Capítulo 40

610 93 11
                                    

Intenté respirar hondo, pero el aire me parecía insuficiente. Entonces sentí sus fuertes manos acudir en mi auxilio con desesperación y desencajar la espada de mi estómago.

Aullé de dolor, abriendo los ojos de golpe.

El guerrero me miraba ya sin vida desde su incómoda posición.

Nuevamente intenté respirar hondo, pero las fuerzas me flaquearon y las lágrimas se desbordaron por mis mejillas, nublando mi vista. Σs'κα me acunó entre sus brazos, mirándome con la sincera preocupación dibujada en sus marcadas facciones.

Respiraba con dificultad con el rostro perlado de sudor. Acarició mi frente con frénesi.

—Καητσ... —murmuró con un tono grave.

Sonreí aliviada al escuchar su voz.

—El juego ha terminado, Σs'κα —dije débilmente cayendo en la cuenta de mis palabras.

Σs'κα negó con la cabeza mientras sus bellos ojos azules se anegaban de lágrimas por primera vez desde que nos habíamos conocido. Ver la imagen de aquel perfecto dios, derramando lágrimas con el rostro deformado por el sufrimiento, me causó un dolor incluso más intenso y un nudo en la garganta.

—Καητσ... no te vayas. No ahora —me suplicó mientras derramaba una solitaria lágrima.

Sentí la necesidad de limpiársela, pero mi brazo no me respondía.

—No tengas miedo —musité—. Nunca me iré. Siempre estaré contigo. Seré todo. Ahora lo entiendo.

Él volvió a negar con la cabeza, mirándome con incomprensión.

—Aún hay esperanza —insistió.

Sonreí mientras una nueva carga de lágrimas anegaba mis ojos. Aquello provocó que me contrajera de dolor. Pero a pesar de todo, sus siempre cálidas y fuertes manos me sostuvieron con firmeza.

—Ahora ya no seré un obstáculo para Šôrα... Podrás vivir plenamente con ella como siempre quisiste —intenté consolarlo aunque por dentro mis propias palabras me consumieran lentamente.

Soltó una segunda lágrima.

—No quiero perderte... —tragó saliva cerrando los ojos— no mueras... —dijo entre dientes— me di cuenta tan tarde, pero a quien quiero a mi lado es a ti. Puedes ser el imán de peligros más extremo que he conocido. La princesa más testaruda y orgullosa con la que jamás me haya topado, pero... —su voz se quebró.

Sus ojos me miraban con una súplica a la que no podía resistirme, así que guardé mis palabras, mordiéndome el labio con fuerza. En realidad ya era muy tarde para sobrevivir.

Me mostró una pequeña pieza de madera en su mano. Era la bella figura de un puma; tan diminuta, que me parecía imposible que una mano adulta pudiera haberla tallado.

—¿Recuerdas aquella mañana después de tu incidente con el cuchillo, cuando rompiste el jarrón? —asentí a duras penas con la cabeza, recordando que la noche anterior me había protegido, a pesar de que a la mañana siguiente nos habíamos peleado cuando lo descubrí tallando un pedazo de madera con mi cuchillo— En aquel momento quería que supieras... lo que sentía por ti, pero me lo negué una y otra vez, porque mi deber era regresar junto a Šôrα... Así que lo tallé, decidido a dártelo cuando nos fuéramos a separar, aunque nunca conocieras mis verdaderos sentimientos.

Una combinación de emociones me empezó a embargar por dentro. Felicidad de escuchar aquellas palabras, pero dolor por ver su rostro roto, asustado, y dolor por tener que partir. Por tener que dejar aquellas manos, aquellos labios y dejar de ver aquellos ojos.

⌘Cαżαdοrα εrrαητε⌘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora