XLIII

1.2K 131 25
                                    

Harry se encontraba sentado en el cómodo y elegante sillón de cuero que la doctora Byron tenía en su consulta con la mirada fija en el suelo y una sonrisa en su rostro.

- Hola Harry, ¿cómo estás?

El aludido miró a su psicóloga y ella pudo ver por primera vez en meses la sonrisa sincera y feliz del omega.

- Bien, estoy bien, ¿y tú?

- Yo estoy bien, gracias por preguntar. Ahora, cuéntame, ¿qué es lo que ha pasado para que sonrías tan grande?

- Louis despertó hace casi un mes. ‐ Harry soltó una carcajada y se pasó las manos por la cara antes de volver a mirar a la doctora. - Desperté y estaba ahí, mirándome, y te juro que no me lo creía.

- Harry, eso es genial, ¿es el chico al que abrazabas al llegar?

La psicóloga se veía tan emocionada como el omega, había pasado meses tratando al chico y que por fin volviera a sonreír sin nostalgia era un paso enorme.

- Sí, sí, es él, quiso acompañarme.

- ¿Y cómo fue el reencuentro? No nos pudimos ver por tu celo la última vez, así que supongo que ya habréis hablado.

Las mejillas de Harry se tornaron ligeramente rosadas, algo que no pasó desapercibido para la beta que lo observaba sin perder detalle de lo que ocurría.

- Sí, de hecho iremos de viaje la semana que viene. Estaremos fuera algunos meses.

- ¿Y qué supone eso para ti? - La mujer apuntó lo que Harry le había dicho en su libreta azul.

- Recuperar el tiempo perdido con mi alfa. Es algo así como estar el uno con el otro todo el tiempo.

La mujer asintió y anotó eso último también en su libreta.

– Quiero que vengas a verme cuando regresen de su viaje, por ver si hay mejoras.

– Claro.

Apartando la libreta a un lado Minerva miró al omega y sonrió mirando sus ojos verdes.

– ¿De qué te apetece hablar hoy, Harry?

– Hay una cosa de la que quiero hablar, sé que debería hablarlo con Lou y no contigo pero me siento un poco inseguro de que no piense parecido a mi en este aspecto.

– Conmigo puedes hablar de cualquier cosa, sabes que es un lugar seguro donde las inseguridades quedan fuera.

Harry bajó la mirada y jugó con sus anillos, pensando en cómo verbalizar lo que su mente rondaba.

– Verás, hace aproximadamente un año que conozco a Louis, y te parecerá extraño o precipitado, pero muchas veces pienso en que me encantaría que me mordiera. - Hizo una pausa para suspirar antes de continuar, manteniendo su mirada dirigida hacia sus anillos. – Pero lo que para mí ha sido un año para él solo han sido cuatro meses, yo estoy seguro de mi amor por él, pero... me da miedo que se dé cuenta, ahora que vio la muerte de cerca, de que puede conseguir algo mejor.

La doctora volvió a apuntar en su libreta rápidamente antes de volver a mirar a Harry.

– ¿Cómo ha sido el comportamiento de Louis desde que despertó?

– Igual, o incluso más protector y cariñoso, muchas de las veces que me abraza ya no hay manera de que me suelte.

El rizado rió ligeramente antes de, por fin, alzar la vista y mirar a su terapeuta.

– Bien, en mi opinión tu alfa no se va a alejar de ti y, como tu terapeuta y tu amiga, te digo que no encontrará a nadie mejor aunque lo intente. - Ambos rieron y la beta siguió hablando cuando dejaron de reír. – Debes hablar con él, explicarle tus inseguridades y comunicarte, ese es el mejor y único camino para que tu relación con ese alfa funcione. La comunicación. Hablale de tu deseo de ser marcado y de tu miedo a que sus sentimientos puedan desvanecerse.

Flores Salvajes || L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora