En el que los escalofríos me abordan

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Sam


Adam y yo nos miramos sin saber qué hacer, pero después de unos segundos el de ojos dorados me sujetó de la mano y asintió.

—Si necesitas algo háznoslo saber.

—De acuerdo.

Salimos del baño de nuestra alcoba y él cerró la puerta tras su espalda. Recordé que aún estaba en bata y tenía el traje de baño... y ahora no había un lugar donde pudiese cambiarme a la ropa de dormir. Era estúpido pensar en eso cuando mi prima estaba desmayada en el baño, pero no pude evitarlo porque no iba a poder dormir con el bañador. Adam pareció adivinar mis pensamientos porque sonrió y dijo:

—Iré al baño de abajo a cambiarme. En cuanto estés lista, avísame para volver.

Supe que, como yo, aún estaba preocupado por mi prima. Salió poco después con su bolsa de viaje al hombro y yo me cambié. Cuando estuve lista me cepillé el cabello que estaba ya casi seco y tenía unas ondas inmanejables, mandé un mensaje de texto a Adam y él no tardó en aparecer de nuevo en la habitación.

Me recosté primero en la cama y me introduje entre las cobijas. Él sonrió y se recostó a mi lado.

—¿Eres muy friolenta? —quiso saber con interés y yo moví la cabeza con duda.

—A veces. Pasé mucho rato con la ropa húmeda, debe ser por eso.

—Vuélvete —me ordenó y yo alcé ambas cejas confundida—. Hazlo —me dijo y yo lo obedecí.

En cuanto le di la espalda él se pegó a mi cuerpo y me atrajo hacia el suyo mientras me abrazaba por la cintura y colocaba sus labios en la curvatura de mi hombro y mi cuello. Sentí un calor intenso que irradiaba su cuerpo hacia el mío y su respiración en mi piel me hizo temblar.

—Es la primera vez que duermo con una chica —susurró tras de mí.

—¿Y tus novias? —pregunté con el ceño fruncido.

—Con algunas hice cosas diferentes a dormir. Cuando teníamos... relaciones, era solo eso. Nunca me quedaba por la noche con ellas.

—¿Por qué? —quise saber con un hilillo de voz y me sentí muy rara por hablar con él acerca de eso.

—Porque dormir con alguien, para mí... es algo más formal. Estar inconsciente al lado de una persona en la que no confías lo suficiente... me parecía extraño y también incómodo.

—Lamento que tengas que dormir conmigo —susurré divertida—, prometo no asesinarte mientras duermes.

El rio contra mi piel y un escalofrío me recorrió la espalda. Involuntariamente me pegué más a su cuerpo y él reaccionó. Colocó su mano con la que me había abrazado, sobre mi cadera, para acercarme más.

—Dormir contigo... es mi decisión. No olvides que fui yo el que planeó esto —susurró y yo me relamí los labios sin saber qué hacer. Adam apretó con su mano mi cadera, cosa que provocó un gemido involuntario de mi parte, y luego regresó su mano a mi cintura para abrazarme otra vez—. Descansa, Sam. 

Un juego peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora