CAP 25. TEMOR

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Un caliente baño fue bien recibido por ambos habitantes de la habitación en la que el vapor del agua aún permanecía en el ambiente mientras ellos cambiaban sus ropas por algo más abrigado con lo que pasar la noche; de espaldas uno del otro, ignorando el murmullo de las telas cubrir el desnudo cuerpo del sexo opuesto que los acompañaba hasta que, por fin, al ser el silencio un poco más prolongado, él voltea a ver a la mujer que lo acompaña.

     Había sido tan poco el tiempo separados y aún así ella había cambiado tanto, ¿o fue solamente la lejanía la que lo hiciera ver en ella aquellos cambios cómo si fueran tan grandes? Lo que fuera. Ahora estaba ahí, tan cerca de él, con esa mirada que ya no parecía temer por nada, sino retar a su futuro; con aquellas manos que, sin ser temblorosas, habían pasado de sostener un hacha con la fuerza de un guerrero, a acariciar con total delicadeza la cabeza de su hijo; con ese cuerpo que había respondido a sus afectos por más simples que éstos fueran. El abrazo que le había dado sobre el carro de guerra aún lo reconfortaba.

     —Durmamos Idun —dijo y la mujer que simplemente lo miraba, ya vestida, se dedicó a jalar las telas y pieles con las que se cubrirían para dejarlo recostar y entonces, sin titubear ni temblar, segura como cuando acaricio a su pequeño o desmembró el cuerpo masculino, trepó sobre la cama y paso sus extremidades a cada lado de Ivar, encarcelándolo entre su cuerpo y la cama, de modo que, luego de mirarlo a los ojos a una palma de su rostro, se adentró en las pieles en esa misma posición, para después dejarse caer cómodamente sobre el cuerpo masculino, evitando aplastar sus miembros inferiores y acomodando su peso sobre el de él de la forma más cómoda posible, en un abrazo y enredo entre sus piernas y los brazos ajenos –que si bien sorprendido en un inicio, pasaron a sostener el cuerpo femenino– acurrucándose contra su calor.

     —Te extrañé Ivar —murmuró la joven contra el pecho ajeno, deteniéndose un segundo solamente después de hablar para presionar sus labios contra esa zona, en un gesto escondido que le hizo hundir el estómago a Ivar al sentir ese simple tacto, apretar con fuerza y deseo la pierna femenina que cruzaba sobre su cintura y que se había dedicado a simplemente sostener levemente, haciendo uso de todo el autocontrol que encontró en su cuerpo.

     —Y yo a ti, pequeña Siv —contestó él, luego de regresar a su pequeño roce sobre la pierna ajena y a cambio de sus palabras, sentir como el brazo que cruzaba hasta su hombro izquierdo lo atraía un poco más hacia ella, quién buscaba pegar, aún más, su cuerpo al de él.

     Y no era mentira, el la había extrañado más que a cualquier otra persona que pasará por sus pensamientos; más, seguro, que lo que sus hermanos mayores extrañaban a sus respectivas esposas cada que salían de viaje; mas, aseguraba, que lo que Ragnar y Laggertha se extrañaron entre sí cuando se separaron. Así que teniéndola ahora justo a su lado, sólo se dedicó a ahora ser él el que acariciara sus cabellos, juntara sus labios con la coronilla ajena dejando en ella la huella de un mudo beso, y abrazarla de la misma manera que ella lo hizo hasta quedar profundamente dormida.


*****


Una "breve" plática de reconocimiento fue a lo que se enfrentaron los días siguientes, pues Ivar quería saber lo que había hecho en su ausencia, qué había aprendido, cuánto había entrenado y de dónde había tomado su cuerpo la fuerza y el amor con el que se decidió a enfrentar a aquellos bastardos, así como con la que se terminó acercando a su pequeño. Por lo que no le sorprendió el que le dijera que sus entrenamientos y prácticas las llevó a cabo junto a Laggertha, de quien aprendió esos nuevos movimientos que le sorprendieron al encontrarla días atrás; lo que si lo hizo fue que le dijera que a parte de con ella, había entrenado con sus escuderas, e incluso, había recibido consejos de ellas no sólo respecto a la batalla, sino al acercamiento con su hijo, especialmente de aquellas quienes habían parido por culpa de una violación.

     —¿Ya no temes? —preguntó un día de esos, en los que platicaban luego de un entrenamiento conjunto e iban directo a la habitación de su hijo a verlo.

     —No, creo que no —respondió ella, luego de un breve silencio—. Ellas despejaron mis dudas... un poco, —siguió hablando— pues hay quienes no sólo cuidan, o cuidaron, de los hijos de la otra mujer de su marido, a hijos ajenos o que, al igual que yo, parieron al hijo de su violador, y a todas las pude ver cercanas a ellos, abrazarlos e incluso quererlos; algunos eran incluso mayores y les correspondían de la misma manera, creo que fue entonces, durante una plática con Laggertha, que me dí cuenta de que no dependía del padre o la forma en que engendraron en mi cuerpo lo que lo hace bueno o malo, sino que depende de mí; fue entonces que me pregunté porqué yo no podía hacer eso, si tú mismo le estabas dando más cariño que el que yo pudiera expresarle, así que me decidí en acercarme un poco más a él, aunque fuera poco a poco, hasta poder tenerlo en mis brazos, tal cual lo haces tú.

     —Me alegra —sonrió Ivar y ella siguió.

     —Aun temo, un poco al menos el no poderlo criar de la manera correcta —dijo— y estoy segura de que una parte de mi mente siempre estará al acecho por si él llegara a repetir acciones que degraden a la mujer, pero si eso sucediera... —apretó con fuerza la mano de Ivar, quién se había detenido junto a ella justo frente a la puerta de su hijo— si eso llegará a suceder Ivar, se que puedo confiar en ti.




Por lo corto de los capítulos publiqué dos xD, mas no coman ansias, que ¡¡¡ya se viene lo chido!!! XD okno

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