—Idun —ronroneó en sus pechos al sentir cómo la chica bajaba hasta unir sus caderas, comenzando con ello un delicioso vaivén que se dedicaban a disfrutar.
—¡Ivar! —exclamó ella abrazándose a su cuello, sintiendo el caliente cuerpo masculino rozar con el suyo. Pronto sus piernas fallaron y cayó completamente sobre él, envolviendo en su totalidad el miembro masculino.
—¡Agh! —Un gruñido de excitación fue todo lo que se escuchó en la habitación con la acción femenina.
»Shh... me haré cargo —susurró con los labios en su cuello antes de morder la piel levemente y sostener fuertemente sus caderas con sus fuertes manos, forzando con ello un sube y baja más violento que el que ella llevaba, ocasionando un aumento en los gemidos de ambos y una visión aún más espectacular para él al observar como sus senos rebotaban con el movimiento, la sensación de la piel de sus glúteos en sus callosas manos y como su cabeza caía a su espalda con los labios entreabiertos, dejando al descubierto toda esa exquisita piel cubierta por una capa de transpiración completamente a su merced, a la espera de que posara sus labios ahí para deleitarse con ella.
No tardó mucho realizando aquellos movimientos cuando pudo sentir el interior de su pareja humedecerse mucho más de lo que ya lo estaba, para pasar a "explotar" sobre él con pequeñas contracciones que la hacían temblar y convulsionar en medio de sus brazos. Ivar sonrió y bebió de sus labios aquellos espasmos sin dejar de levantarla y dejarla caer en sus propias caderas.
—Cambiemos un poco —gimió en su oído y resistió las ganas de marcar la piel ajena con sus labios, pues aunque el tiempo había curado las cicatrices de la chica, no parecía sentirse cómoda con tener unas nuevas -salvo que éstas fueran por el entrenamiento-, por lo que él mismo había tomado la iniciativa de no recrearlas nuevamente, aunque en momentos como ese le costaba cumplir con ello.
Con su brazo rodeó su talle y al sostenerla lo suficientemente fuerte como para no dejarla caer con su zurda, se recargó en las pieles con la mano contraria y, con un poco de ayuda femenina -aún en la bruma de su orgasmo-, dio la vuelta para así lograr ponerla debajo, invirtiendo posiciones.
Le gustaba tenerla sobre él, de esa manera podía ocupar sus manos en trazar cada curva de la fémina, mas esa posición, con ella debajo no le disgustaba, solía enfocarse en sus gestos y ver cómo se detenía en su cuerpo por las estocadas que él le pudiera proporcionar, todo el placer quedaba a su cargo y el saberse con la capacidad de poder otorgárselo le fascinaba, sin importar la inmovilidad en la que permaneciera el resto de su cuerpo.
Al sentir un nuevo beso en su mandíbula retomó la consciencia entre sus piernas y con la ayuda de su pareja logró introducirse nuevamente en su ser para comenzar una vez más con ese delicioso ir y venir entre sus pieles.
Se recargó en sus brazos para quedar más cerca de ella y así poder recibir en sus hombros y pecho las mordidas con las que Idun ocultaba sus gemidos, pero algo los interrumpió.
—¡Mamá, papá! —Un agudo grito los inmovilizó en su lugar. La puerta fue abierta y una pequeña cabecita se mostró a su lado. Idun jaló las pieles y se terminó de cubrir hasta el rostro mientras Ivar se dejaba caer, enterrando su cabeza en el hueco de su cuello.
No era la primera vez que Herleif llegaba a su cuarto por la noche, corriendo, gritando, llamando la atención de sus padres, interrumpiendo su encuentro metiéndose entre ellos. Ivar bufó y salió de ella con un gruñido, sacándole un último quejido de satisfacción a la chica, quien había intentado contenerlo.
—¿Qué haces aquí enano? —preguntó Ivar aún cuando sabía la respuesta. Era la misma desde hace lunas. Apenas comenzó a correr salía en medio de la noche y se metía a su cuarto. No solían tener problemas con ello cuando dormían, sólo estiraban el brazo del lado donde se encontrara su hijo y lo subían, pero había otras ocasiones en las que, como ahora, les impedía poder disfrutarse.
»Dame eso enano —dijo señalando la tela a sus pies y al recibirla se la pasó a su mujer quién rápidamente se la puso para cubrirse—, ve con tu mamá —Le indicó para él poder amarrarse un paño de cintura que lo cubriera.
—Mamá, dormir —hablo el pequeño e Idun lo levantó en brazos.
—Deberías de estar dormido Herleif —Salió de los labios femeninos en un intento de regaño mientras el pequeño se abrazaba a ella en medio de ambos. Ivar lo miró y volvió a bufar, recientemente o al menos por las noches, al crío le daba mamitis y no se despegaba de su compañera, lo que le agradaba, pues indicaba que había un lazo más grande entre ellos, pero a su vez le impedía el acercarse completamente a su pareja y ella también era suya, no sólo de ese humanito pegajoso que no se separaba de su lado al morir el sol.
Se recargó en su brazo y cubriéndolo con su cuerpo un poco alcanzó los labios de su compañera, sólo para sentir como su pecho era empujado desde abajo para que se alejara. Definitivamente las noches no eran las mismas. Fue poco el tiempo que duraron siendo ellos dos solos e Ivar seguía pensando en si lo amaba o lo detestaba, así que ignorando el empuje que recibía prolongó un poco más el beso como una pequeña travesura, sólo para separarse y dejar uno similar en la coronilla del ser que reía entre ellos.
—Siv mía —exclamó el pequeño riendo luego de que Ivar los rodeará a ambos.
—No, mi Siv, tu madre —contestó Ivar iniciando la pequeña "riña" que venía siendo costumbre cada que Herleif se "adueñaba" de su madre.
—Mamá, ¡Siv mía! —repitió como una chiquillada e Ivar río burlonamente.
—Tu madre —dijo señalándolo—, es mi mujer y tú mi hijo —siguió molestando al menor, que rio durante la pequeña"disputa" hasta quedarse dormido.
Herleif crecía rápidamente y pronto comenzó a jugar con las varas del suelo, tal cual veía lo hacían sus padres y tíos en el entrenamiento, corriendo de un lado al otro con una espada de madera que su padre le hizo junto a un par de hachas pequeñas que lanzaba de lado a lado fuera de la sala del rey.
Al mismo tiempo, su repertorio al hablar había crecido considerablemente y ya no sólo decía palabras entrelazadas, sino que hilaba grandes frases con un sentido totalmente entendible para quien lo escuchara, por lo que se estaba volviendo costumbre oírlo durante todo el día hablando con todo el que se le cruzara; el problema estaba en que sus padres no sólo le enseñaban el idioma de Kattegat, sino que también (su madre principalmente) le hablaba y enseñaba su lengua de origen y un poco más de aquellas otras que conocía, razón por la que la mayoría que lo oyera hablar sólo entendiera la mitad de lo que siempre iba promulgando y en general, los más cercanos, le pidieran constantemente repetir sus palabras en SU idioma.
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LA MONJA
FanfictionCómo Vikingos han ido saqueando las ciudades cercanas, pero hay algo extraño en este lugar, aún más extraña esa mujer, esa monja. Ivar, al igual que su padre, cayó por un Cristiano, Cristiana en su caso y aún sin saber comunicarse tiene en claro una...