Capítulo 38

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"El hogar es donde tú sientas calidez y seguridad..."

Automáticamente me volví hacia el Σs'κα que estaba de espaldas y continué corriendo hacia él. Pero me detuve de golpe cuando estuve a sólo un palmo; temerosa de encontrarme con su rostro.

—¿A dónde vas, princesa? —preguntó uno de los Σs'καs detrás de mí.

—Tenemos que continuar.

Me volví lentamente y lo miré de pies a cabeza. Σs'κα me sonrió con complicidad y extendió su mano.

—¿Vamos?

Dudé. Quizás porque al encontrarme con sus ojos no sentí aquella magia.

Di un paso hacia atrás topando con la espalda del otro Σs'κα. Sentí cómo se volvía y me tomaba entre sus brazos.

Grité al tiempo que todos los demás desaparecían volviendo repentinamente a la oscuridad y el silencio.

Respiré con dificultad y cerré los ojos.

—¿Eres tú, princesa? —me susurró al oído.

No pude más que asentir con la cabeza, aliviada, intentando tranquilizarme de la conmoción.

Nos quedamos así por un momento.

—¿Eres tú, Σs'κα? —murmuré rompiendo el silencio.

De repente sentía su cálido aliento rozar mi rostro y su nariz casi tocando la mía. La respiración de ambos era agitada.

—Quizás esto te diga algo... —dijo con un hilo de voz, antes de juntar sus labios con los míos; fueron tan dulces y cariñosos aquellos labios, que mis dudas se disiparon... Definitivamente me había topado con el correcto.

Nuestras respiraciones se combinaron y nuestros latidos se volvieron rítmicos, al tiempo que un escalofrío agradable recorría mi cuerpo entero. Era tan agradable sentir su calidez y encontrar comodidad entre esos labios. Me sentía en el mejor de los sueños, olvidando todo por un momento.

Disfrutaba enormemente de aquella sensación, pero así como todo tiene un principio, también tiene un fin; pronto nos separamos. Ya no podía distinguir si mi respiración estaba acelerada por la reciente conmoción del beso o por la energía que recorría mi interior. Pero mi mirada se ensombreció.

—¿Μεπ en serio murió? —le pregunté sintiendo un nudo en la garganta al recordar su cuerpo inerte y sus ojos vacíos.

Σs'κα negó con la cabeza quitando un terrible peso de mis hombros.

—Fue el dios de los miedos el que nos hizo sentir desasosiego... Escuché su risa en la oscuridad.

—¿Existe tal?

—Por supuesto. Se alimenta de los miedos de la gente del agua y a veces para ello, tiene que causarlos él mismo —Yo no salía de mi asombro ¡Jamás había escuchado de su existencia!—. No temas, ya pasó. Y me alegro... —dijo besando mis labios una vez más. Sentí nuevamente un pequeño mareo que me dejó aturdida— ¡Maldita sea! Y hace un par de lunas estaba comprometido —exclamó entre risas.

Reí con él, al tiempo que me erguía con cuidado. Sentía una combinación tal vez absurda de nervios y alivio; Μεπ estaba bien y yo estaba con Σs'κα.

Cuando nuestras risas se calmaron, entrelazamos nuestras manos y salimos corriendo a pesar de la oscuridad.

Cerré los ojos y me dejé llevar por el instinto. Pude ver distintos caminos, hasta que optamos por uno a nuestra izquierda. Recorrimos varios pasillos desiertos, aún con la impresión de ser observados. Pronto la luz fue iluminando tenuemente los corredores interminables. Ambos andábamos con la incertidumbre de lo siguiente que pudiera llegar. Y el peligro reapareció cuando topamos con un lago de aguas tranquilas.

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