Flores Salvajes || L.S

VI

Siete años antes.

– ¡Hey Ash! ¿No te quedes ahí parado.

El alfa de ojos azules miraba al rubio que había dejado de caminar unos metros atrás, pero rápidamente reaccionó y corrió a donde se encontraban sus amigos.

– Sí, lo siento, pensaba en el trabajo de biología, debo hacerlo con Carolina.

Zayn miró con una mueca a su amigo, pues Carolina era su novia del momento y la idea de que Rompecorazones Irwin, como lo llamaban algunas omegas del instituto, estuviera a su alrededor no le parecía nada bueno. Sin embargo al notar la mirada del moreno, Ashton alzó los brazos en una muestra de son de paz.

– Tranquilo, fiera, no intentaré nada con ella.

Zayn le creyó, realmente confiaba en sus amigos, pero no tardaría en arrepentirse de aquella confianza.

Caminaron hasta la cafetería donde ocuparon su mesa junto a los demás miembros del equipo de fútbol del instituto, que hablaban del próximo partido al final de la semana, había buenas vibras y todos confiaban en que la victoria estaba asegurada, aún más después de la recuperación de Luke de su lesión. Luke era el único omega del equipo, había batallado muchísimo por hacerse respetar por su condición de omega y se había colocado como uno de los mejores jugadores del equipo. Si el delantero jugaba el partido estaba ganado.

– Debo irme.

Louis se levantó de la mesa, golpeó los hombros de los chicos que tenía a sus lados de forma amistosa y abandonó la cafetería, se dirigía hacia las canchas, pues había cierto omega esperando por él, pero no pudo resistir cuando escuchó su nombre en una conversación de unas omegas de un curso menor al suyo.

– Dicen que irán a por Tomlinson y Hemmings, con ellos lesionados no habrá partido.

– ¿Cómo lo sabes?

– Me lo contó Jaden.

Recordó ese nombre, Jaden Richards, capitán del equipo del instituto Rivers, así que querían lesionarle a él y a Luke. No podía permitirlo.

Regresó a la cafetería y arrastró fuera a Ashton, él era el capitán de su equipo y sabría que la información debería conocerla. Compartió con él lo que había escuchado y el rubio prometió hacer algo al respecto, no podía permitirse que sus amigos acabaran lesionados y el partido perdido.

Pero la atención de Louis regresó a las canchas, cuando llegó estaban vacías y supuso que el omega se había marchado. Él tampoco habría esperado. Se saltó la siguiente clase por quedarse en aquel lugar, sentía que era lo justo por haber hecho esperar a Sam, no podía negarlo.

Las complicaciones se redujeron a lo largo de la semana, todo iba en calma y la emoción por el partido pudo sentirla el viernes en cuanto puso un pie en el instituto. Todos a su alrededor se paraban para animarlo y desearle suerte, pero llevaba días sin ver a Sam y eso le desquiciaba, sabía que lo estaba evitando pero ya extrañaba el aroma floral del chico y sus abrazos demasiado empalagosos, se había acostumbrado a su presencia.

– ¡Hey Lou! ¿Listo para patear los traseros a esos alfas presuntuosos?

Louis sonrió cuando Luke llegó a su lado y su aroma a cheesecake lo envolvió cuando pasó un brazo por los hombros del alfa, era un omega inusualmente alto, y asintió dando la razón a lo que había dicho.