Capítulo 9

927 99 0
                                    

Lo fulminé con la mirada.

—Pues ya que habíamos convenido que tú eres mi prisionero, entonces te ordeno que me sueltes —repuse.

—¿Sucede algo? —preguntó el hombre, más bien joven, acercándose unos pasos.

Σs'κα no soltó mi mirada aún dándole la espalda al soldado ¡Pero es que era tan conocido para mí! Ya no me cabía duda. El guerrero de mi padre que había entrenado junto conmigo; los dos estábamos instruidos en el arte de manejar el arco.

—La marca, Σs'κα —dije mirando disimuladamente el brazo rojo cobrizo de Μεπεσ—. Es como la mía.

Σs'κα siguió la dirección de mis ojos y al ver la marca soltó mi mano.

—No te muevas—me ordenó acercándose a Μεπεσ.

Μεπεσ lo observó con cautela.

—¿Qué quiere? —preguntó apuntándole a Σs'κα directamente al corazón.

Contuve la respiración mirando la escena con horror; un movimiento en falso y cualquiera de los dos podía terminar muerto. Pero el movimiento de Σs'κα fue tan rápido que a duras penas logré percibirlo. De repente tenía a Μεπεσ con un brazo inmovilizado detrás de la espalda, presionando el otro con fuerza.

Todos los hombres se escandalizaron y apuntaron directamente hacia Σs'κα y Μεπεσ, pero disparar significaría matar a Μεπεσ, así que nadie hizo ni un solo movimiento más.

El silencio se cirnió sobre los presentes como una molesta enfermedad; estábamos expectantes. Yo le rogaba a la diosa Diana que su hijo no quemara a mi amigo.

Μεπεσ soltó un grito de dolor cuando Σs'κα ejerció presión sobre la marca.

—Suficiente —musitó Σs'κα al tiempo que lo soltaba.

Μεπεσ cayó de rodillas respirando con dificultad.

—¡Qué falta de respeto! —gritó uno de los hombres soltando una flecha.

Σs'κα lo fulminó con la mirada mientras la flecha se convertía en cenizas antes de llegar a su cuerpo.

Todos los hombres bajaron sus armas y dieron dudosos pasos hacia atrás.

Σs'κα se acercó hacia mí y me miró de pies a cabeza.

—Haz lo que necesites...  —dijo rompiendo el silencio.

No supe exactamente cómo reaccionar. Lo único de lo que fui capaz, fue de un asentimiento de cabeza. Y cuando salí del trance, corrí al lado de Μεπεσ y lo ayudé a incorporarse.

—¿Cómo estás? —murmuré.

Μεπεσ me miró con los ojos abiertos como platos.

—¿Princesa Καητσ? —musitó desconcertado.

Sonreí de oreja a oreja.

—¿A poco no me reconoces? —bromeé dándole un codazo cariñoso.

Μεπεσ soltó una carcajada mientras me abrazaba con fuerza y empezaba a dar vueltas conmigo entre sus brazos. Reí con él.

—¿No se supone que deberías estar ya de vuelta en casa? —preguntó al soltarme.

Desvié la mirada con tristeza.

—La entrada la tengo prohibida desde hace una luna —me limité a contestar.

Todo atisbo de felicidad en Μεπεσ desapareció al instante.

—No, no... —dijo negando con la cabeza— no, no, no... —pasó una mano por su flequillo mirando a su alrededor con nerviosismo— no me estás diciendo que fallaste ¿Verdad?

⌘Cαżαdοrα εrrαητε⌘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora