En el que le digo mi color favorito

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Adam


—Buenas tardes, ¿necesitan ayuda?

—Estamos viendo —fue la cortante respuesta de Sam. La sonrisa de la chica se amplió de manera condescendiente.

—Bueno, los trajes de una pieza se encuentran por allá y los bikinis están de aquel lado. Seguro que un trikini le quedaría increíble a su novia —dijo la chica al contemplarme con interés.

—No soy su novia —dijo Sam rápidamente, al analizar a la joven con la mirada. Esa aclaración me pareció que estaba de más y sonreí divertido.

—¿Eres soltero? —preguntó la dependienta de inmediato y yo me aclaré la garganta—. Quiero decir... pregunto porque me parece que eres demasiado atractivo para serlo.

La desfachatez de la muchacha no me sorprendió. La mayoría de las chicas con las que de alguna manera terminaba hablando de pura casualidad, me botaban esa pregunta.

—Por ahora lo soy. Pero me gusta alguien —dije rápidamente para no ser descortés. La chica asintió y se movió para dejarnos seguir con nuestra inspección.

—¿Siempre es así? —quiso saber Sam desde el otro lado de un colgador de bañadores.

—¿Así cómo?

—¿Siempre se te lanzan como si fueses un trozo de tocino?

—Podría decirse que algunas veces —susurré con una sonrisa—. ¿Te molesta?

—Lo haría si fueses mi novio, pero como no es el caso.

—¿Te gustaría que lo fuera? —pregunté divertido y rodeé el colgador para llegar a su lado.

—¿Cuál es tu color favorito? —quiso saber sin dejar de mirarme. Observé sus ojos fijamente, tanto, que sentí un escalofrío recorrerme la espalda.

—El azul, mezclado con el verde.

Ella no despegó los ojos de mí en ningún momento y a tientas sujetó un traje de baño sin siquiera prestarle atención. Desvió su mirada y encontró que sujetaba un bikini de color morado.

—Morado será —susurró, se giró y se fue directo al cambiador.

Reí y miré divertido el suelo, luego alcé mis ojos y la observé desaparecer en el cambiador. Me quedé un rato con la mirada clavada en el lugar por donde ella había desaparecido y mi mente se perdió unos segundos. Había desperdiciado mucho tiempo... sin ella. 

Un juego peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora