LA MONJA

CAP 31. REY

—(Las mujeres son criaturas extraordinariamente hermosas y fuertes Ivar el "Deshuesado") —recordó aquellas palabras que le dijo no hacía mucho en vísperas de su natalicio— (... Y ahora lo sabes tú, Ivar) —Rio al ver en sus recuerdos a esa hermosa extranjera—. (Esperemos que aquella causante de una sonrisa como esa en el rostro de tan temible joven merezca tu sentir).

     No lo merecía, por Freya, Odín y su hijo Ragnar en el Valhala, su padre, que ese maldito lisiado no la merecía en lo absoluto.

     Harald hervía de rabia en su reino, su hermano Halfdan lo había tenido que obligar a regresar luego de que éste se escabulló a la alcoba del Brudhlaup para terminar observándolos teniendo relaciones.

     —Hermano —Le intentó llamar por 5ta vez al verse nuevamente ignorado, pero nada.

     Esos grandes ojos bicolor que imitan sus cabellos, la tez oscura con manchas pálidas ¡y su cuerpo!, blando, suave, no el de una escudera y tampoco el de una princesa, probablemente era sólo una muchacha común inclusive, pensaba, una extranjera cualquiera con una belleza de diosa; prostituta, campesina o ni siquiera eso, una esclava y por los daños que pudo apreciar mientras los espió en su habitación, seguramente era eso último.

     —Ese maldito lisiado no la merece —murmuró para sí, siendo escuchado por su hermano, quién permanecía ahí.

     —Rey Harald —llamó ésta vez más alto, obteniendo la atención de su contraparte—. Debe dejar de pensar en ella, no querrá ir a la guerra contra el reino de los Lothbrock.

     —Algún día tendría que pasar ¿no? —respondió éste al ver la negativa en su hermano— Si quiero ser el rey de toda Noruega debo hacerme de Kattegat, no importa que el padre de sus "regentes" haya sido mi aliado.

     —Es cierto eso, pero...

     —¿Qué más noble pelea que el amor existe en éste mundo hermano? —Le interrumpió Harald— No hay guerra más apropiada para mí y mi reinado, que hacerle ver a mi hermosa enamorada lo que soy capaz de hacer por ella, lo que lograré... —calló— darle su libertad.

     Y siguió hablando, recitando sus amores respecto a la pareja del sádico "Deshuesado"; el más joven de sus hermanos, el único lisiado en su familia sí, pero también el más feroz, aquel que a solas lograba -con temibles alaridos- intimidar a todo un ejército enemigo, quién les diera, en venganza a su padre, las mejores estrategias con las que acabaron con los Sajones en el extranjero. Su hermano, rey de Noruega planeaba hacerle la guerra a ese hombre, a Ivar Lothbrock, hijo de Ragnar, descendiente directo de Odín, y a sus 4 hermanos porque, estaba seguro, no pelearía sólo y aunque aparentemente la relación de los hermanos era inestable, la sangre siempre defiende a los suyos.

     Suspiró, había dejado a su hermano a solas, girando en torno a sus palabras mientras él mismo pensaba cómo hacer para detenerlo, mas nada pasó por su mente.

*****

Las ropas rasgadas, los ojos desorbitados y el cuerpo salpicado en sangre. Toda ella era una imagen de violencia, victimismo y guerra, elementos que habían querido despojar y eliminar de su ser; contrarios a la tranquilidad acostumbrada con la que se había empezado a mover por Kattegat, a la fuerza mostrada, a la valentía que poco a poco se acrecentaba en sí, por lo que ésta actitud era extraña aún para los aldeanos con los que se cruzó y quiénes la reconocían sin problemas, más aún desde su unión con Ivar.