Capítulo 29

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Σs'κα parecía ya estar despierto mirando fijamente hacia el techo.

Me incorporé lentamente desperezándome.

—Buenos días, princesa... —murmuró Σs'κα volviéndose hacia mí.

Sonreí hincándome a su lado.

Quité suavemente la hoja de árbol y quedé asombrada frente a los resultados; ya no había pastita rosada y tampoco herida. Donde antes había una línea roja ahora no había nada.

—¡Vaya! —musité— ciertamente ya no hay nada...

Σs'κα se recargó sobre sus dos codos y miró su herida curada con el mismo asombro que yo.

—Deberíamos hacer lo mismo con las tuyas... —comentó.

Reí mientras me incorporaba.

—Cuando volvamos de caza me encargaré de eso... tendré ayuda para entonces.

Σs'κα se incorporó también. Y como me llevaba una cabeza, lo miré fijamente inclinando un poco la cabeza hacia arriba.

Lo había visto tanto tiempo acostado que había olvidado lo alto que era.

—Yo no tengo heridas mortales como lo era la tuya —dije intentando relajar esa extraña tensión que se empezaba a crear entre ambos.

De repente él estaba tan cerca que podía sentir su respiración. Me miraba directamente a los ojos y sonreía con aquella burla suya. Pero ésta era suave, como si se burlara de algo más allá de aquel momento.

Tomó un mechón de mi cabello con una suavidad sorprendente.

—Hoy dame el honor de peinarte —susurró sin perderme de vista.

Mis labios temblaron al contestar.

—Será un placer.

¿Qué importaba ya si deshonraba a mi familia o no? Me lo estaba proponiendo por segunda vez... y algo en mí anhelaba que así fuera.

Tomé el broche y la tiara de oro de entre mi vestido. Se los entregué en la mano mientras me daba la vuelta y dejaba que comenzara a hacer la trenza ¡Qué sorprendente que las manos de un guerrero pudieran ser tan acariciadoras! Mi corazón palpitaba con fuerza provocando que me ruborizara... ¿Sería posible que estuviera enamorada de él?

Me negué con rotundidad. No, no estaba enamorada de él... pero mi marca brillaba tan extrañamente. Nunca en mi vida había brillado así.

Escuché cómo el broche se cerraba. Sentía a Σs'κα detrás de mí.

Colocó la tiara en su lugar, pero su rostro estaba tan cerca del mío, que mis latidos se alocaron más que antes. Recordé la escena del lago, cuando lanzamos la flecha ¿Por qué me llegaba aquel recuerdo? Tal vez porque en aquel instante estábamos en una posición tan parecida. Sentía su respiración, los latidos de su corazón...

Rápidamente me separé de él algunos pasos y lo encaré.

—Será mejor que nos preparemos —dije con la voz entrecortada.

Σs'κα me miró por un momento antes de asentir y salir.

Bajo el mismo banco de ayer había unos pantalones y una camisa de algodón. Supe que no tendría de otra. Me quité el camisón, me puse ambas prendas y calcé las botas de nieve. Me cubrí con la capa de Σs'κα y me puse el arco junto con la funda del cuchillo. Salí.

Σs'κα esperaba recargado de costado contra la pared cruzando los brazos.

Me dedicó una media sonrisa antes de pasar a la habitación sin musitar palabra. Al salir, traía nuevamente una armadura, pero ésta no era de cuero, era brillante como un metal, marcando las líneas de su abdomen y haciéndolo ver más grande de lo que ya era. Era la primera vez que veía una armadura así.

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