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Después de la invitación de Calum en menos de una hora todo el instituto se había enterado de aquello, inclusive él.

En toda la noche no había dejado de pensar en dos cosas en específico, en el maravilloso beso con Luke y la magnífica e inesperada cita con Calum.

Luke representaba ese tipo de chico que me parecían peligrosamente atractivos, con un aire de misterio y tentación.

Mientras que Calum, era como el modelo de chico perfecto que tenía en mi mente, todo lo que una vez de niña soñé, como el príncipe azul que tanto anhelaba a esa edad.

Ambos eran perfectos, eso no lo negaré, solo que uno de ellos tiene una desventaja y es algo que yo no puedo cambiar, Luke era muy egocéntrico y bastante burlón para mí gusto, quizás frente a todos él era el modelo de hijo y estudiante perfecto pero para mí era todo lo contrario. Frente a mis ojos Luke Hemmings era un perfecto mentiroso.

Engañando a medio pueblo con sus encantos y sonrisas traicioneras. Pero nada de eso le quitaba lo guapo que es, y aunque me esfuerce en hacer creerle a mi mente que Luke es de todos menos atractivo ante mis ojos era algo imposible.

Calum de forma muy amable se ofreció a llevarnos, y con llevarnos me refiero a Katherine, Rachel y a mí, y claramente acepté. Durante el tiempo que estuve ahí evité a Luke a toda costa, no podía verle a la cara, por qué cada que lo hacía la escena de él besándome se repetía una y otra vez y sentía mis mejillas arder por lo que opté en esconderme de él, lo digo de forma literal, y refugiarme en mi hemrna y amiga.

El auto de Calum se detuvo frente a nuestra casa, Rachel y Katherine salieron rápidamente del auto agradeciéndole a Calum y dejándome a solas con él, nos mantuvimos en silencio por unos cuantos segundos y después ambos nos volteamos a vernos al mismo tiempo y reímos ante eso.

—Gracias por traernos...

—No es nada, para mí es más que un placer hacerlo.

—Bueno, ya tengo que entrar —murmuré—. Te veo mañana, bueno más bien...te veo más tarde —sonreí.

Él también lo hizo, abrí la puerta del auto y antes de bajar un impulso hizo que me quedará unos segundos más en el auto, me acerque hasta él y dejé un beso suave sobre su mejilla, y como una niña de diez años mis mejillas se enrojecieron en el instante y aparte la mirada de él y bajé del auto sin ver atrás.

Sonreía mientras caminaba a casa, Katherine ya había entrado a su casa, pero estaba más que segura que Rachel debía de estar viendóme desde las ventanas de la cocina, durante toda mi adolescencia nunca había experimentado del todo está sensación del llamado "primer amor" esto era nuevo para mí y por lo poco que llevaba con esta sensación me sentía muy bien.

Y como lo sospechaba Rachel nos había visto desde la cocina, cuando entre ella salió dando brincos de felicidad hasta llegar a mi y aguanto las ganas de querer gritar de emoción, cuando ella se enteró de mi salida con Calum se había puesto demasiado feliz y no dejaba de repetirme "te lo dije" por qué de una forma u otra lo que ella había pensado unos días antes había ocurrido.

Subimos a nuestras habitaciones, al entrar me despoje mi ropa y cogí una toalla para ir a darme un baño antes de dormir, eran las doce con treinta y dos, tomé un baño de ocho minutos exactamente, entre nuevamente a mi habitación y me puse mi pijama, apagué todas las luces de mi habitación y me metí a la cama acobijandome bien, sentía mis ojos muy pesados por lo que no tarde mucho en conciliar el sueño.



[...]




—Besáme...vamos, bésame de nuevo, Mason.

Susurró a mi oído, y beso mi cuello dejando una sensación de ardor, me mordí los labios y cerré los ojos, su voz se escuchaba muy excitantes, y la situación también lo era.

Estábamos en mi habitación, él había entrado de imprevisto de mi balcón y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba contra la pared con él frente a mi atrayéndome a su cuerpo.

Nuestras respiraciones eran rápidas y muy descontroladas y el ambiente era tenso y la temperatura muy alta.

—Besáme, Mason —volvió a susurrar y mordió levemente mi lóbulo y alejó su rostro de esa área para verme a los ojos, sus ojos brillaban y por la poca luz de la habitación hacia que el momento fuera más emocionante.

Y sin pensarlo más me lancé a sus labios, besándolo con lujuria, él apretó mi cintura y me pegó aún más a él, respondió el beso en el instante que mis labios tocaron los suyos, nuestros movimientos eran sincronizados y parecía que nuestras bocas fueron creadas para estar juntas, aún conservaba la cazadora de cuero que hace unas horas.

Dormía plácidamente en mi cama cuando unas piedras chocaron contra los cristales de la puerta del balcón haciendo que me despertará encontrándome con el rubio.

Mis manos estaban inquietas y mi cuerpo quería más, comencé a quitarle la cazadora, sus manos se introducieron por debajo de mi blusa de pijama, sus dedos estaban helados y mi piel estaba caliente, le quité la cazadora dejándolo con la playera blanca que tenía bajo está. Acaricié sus brazos y él comenzó a subir mi blusa lentamente, hasta que la quitó y me dejó con el sostén gris y sus manos comenzaron a subir más.

Rompió el beso, ambos necesitábamos aire, Luke no perdía el tiempo ya que en menos de cinco segundos ya estaba besándome el cuello de una manera deliciosamente tentadora, mi respiración era un desastre, me mordí el labio cuando sentí como succionaba la piel de mi cuello.

Dejé de sentir sus manos sobre mi piel pero instantes después estás estaban posicionadas sobre mis caderas y me movió hacia él y un jadeo salió de mis labios y sentí como él sonreía.

Le quité la camisa rápidamente y luego me lancé a él nuevamente para besarlo ambos comenzamos a caminar para alejarnos de la pared y me empujó sobre la cama quedando tendida en ella, él sonreía maliciosamente, caminó hasta mí para besar cortamenente mis labios y luego sus besos comenzaron a descender de mi cuello, a mi pecho y de mi pecho a mi estómago y cada vez se aproximaba a mi vientre, cerré los ojos y me mordí el labio cuando sentí como sus manos bajaban los pantalones de pijama...

—¡Madeline, es hora de desayunar! —gritó Rachel tocando la puerta.

Me levanté de golpe de la cama, mi respiración estaba agitada, mi frente sudaba y mi cuerpo ardía.

Maldición había sido un maldito sueño...mierda parecía tan real, jodidamente sensual.

Perfecto Mentiroso | L.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora