CAP 30. RISA EN EL VIENTRE (2)

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El beso que en un inicio fue lento lo llevo a sostener la cintura ajena para sentirla nuevamente, ella se estaba dejando llevar como momentos antes, mas se detuvo poco tiempo después, sólo enfocándose en besar con amor, ternura y pasión al hombre que no la empujaba a ese siguiente nivel del acto que ella misma deseaba, fue entonces que abrazados se dispuso a repetir lo anteriormente hecho; se posicionó sobre él otra vez y empujó poco a poco su centro al de él mientras lo seguía besando y soltaba un quejido en los labios ajenos, quejido que Ivar se bebió e hizo estremecer al verse una vez más envuelto en la fémina.

     Su cuerpo se mantuvo rígido al igual que sus manos, apenas cerradas en la cintura ajena, en cambio sus labios no dieron tregua a los de la mujer que no dejaba de besarlo, calmando con ello las propias sensaciones que ella misma sentía recorrer su espina al verse empalada en el cuerpo de Ivar en una nueva ocasión.

     Un suspiro más largo fue absorbido por los labios del muchacho cuando ella dejo de besarlo, momento que él aprovecho para recuperar el oxígeno necesario que había soltado al sentirse envuelto en los pliegues de Su Mujer, quien sin cambiar su posición despegó su torso del muchacho para mirarlo a los ojos y sonreír.

     —Si pude —dijo sonrojada, con los labios hinchados, la respiración acelerada y el cuerpo levemente temblando ante la intrusión masculina. Tan hermosa, tan bella; uniéndose a él, completándose a si misma—. Ahora si soy tu mujer, Ivar —murmuró evitando su mirada.

     —Siempre lo has sido Idun —Le dijo al escuchar sus palabras y la atrajo nuevamente a su cuerpo, mas no contaba con hacer estallar nuevamente aquellas sensaciones en ambos, ocasionando que soltaran un gemido ahogado que posteriormente causó la risa de la chica sobre él.

     Idun entonces hizo recostar una vez más a Ivar, quién le acató aún reticente de separar ambos cuerpos, sólo bajo la promesa de un nuevo beso en esa posición, más en cuanto lo hizo y luego de haber juntado ambos belfos, su ahora compañera levanto su torso del suyo y llevó sus manos, de su cintura -de dónde en ningún momento se despegaron- hasta sus senos, moviéndolas en su propio cuerpo de manera que él lo siguiera haciendo aún cuando ella se las soltara. Fue así como Idun comenzó a montarlo lentamente, perdiéndose en las sensaciones que el choque de sus anatomías causaba en ambos y en las manos de Ivar que, cada vez más seguras, se aferraban a sus senos y a su carne; amasándolas a su gusto con algo de rudeza, pero el cuidado y delicadeza que siempre le procuraba; perdiendo cada vez más la consciencia y centrándose en el placer que tanto él como ella sentían.

     —¡Ah! ¡Ivar! —gritó la muchacha pegándose a su cuerpo cuando el joven deshuesado en lugar de sujetar sus senos llevo sus manos a su trasero; y ya no sólo lo amasaba y sujetaba, sino que sintiendo que desde ahí podía dirigir los movimientos del cuerpo ajeno sobre él, la comenzó a mover más rápido, más profundo, aumentando las sensaciones en ambos, no sólo en él, quién (por fin) dejándose llevar, mordía, succionaba, besaba y lamía cada fragmento de piel al alcance de su boca— Ivar ¡Ivar!

     Un par de gritos más con su nombre llevaron a las piernas de la fémina a caer a sus costados, y aún empalada tener un orgasmo sobre él, quién sorprendido y excitado se acomodó un poco mejor, y percatándose de la debilidad de la chica en sus brazos, sujetarla desde la cintura y con fuerza moverla por su cuenta, extendiendo (sin saberlo) su orgasmo y haciendo explotar en su cuerpo el suyo propio.

     —¡Aaaghh! —Un nuevo grito y más gemidos que ya no pudo retener fueron expulsados por su garganta antes de caer nuevamente de espaldas y junto a la mujer sobre él perder temporalmente la consciencia, ambos ensimismados en su propio epicúreo como para notar algo más a su alrededor.

     »Te amo —dijo Ivar en cuanto regresó en sí mismo, percatándose de lo que había hecho al dejarse llevar por las caricias de su Siv y dándose cuenta de que ella no temblaba más que de placer sobre él—, en serio, te amo Idun —repitió luego de unos instantes de sólo sentir el cuerpo femenino sobre el suyo y dedicarse a acariciar su espalda con tranquilidad.

     Un leve gruñido fue su respuesta, pues la recién casada había caído en un sueño profundo luego de lo sucedido gracias a la relajación post-orgásmica y el cansancio acumulado durante esos días del preparativo para su Brudhlaup, por lo que aún siendo prisionero de su carne, con una sonrisa y la mano afianzada a su cuerpo, Ivar beso los cabellos a su alcance y durmió con ella, completamente ajeno a sus alrededores.


*****


Por su parte, justo en las afueras de la alcoba, con el alcohol en la sangre y presa de los celos que le ocasionaba el saber que era un "niño", ni siquiera un hombre, quien estaba disfrutando de las caricias de aquella singular mujer,  única en su clase, Harald hervía de irá contra aquel "Deshuesado", pues aunque deseaba entrar en ese mismo instante a llevarse a la mujer ahora dormida con él y matar al descendiente de Ragnar, su hermano a su espalda se lo impedía, diciendo que de hacerlo, pondría en peligro su reinado y a todos los hermanos en su contra.

     Pero los dioses estaban de testigos, él acabaría con ese temible deshuesado y lo haría de tal forma que su mujer se quedara con él, pues él y sólo él era el único hombre idóneo para semejante hembra. Así que aún con reticencia y enfado se dejó llevar por su hermano lejos de la habitación matrimonial evitando ser oídos por la pareja en su interior, y vistos por los invitados afuera presentes, mas con la premura de que el día llegara y más que el día, la oportunidad de conseguir su objetivo.




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