En el que no puedo esconder más la verdad

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Adam me observó con interés y yo, repentinamente, me desarmé como solía hacerlo cuando hablaba con él y tomaba esos temas.

—Hice algo muy malo... Adam, yo... cometí un error imperdonable.

El corazón me latió con fuerza y dentro de mí me di cuenta de que estaba preparada para contarle qué había sucedido conmigo; pero de algún modo, las palabras no dejaban mis labios, estaban atascadas en mi garganta.

—¿Esto de lo que hablas, es lo que te obligó a estar en la situación en la que te pusiste con ese sujeto? —preguntó con tono lento y suave. Llevó su mano libre a mi mejilla y la acarició.

—Sí.

—Sam —comenzó él después de un largo suspiro—, lo que sea que hayas hecho... no puedes permitir que eso te destruya.

—No tienes idea... —comenté y la voz se me entrecortó, los ojos se me llenaron de lágrimas.

—Sam...

—Asesiné a mi hermana —le dije con la boca seca y la mirada turbia. 

Un juego peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora