CAP 19. HARALD

1.4K 153 13
                                    




Ya no es sólo el timbre de su voz pronunciando aquellas extrañas palabras que busca enseñarle, es el cambio que da en su entonar de un idioma a otro y ese extraño sonidito que produce para evitar reírse, sólo encogiendo sus hombros y tapando levemente la sonrisa en su boca con una de sus manos; es el olor de su cabello y la suavidad de éste; la textura de su piel, la calidez que emana y sus reacciones al tocarla; el "sabor" de su boca, o al menos aquel leve toque que obtuvo de aquellos labios sellados con los que chocó los suyos; lo cristalino en su mirada que no parecía ser de miedo o lágrimas, sino de otra cosa, otra emoción que desconocía; era imaginar su rostro más sonrojado que el de aquel día y el no despegar su mirada de la suya mientras la tocaba y sus facciones se desfiguraban en un placer que él desconocía y que dudaba en poder otorgarle...

     Era el no querer asustarla y tenerla completamente para él, sólo para él.

     No ha dejado de pensar en eso, en ella. Es más que obvio que el la desea y teme, muy en su interior, obligarla a algo que él sabe no puede otorgarle; asustarla con su actitud sádica y despreocupada que la hizo tener un ataque de pánico ya una vez. Que ella quiera volver a morir. A eso le teme.

     —Ivar —La voz de uno de sus hermanos mayores lo saca de su ensimismamiento. Habían estado organizando la delegación que sería enviada al rey Harald por su natalicio y aprovechando el festejo, planeaban conseguir su apoyo para el siguiente saqueo que se daría en el suroeste nuevamente.

     —Podríamos simplemente enviar mujeres casaderas —dijo por fin—, o no hacerlo y evitarnos su drama sobre lo enamorado que está de las mujeres, o del amor en sí —responde y evita seguir con sus antiguos pensamientos sobre la que quiere de compañera.

     Estará, junto a sus hermanos, fuera de Kattegat durante una semana, tal vez más y ahora su mayor preocupación debería de ser el no dejar sola a su cachorra, pero tampoco puede llevarla consigo.


     Harald y Halfdan eran peligrosos para su reino y más para sus mujeres; no es que temieran el maltrato que el primero, siento Rey, podría tratar a su elegida Reina, sino que el hombre era tan enamoradizo, que era capaz de ir a la guerra con otro reino si la mujer en cuestión ya estaba prometida o emparejada con alguien más; no tenía problemas en obligarla a irse con él y permanecer a su lado prometiéndole un eterno amor y ser su razón de vivir; pero si ella se negaba el desamor también le afectaba de sobremanera y si no lograba convencerla de amarlo, o estando con él terminaba por engañarlo, no le daría mayor problema el asesinarla, a ella y al hombre que amara, puede que incluso a su familia y si eso pasaba dependería de la importancia de dicha familia el llegar a problemas mayores.

     Por su parte, si bien Halfdan era más "tranquilo" en ese aspecto, era un excelente guerrero y haría cualquier cosa por su hermano, incluso seguirlo a la muerte en una batalla por una mujer, lo que los convertía en una dupla peligrosa.

     Se entiende, entonces, el porqué de su preocupación. Y no era el único.

     Bjorn, e incluso Ubbe, siendo mayores y con más serena actitud, se debatían en si hacer quedar o no a su hermano menor por las mismas razones. Aunque bien sabían que sería imposible en un acercamiento como ese. Hacerlo implicaría causar y enfrentarse a su enojo por "dejarlo de lado", además de una afrenta para el Rey Harald al no ser la totalidad de los hijos de Ragnar quienes pidan su ayuda.

     —Ivar —Le llamó Bjorn, el mayor de todos los hermanos, más no dijo nada más al oír las palabras del temible "Deshuesado".

     —No llevaré a Idun con nosotros —dijo—. Es peligroso para el reino de Kattegat si Harald queda prendado de ella como suele suceder con cualquier mujer que se cruce en su mirada —afirmó las sospechas de los mayores al escuchar sus palabras, pues de intentar llevársela, Ivar desataría el Ragnarök con tal de hacerla regresar a su lado.

      Y no querían pensar en lo que pasaría en el caso de que ella falleciera en el proceso, fuere o no a manos del Rey.

     —Siendo así está decidido —Bjorn asintió a sus demás hermanos, palmeando la mesa en torno a la que se encontraban—, todos nosotros, hijos de Ragnar, iremos en la delegación al Reino de Harald para invitarlo al saqueo próximo.

     Luego de escucharlo y terminar con algunos detalles extras los hermanos salieron del salón en el que se encontraban reunidos, más Bjorn fue detenido a medio camino rumbo a las habitaciones de su madre.

     —¿Pasa algo, Ivar? ¿Te arrepientes de tu decisión? —preguntó al ser detenido por la mano libre del menor en su brazo.

     —¿No es necesario o sí? —respondió en otra cuestión el mencionado—. Tu madre... —titubeo— ella puede hacerse cargo de mi cachorra durante esos días ¿cierto? —Un apretón en el brazo ajeno acompañó sus palabras y Bjorn entendió, sin mayor sorpresa pues se lo esperaba, que su hermano no dejaría a la mujer sin estar completamente seguro de que ésta estaría a salvo.

     —Por supuesto hermano —El mayor sonrió y palmeó su hombro, cuidando de no hacerlo caer— Ella se encargará de Kattegat durante nuestra ausencia y estoy seguro de que cuidará de tu ex-monja con apreció —dijo y luego de un apretón entre sus brazos se alejaron.




LA MONJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora