—¡Idun! —Ivar llegó hasta ella en el inicio de las casas de Kattegat. Al principio se preguntó por qué un niño había irrumpido su comida tan de repente, pero en cuanto mencionó que la "extraña" extranjera, con la que se había emparejado, estaba herida, incluso sus hermanos se levantaron de su sitio para acompañarlo rápidamente por la dirección que el pequeño les indicaba.
»Idun, por favor, háblame —Utilizó las pieles que lo cubrían para taparla debido a la inutilidad de sus ropas.
—¡Sigurd, Ubbe!, sigan sus pisadas y vean que fue lo que sucedió.
—Si.
»Indíquenos la dirección por la que llegaron y por la que la vieron aparecer —Entre murmullos escuchó las voces de sus hermanos.
—A ustedes..., los espero en la sala del rey —Asumió que esas palabras eran dirigidas a los campesinos que la acompañaban, pero él estaba más centrado en oír la respiración de su amada.
»Hvitserk, lleva a Idun a su habitación...
—Mate... —Escuchó salir de sus labios y con un abrazo la incitó a continuar— Ma-mate... mate... —Más el estado de shock permanecía en su Siv.
—Vamos Ivar, déjame cargarla —Instó Hvitserk estirando los brazos hacia el, pero fue impedido de tomarla cuando Ivar le hizo un gesto para callar y así poder escuchar a la mujer en sus brazos.
—Rey... Mate... Re-rey...—balbuceó una vez más antes de dejar aflorar el llanto que al parecer había estado reteniendo y afianzó su agarre alrededor de Ivar, evitando que su hermano pudiera cargarla.
—Bjorn, hermano —Le llamó Ivar mientras trataba de calmar a su Siv acariciando su espalda—. Que alguien alcance a mis hermanos, hay alguien muerto —dijo y con apoyo de ambos hermanos se logró reincorporar aún sosteniendo a la muchacha en brazos, aunque su mayor peso era llevado por Hvitserk, mientras Bjorn lo ayudaba a subir y acomodar en su carreta para poderla llevar con él—, un rey —gruñó ese par de palabras sólo para Bjorn y luego, acompañado de Hvitserk, echó a andar.
—(¡Un rey!) —repitió el mayor en su mente y la furia lo invadió de momento. Tanto él como sus hermanos y su madre que fungía como actual regente estaban al tanto de que Harald se había prendado de la ex-Monja, ahora esposa del más joven de ellos, y de igual manera, aún más allá de lo que ella podría significar, sabían que algún día llegaría únicamente para atacar su reino y establecer Kattegat como una más de sus tierras bajo las manos de un Jarl por él impuesto, mas no pensaron que ni habiendo pasado una cosecha de haber regresado del último saqueo éste los atacaría.
—¡Maldición! —vociferó a la nada y busco una cuadrilla más de guerreros que lo acompañaran para ir con sus hermanos, mientras encargaba a otra más la defensa de su hogar por si hiciera falta.
*****
—Vaya que le enseñamos bien a la hermana —musitó Ubbe al ver el cuerpo de un hombre entre las raíces de los árboles.
—Claaro(?) —Expresó Sigurd de manera irónica, mientras veía los restos destrozados apenas reconocibles— ¿vamos a fingir que ésto no fue un ataque como el que sufrió anteriormente? De alguien tan estúpido dispuesto a desafiar a Iva...
—¡Oh, mierda! —La voz del mayor interrumpió su hablar.
—¿Qué? —preguntó y rodeó los restos para acercarse a él.
»Mierda.
—Es Harald, ¿Cierto? —Una tercera voz se unió a ellos y se vieron acompañados de un grupo de guerreros, quienes venían con el mayor de ellos y ambos asintieron.
»¿Qué más han encontrado? —preguntó.
—La espada de Idun estaba tirada cerca de camino a acá —Ubbe le mostró el arma que anteriormente Ivar le había obsequiado a su Siv.
—No hay nada más cerca, que los cuerpos de las tres escuderas que la acompañaban ésta mañana al salir —Sigurd señaló el camino por el que se encontraban—. Una ahí y las otras dos más allá, a la distancia.
—Al parecer intentaron detenerlo, pero las alcanzó.
—¿Algo más? —Cuestionó Bjorn mientras se encaminaban por los cuerpos de las escuderas.
—Si, eso —Ubbe señaló el cielo, apenas visible entre unos árboles lejanos.
Una suave y apenas perceptible estela de humo subía con parsimonia a las nubes y de ella les llegaba el olor a madera quemada y alimentos, el aroma característico de un campamento, justo a las afueras de sus tierras.
—¿Qué haremos? —preguntó Sigurd sujetando su hacha, apenas sacándola del estuche en su cinto.
—Nada —respondió el mayor—. Ya he mandado defender la ciudad —dijo y se dirigió a los hombres con los que había llegado—. Recojan los cuerpos y ésto —Señaló los restos de Harald—, si aún no lo han notado, tal vez podríamos sorprenderlos.

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LA MONJA
FanfictionCómo Vikingos han ido saqueando las ciudades cercanas, pero hay algo extraño en este lugar, aún más extraña esa mujer, esa monja. Ivar, al igual que su padre, cayó por un Cristiano, Cristiana en su caso y aún sin saber comunicarse tiene en claro una...