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Sus labios se movían al mismo ritmo que los míos, sus manos estaban en mi cuello atrayéndome más a él para profundizar el beso. Sus manos dejaron mi cuello para dejarlas en mi cintura, dió un ligero apretón y después hizo que me levantará de sofá e hizo que me sentará en sus piernas.

—¿Que haces? —susurré.

—Tranquila, nadie nos verá —beso ligeramente mi cuello.

—Luke....—murmuré, cerré un poco los ojos y después vi en dirección a el bar y me di cuenta de que el mesero ya no estaba.

Entonces, solo éramos él y yo.

—Los cristales están polarizados, nosotros podemos verlos pero ellos a nosotros no —besó mis labios—. Y no hay nadie más aquí arriba...solo somos tú y yo Madeline.

—¿De verdad?

—De verdad —afirmó y sentí sus manos apretando nuevamente mi cintura atrayéndome hacia él.

Apreté los labios para evitar que un gemido saliera, él cerró un poco los ojos y después los abrió viéndome fijamente, sus ojos brillaban, no pude evitarlo y me lo besé nuevamente, sus labios se movían rápido sobre los míos, el beso era rápido pero bastante pasional, moví un poco mi caderas y él apretó nuevamente, metió sus manos debajo del jersey y su cazadora, sus dedos estaban fríos e hicieron que mi piel se erizará.

Mis manos estaban en su rostro, una de ellas dejo ese lugar para bajar hasta su pecho, sus manos deban caricias en mi espalda.

—No lo haremos aquí si es lo que piensas —canturré sobre sus labios y el sonrió.

—No lo haremos Madeline...solo es un beso, un buen beso —volví a mover caderas hacia adelante y el jadeó—. Si es que tú quieres.

Mordí levemente sus labios y luego volví a besarlo, nuestras respiraciones eran pesadas y aceleradas, el ambiente era tenso en este lugar y había un inimaginable calor entre nuestros cuerpos, sus manos iban subiendo poco a poco y cuando estaba apunto de llegar hasta la parte más arriba de mi espalda una voz se hizo presente haciendo que saltará sobre él e inmediatamente escondiera mi rostro avergonzado en el cuello de Luke. Él saco sus manos del jersey y las puso sobre la cazadora abrazándome.

—Le pido una disculpa jóven, pero requieren su presencia en la zona roja. Es urgente.

—Más vale que así sea, enseguida voy.

No quería sacar mi rostro de ahí, estaba demasiado avergonzada, ¿Qué no saben que existen las puertas? Nunca en mi vida me había pasado algo igual.

—Ya se ha ido —dijo en mi oído, me alejé un poco para verlo, tenía una sonrisa, pero no era la típica sonrisa burlona que mantenía siempre conmigo, está era ¿Dulce?

—Es lo más vergonzoso que me ha pasado.

—Ya creo que sí —chistó—. En este mismo instante pareces una hermoso tomate.

—Joder —farfullé y volví a ocultar mi rostro en su cuello.

—Tengo que irme, ¿podrías esperarme un momento aquí?

—Podría...

—Espero lo hagas, posiblemente lloraría sí me dejarás —reí un poco y me alejé para volverlo a ver a los ojos.

—Me gustaría verlo —él negó—. Me quedaré, te lo prometo —lo besé rápido y una sonrisa ladeada apareció en su rostro.

Me bajé de él y se levantó del sofá, y antes de irse dijo "No tardaré" después de eso él se fue dejándome sola, pero unos minutos después el mesero regreso, me senté en el sofá y bebí un poco de la margarita que Luke me había llevado, tomé mi pequeño bolso y saqué mi celular y entre a mis mensajes y busque a Nate hace semanas que no hablo con él, creo que la última vez que hablamos fue cuando me mudé.

Perfecto Mentiroso | L.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora