Los hermanos se encontraban bebiendo y jugando en el salón de aquel llamado convento, por lo que les sorprendió la repentina aparición de Ivar, quien se encontraba ensimismado en una de sus manos, mientras se sostenía apenas en las muletas con la otra.
—¿Qué sucede Ivar, a caso ya terminaste con esa Cristiana? —pregunto Sigurd, burlón, sacando de sus pensamientos al menor de los hermanos.
—Cállate —respondió, dirigiéndose ahora al mayor de ellos—. Me llevaré esto —dijo, tomando una de las telas más cálidas que habían sacado—, ¡tu! -señalo a uno de los guerreros que los acompañaban, trae cerveza y alimento —Le ordenó, indicando que lo siguiera.
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La sorpresa que se dibujo en la cara de la mujer en la habitación le había ocasionado gracia incluso a él, Ivar, quien entró con fuerza a la habitación, azotando la puerta en la pared que sujetaba sus bisagras y arrojando la cálida tela sobre ella.
—¿Sorprendida? —pregunto al ver su rostro, luego de que tomara la tela entre sus manos— Déjalo ahí —ordeno al guerrero que les llevo alimento y bebida, señalando los pies, ahora encogidos, de la mujer— ¿qué pasa?, come —habló, casi ordenó, al verla hacer un ovillo con su cuerpo— ¡ahhh! —gruño rascándose la nuca al recordar la barrera que significaban sus idiomas.
—Deberías aprender rápido —Le soltó, empujando la comida hacía la pared y sentándose a sus pies.
»Comida —repitió un par de veces, levantando el plato con rebanadas de pan, queso y carne frente a ella— ¡come! —Volvió a ordenar, ahora señalándola con un pedazo en sus manos, viendo que no había cambio en ella.
»Ahh —abrió la boca cómo, recordó, hacían las madres con sus hijos— ahora come —repitió al hacer ingresar un pedazo de carne a su boca, viendo, esta vez si, miedo en su mirada—, solo come —repitió alcanzándole un pedazo de pan con queso y haciendo señas para que lo imitara y se alimentará a sí misma—, anda —hablo con la boca llena, acercándole el plato y viéndola ceder lentamente al relajar su postura y acercar su mano al plato para tomar más.
Ivar la miró en todo momento, como de comenzar a comer dubitativamente termino por devorarlo todo, ocasionando una sonrisa en el rostro masculino, aún cuando se bebió, primero por atragantarse con la comida y después, por simple gusto, de un trago la garrafa de vino que había pedido para ella, ocasionando que incluso él le cediera la suya, para luego salir por más y al regresar, encontrarla recostada al lado de todo, con los ojos apenas semiabiertos y pequeños hipidos que brotaban desde su pecho cubierto.
—¿Pero hace cuanto no comías Cristiana?- preguntó al entrar y verla en ese estado, luego de soltar una carcajada—. Eres como un cachorro.
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Ella, por su parte, sólo se había asegurado de comer todo lo que su cuerpo le permitiera temiendo no volver a tener otra oportunidad de alimentarse como hasta ese momento, además de que llevaba semanas sin tener un verdadero alimento, sólo viviendo de un pedazo de pan insípido que le era administrado al anochecer, buscando tuviera la suficiente fuerza para satisfacer a su visitador nocturno. Así que cuando su "captor" salió para proveerse de más bebida ella realmente no le prestó atención, sólo se entregó a lo que su cuerpo pedía y fue hasta su regreso, cuando después de oír su voz repitiendo aquella palabra con la que se refería a ella "Cristiana", que volvió a poner su atención en él.
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LA MONJA
أدب الهواةCómo Vikingos han ido saqueando las ciudades cercanas, pero hay algo extraño en este lugar, aún más extraña esa mujer, esa monja. Ivar, al igual que su padre, cayó por un Cristiano, Cristiana en su caso y aún sin saber comunicarse tiene en claro una...