En el que platico del intercambio

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Sam


No supe qué contestar a eso. Me dolía hablar de ello y eran cosas que no solíamos abordar con frecuencia, porque yo solía bloquearlo. Mi padre se inclinó hacia mí y me abrazó con fuerza. Asentí para hacerle saber que lo entendía y luego de unos minutos ambos nos separamos, él pegó su frente contra la mía y sonreímos.

—¿Qué eso que tienes en la mano? —preguntó en un susurro y yo, veloz, elevé el libro hacia él—. Mujercitas. ¿Has decidido cambiar de género de lectura?

—Me han obligado, que es diferente —dije quedamente. Mi padre rio y me interrogó con su mirada marrón claro.

—¿En la ingeniería? No me la trago.

—No... un... un compañero.

—¿Un compañero? —repitió sorprendido y yo me sonrojé.

—Hicimos intercambio de libros.

—Deben ser más que compañeros para hacer eso.

—No es algo tan serio.

—¿Quién es? —se interesó en saber. Golpeé su brazo con el mío y él alzó ambas manos en gesto defensivo—. Bien, no preguntaré. Imagino que es un chico atractivo por como te sonrojas. ¿No será el chico ese que tu prima nos dijo que te gustaba? Tu madre me dijo que habías salido con él.

—No fue una cita —defendí rápidamente mi postura y mi padre suspiró, me dio un beso en la mejilla, tomó su taza de chocolate, se puso de pie y se volvió para subir por la escalera.

—Esa... tampoco me la trago, Samantha. Descansa, te amo.

—Yo te amo más.

—Imposible.

Lo último que observé cuando desapareció en el segundo piso fue su sonrisa y luego me recosté sobre los escalones. Mis ojos se quedaron en el techo y alcé el libro para mirar la portada... algo me decía que me daría mucho trabajo leerlo. 

Un juego peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora