Capítulo 10

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"Una princesa no rehuye a sus problemas" recordé fugazmente.

Mi corazón se encogió. No pude soportarlo más y miré hacia atrás. Pero no me encontré con la decepción ni la tristeza en sus ojos, sino con su característica petulancia y suficiencia.

Sacudí la cabeza y volví la mirada hacia delante. Ya casi me olvidaba del pequeño detalle... ¡No viajaría con él! Me representaba un problema más para agregar al pozo de ellos que ya tenía y en el que sentía que me hundía lentamente.

—¿Y qué es lo que los trae por el mercado? —pregunté rompiendo el silencio.

Μεπ se volvió algo desorientado hacia mí. Parecía que lo había sacado de su ensoñación.

Me sonrojé.

—Lo siento, no quería interrumpirte...

—No, no, princesa —dijo rápidamente—. Lo siento yo por no estar prestando atención.

Su voz de repente aceleró los latidos de mi corazón.

¿Pero qué me sucedía? Desvié la mirada intentando que no viera cómo mis mejillas pasaban del rosado al rojo carmesí.

Μεπεσ miró a ambos lados con los nervios a flor de punta... ¿Era mi imaginación o también se había sonrojado?

—Vinimos a revisar el comercio de tu padre. Los mëκαηες del pueblo no habían venido a tiempo como lo prometido y vinimos a supervisar y ver que no hubiera pasado nada —contestó finalmente a mi pregunta.

Asentí con la cabeza.

—¿Y sucedió algo?

Μεπεσ me escrutó un momento con la mirada.

Mis palabras habían ido cargadas de sincera preocupación, pero cuando sus ojos se encontraron con los míos, sentí que me robaba el aire... ¿Desde cuándo tenía los ojos de aquel tono café, más acercándose al naranja? ¡Nunca me había fijado antes! La preocupación se esfumó momentáneamente.

Entonces sonrió cuando nuestras miradas finalmente se separaron.

—No, es sólo que los buscadores no mostraron la mercancía hasta hace poco y los intercambios no se pudieron hacer a tiempo —me tranquilizó.

Correspondí a su sonrisa; esa preocupación se convirtió en alivio. Al menos ya me enteraba de que las cosas funcionaban bien en casa.

—¿Hace cuánto llegaste? ¿Cuándo te vas? —pregunté curiosa.

—Querrás decir cuándo nos vamos ¿Verdad? —contestó frunciendo dulcemente el ceño.

Le saqué la lengua divertida ¡No podía creer que volvía a casa! Aunque no me sentía precisamente feliz. El remordimiento me daba punzadas de dolor ¿Volver a ver a mi familia después de haber fallado? ¡No era lo correcto!

—Pensamos partir mañana por la mañana. Llegamos hace siete lunas y desde entonces nos hemos quedado en el ςστεrrα de los comerciantes de Αιrġυα.

Entonces las voces del mercado empezaron a escucharse en la lejanía. Rápidamente cubrí mi rostro con la capucha.

Μεπεσ observó mi acción con cierto desconcierto.

—¿Nadie debe ver tu rostro? —quiso saber.

Asentí con la cabeza.

Μεπεσ guardó silencio por un momento.

—¡De acuerdo! Te la pondremos más fácil... —me dijo antes de levantar la voz hacia los soldados— ¡Muchachos! Tomemos el atajo por el bosque.

⌘Cαżαdοrα εrrαητε⌘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora