los comerciantes y guerreros sabían que no había cumplido con mi misión, me sacarían de allí como si fuera de la tribu enemiga.
—¿Para qué le fue entregado el cuchillo? —inquirió uno de ellos.
Μεπ fue el primero en reaccionar:
—No lo sabemos.
—Entonces con más razón —dijo el otro comerciante— debemos ver el cuchillo. Así podremos saber para qué sirve y cuáles son los propósitos.
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⌘Cαżαdοrα εrrαητε⌘
FantasyMi brazo estaba marcado. Allí, incluso de lejos, se veía la marca plateada, que cruzaba como una enredadera por mi brazo, comenzando desde mi palma hasta mi hombro. Era la marca de un cazador. Mi tribu por generaciones había puesto esa marca a los...