CAP 4. ENTENDIMIENTO

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Se acercó a ella en cuanto zarparon. Al subir a los barcos hubo menos revuelo del esperado al hacer subir a aquella mujer en el mismo que el mayor y menor de los hermanos habían abordado, pues incluso Floki mantenía una calma mayor que con la que había contado tiempo atrás con la aparición de Athelstan, mas está no fue suficiente; después de todo era una de las pocas mujeres que los acompañaban en aquél barco y más que mujer, era vista como su presa por lo qué por más en claro que Ivar lo dejará siempre había algún "valiente" que se atrevía a hablar sobre ella y su condición, acciones que se detuvieron en cuánto quién abrió la boca fue lanzado con la garganta abierta por la borda por un Ivar colérico.

     Si bien Ivar no se había acercado al lugar donde ella descansaba en la proa del barco luego de que se estabilizó y dejó de sentir aquellos mareos comunes, si que había lanzado una amenaza lo suficiente contundente sobre aquel que se atreviese a tocar su propiedad, lo que aminoro las insinuaciones hacía la Cristiana y cómo si fuera poco, Floki veía con interés cómo él mayor de los hijos de Ragnar era ahora el compañero de viaje de aquella joven.

     ¿Qué si temía que el mayor de los hijos de Ragnar se empecinara con aquella Cristiana como había sucedido con su padre? Tal vez, después de todo era el que más tiempo había pasado al lado del Sacerdote al que asesino. ¿Pero, temor por Ivar? No, no había y eso que había sido él el que la había llevado hasta ahí.

     ¿Qué es lo que había visto Floki en Ivar para no sentir la necesidad de alejarlo de aquella Cristiana cómo lo había sentido con su padre? Bueno, esa era una respuesta relativamente sencilla. En primera, él lo había criado, su unión y relación con los Dioses, Floki fue quien adoctrinó su mente de manera que los amara tanto o más que su padre, incluso que él mismo. Y en segunda, Floki se había dado cuenta que el interés del menor hacía la mujer no era precisamente hacía sus creencias, como en su tiempo fue el de su padre, ni si quiera su extraña belleza, digna de la Diosa Hela, sino en algo más natural y que probablemente temía no poder conseguir de propia sangre, Ivar estaba interesado en el bebé que la mujer cargaba en su maltrecho cuerpo cómo si ni siquiera existiese.

     —Mhajaja —Dejó salir su extraña risa al ver al menor de los hermanos llevarse el puño a la barbilla, recargado cómo estaba en el costado del barco, mientras miraba al llamado "Brazo de hierro" intentar entablar un diálogo con la extraña mujer.


*****


Había algo en lo que Ivar se había empecinado ahora que la llamada Monja los acompañaba -fuera del ser que carga-, él quería y no había logrado escuchar la voz de su "cachorro".

     Sabía que la mujer hablaba y aún cuando no lo había hecho frente a él, Bjorn le había contado pocas cosas que ella le había dicho, o al menos eso era lo que él creía, pues de no ser así si su hermano se las estaría inventando y pensar en ello lo enfurecía más que no haberla escuchado, por lo que de momento había elegido creer que ella hablaba con él.

     Pero ni siquiera cuando la dejaba con Bjorn y se le escuchaba a él hablar, por más cerca que estuviera, la voz de ella nunca le llegó, aún cuando se veía un diálogo entre ambos por los movimientos que vacilaba en hacer ella con su cuerpo y el continuo "dialogar" de Bjorn.

     No era muda, eso había quedado claro, no era tonta, de eso se dio cuenta desde un inicio; le entendía o al menos, comenzaba a entender algunas conversaciones a su alrededor, lo que se notaba por las miradas que lanzaba de forma cabizbaja al encontrarse sola; y mucho menos era una bruja, como sus hermanos, ahora en otro barco, habían pensado al inicio. Era una simple mujer que, por las marcas en su cuerpo, había pasado por mucho, tanto que se mantenía siempre encorvada en sí misma, cómo protegiéndose, aún cuando solía mirar de forma prolongada el mar, al punto que llegó a temer que se arrojará, más nunca sucedió.

LA MONJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora