En el que no puedo evitar el momento incómodo

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—Querido... ella...

Papá estaba totalmente sorprendido y yo me pasé una mano por el cabello sin saber qué hacer. Me dirigí hacia ellos, pero de inmediato recordé que Sam aún estaba hincada en el suelo y avancé hacia ella. La ayudé a ponerse en pie, mas me di cuenta de que estaba un poco débil, así que la sostuve por la cintura.

Mis padres se acercaron con paso tan lento que parecía como si tuviesen miedo de que ella huyera. Cuando mamá estuvo frente a Sam, se encogió de hombros y negó con la cabeza como si no pudiera creerlo.

—¿Puedo... puedo abrazarte? —le dijo mi madre con los ojos llenos de lágrimas.

Sam abrió los ojos sorprendida por la petición, pero al final asintió. Mi madre se abalanzó sobre ella y yo tuve que moverme. Mi padre la miraba con expresión tan agradecida, que Sam se sonrojó. Cuando mi madre se alejó, juntó las manos y las llevó a sus labios.

—Yo... no... sé que tal vez no es el momento indicado... solo quiero que sepas... quiero decirte... —y perdió la voz. Sam le sonrió solo un poco y mi padre sujetó a mi madre de ambos brazos para hacerla retroceder.

—Vamos, cariño, seguro que necesitan hablar... ya tendremos otro momento.

Mi madre, a quien yo pocas veces había visto tan emocionada, asintió y se alejó. Ambos entraron en casa y cerraron la puerta. Suspiré avergonzado.

—Lamento eso —dije rápidamente.

Sam alzó las manos y negó.

—No, no. No lo digas.

—Lo siento si fue incómodo...

—Lo fue —dijo Sam con una sonrisa que desapareció tan velozmente como apareció—. Muchísimo. Pero... me siento mucho mejor. Ahora estoy más tranquila.

Asentí y pude palpar la incomodidad que había entre ambos. Me aclaré la garganta.

—¿A qué... a qué viniste, Sam? —le pregunté después de unos segundos. Ella alzó las cejas cuando la tomé por sorpresa con la pregunta.

—Yo... yo... —comenzó ella con las mejillas sonrojadas. Miró al pasto, al cielo, a la casa... y al final me señaló con el dedo—. Hay... hay algo que debo hacer —susurró y avanzó pasándome de largo... directo hacia mi casa. 

Un juego peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora