Me desperté por el sofocante calor que hacía bajo la piel de oso. Mi cuerpo sudaba.
Entonces la cueva empezó a temblar. Era tan fuerte el temblor que me golpeé contra la piedra.
—¡Au! —murmuré.
Σs'κα estaba fuera de la cueva mirando justo la parte del panorama que mi vista no alcanzaba a divisar ¿Me había perdido de algo?
Me incorporé con rapidez y saqué mi arco; mi marca brillaba con intensidad avisándome del peligro.
Caminé hacia él.
—¿Cuántas flechas te quedan? —preguntó sin voltearme a ver.
Encontré ocho flechas en mi aljaba de las catorce que tenía antes... ¡Había perdido dos en la caída! Además de las cuatro que habíamos utilizado para nuestro juego. Pero ocho eran suficientes, tenían que serlo para lo que fuera contra lo que nos enfrentáramos.
Tensé el arco y busqué con la mirada aquello que estaba provocando los temblores sobrenaturales. Comencé a experimentar dos sentimientos a la vez y supe que si no salía de la duda en ese momento, tal vez nunca lo haría:
—¿Por qué me cubriste? —pregunté.
—Porque te estabas congelando.
—¿Por qué te atreviste a tocarme?
—Porque hubieses perdido los pies si no te hubiera calentado y no te hubiera puesto las botas —contestó aún inexpresivo.
Suspiré deslizando la vista al suelo por un momento.
—Gracias...
Entonces comencé a divisar lo que buscaba. Parecía una persona de lejos, pero conforme se iba acercando, iba creciendo.
Σs'κα sacó sus dos espadas.
Por un momento los latidos de mi corazón se aceleraron. Esperaba que él no se diera cuenta de los nervios que se retorcían en mi estómago. Nuestro contrincante se veía poderoso y temerario. Ya estaba lo suficientemente cerca como para poder ver sus ojos verdes como dos luces situadas en su cara. Su cuerpo parecía querer imitar el de un humano, pero sus brazos eran más largos que sus piernas y su rostro era como un óvalo acostado que lo hacía ver grotesco y jorobado. Sus pies eran dos montañas gigantes. Y el otro pequeño y alarmante detalle era que todo su cuerpo era de hielo y justo en dónde debía ir su corazón había un diamante verde como sus ojos.
Con su cercanía, los temblores se volvieron más fuertes; cuando quedamos frente a frente, el monstruo parecía tan alto como el cielo.
Hubo una breve pausa en la que ambos lados analizaron al enemigo.
—La única forma de matarlo... —me susurró Σs'κα al oído— es entrando a su cuerpo y rompiendo el cristal allí donde debería estar su corazón. El problema es...
—Que el agua dentro del monstruo es casi hielo y te congelas —concluí por él asintiendo lentamente.
—¿Confías en mí?
—¿Qué? —repuse volviéndome hacia él. Aquella pregunta me tomó por sorpresa; era una cuestión planteada en el lugar y momento menos indicados. Intenté asimilarla.
Pero el pedazo de hielo gigante rugió con fuerza sacaudiéndome hasta la confusión.
—¿Confías en mí? —repitió.
"Es hijo del dios del Fuego" dijo una molesta vocecita en mi cabeza.
—Yo... —¿Confiaba en él?— sí.
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⌘Cαżαdοrα εrrαητε⌘
FantasyMi brazo estaba marcado. Allí, incluso de lejos, se veía la marca plateada, que cruzaba como una enredadera por mi brazo, comenzando desde mi palma hasta mi hombro. Era la marca de un cazador. Mi tribu por generaciones había puesto esa marca a los...