Capítulo veintinueve

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 Lan XiChen no sabía que decir, o que pensar. Todo sucedió como un borrón. Demasiado rápido. Demasiado caótico. Y él todavía se encontraba poco lúcido. Aletargado. Totalmente adormecido.

 Ni siquiera tuvo oportunidad de decir algo.

 De un momento para otro, todo lo que quedó fueron los rastros del grito de Jiang WanYin que aún hacía eco en las paredes de cristal de la habitación de la sortija, y ZeWu-Jun no podía entender cómo es que, de pronto, habían llegado allí. ¿Qué tipo de mecanismo extraño existía en aquel accesorio que no tenía el mismo efecto sobre los demás? ¿por qué WangJi y Wei WuXian podían manipularlo sin problemas y en el momento que Jiang WanYin y él lo hacían, eran arrastrados dentro de la gema?

 Empezaba a creer que el joven de violeta no le había explicado correctamente los detalles de aquella pieza.

 Sin embargo, no pudo reunir sus pensamientos para reprocharle nada, porque una fuerte punzada en la herida del vientre lo hizo encogerse bruscamente de dolor, y un instante después todo comenzó a volverse oscuro una vez más.


 Jiang Cheng reconoció rápidamente que había algo mal en el Lan y se apresuró a llevarlo a la cama. Su corazón entero se sacudió en su pecho al sentir contra su espalda la flacidez del cuerpo del hombre de blanco sin ningún tipo de tensión en los músculos, ni resistencia. La palidez en el rostro de Lan XiChen era aterradora y su frente estaba profundamente fruncida por el dolor, cubierta de sudor frío y una inquietante mueca que lo estremeció.

 Asustado le abrió las prendas y descubrió que el vendaje que había improvisado estaba completamente manchada de sangre oscura.

 Jiang Cheng entendió que había subestimado por completo el veneno de aquella bestia. Aunque su toxina no era mortal, eso no quería decir que no fuera problemática, apuntó. Era realmente un alivio que este tipo de escorpión mantuviera el hábito de comer carne fresca y jugosa, por lo que no asesinaba a sus presas en el acto. Este arácnido en realidad degustaba a sus víctimas vivas, de forma lenta y minuciosa, y era ampliamente conocido que poseía la increíble habilidad para mantenerlas en el mejor estado posible, casi hasta su último bocado.

 Debido al tamaño masivo de la bestia tuvo que agradecer internamente no haberse convertido en su próxima cena.

 La herida en XiChen era profunda. Ahora viéndola con atención y desde otra perspectiva parecía no tener intención alguna de cerrarse aún. La sangre brotaba firme y constantemente, como grifo abierto. Jiang Cheng ya no sabía si su debilidad se debía al veneno paralizante que mantenía su cuerpo flojo y laxo, o la continua pérdida de sangre que no había notado.

 Pensando rápidamente, cogió las cenizas del quemador de incienso de la habitación y las vertió sobre la herida para detener el sangrado.

 En el mismo momento los ojos de Lan XiChen se abrieron pesadamente, revolotearon cansados y confundidos.

 Con la mirada lánguida observó al líder Jiang tratar su abdomen apuñalado con cuidadosa atención. Lan XiChen se sentía aletargado y somnoliento, pero no podía quitar la vista del rostro lleno de ansiedad y preocupación del chico.

 Imprudentemente sonrió.

 WanYin era tan endiabladamente hermoso que sintió un anhelo inoportuno. Quiso borrar las profundas líneas que le cubrían el entrecejo con sus dedos, pero el movimiento para hacerlo era demasiado grande y no tenía fuerzas. Apenas si tenía aliento para hablar y sus palabras eran trémulas también.

— Solo es una herida menor —le susurró bajo, viendo a la perfección a través de Jiang Cheng y la intranquilidad de su corazón.

 Simplemente me encuentro inútilmente entumecido e inmovilizado, razonó y tras ese tonto pensamiento pudo entender el disgusto permanente en la expresión de Jiang WanYin. Si no hubiera actuado tan precipitadamente habría evitado ser golpeado de esa forma. Podría haber evitado acabar de aquella manera. Sin embargo, Lan XiChen no se sentía demasiado mal por ello. Descubrió que se sentía inusitadamente bien ser cuidado de aquella forma y poder sentir esta natural intimidad entre los dos, le llenaba el corazón de esperanza y una expectativa aún más incontrolable.

 Enseguida aquel pensamiento intrusivo lo sintió impropio. Inapropiado. Se sintió asustado de sí mismo y de sus estúpidas reflexiones.

— Aparentemente los jóvenes se hallaban en buen estado —dijo repentinamente, cambiando la dirección de sus pensamientos hacia un lugar más seguro.

 Todo había sucedido muy rápido, no fue capaz de ver con claridad, pero realmente no parecían haber encontrado peligro. Tal vez se debiera a la presencia de Lan Zhan y el joven maestro Wei allí, calculó.

 Meditó atentamente acerca de ello, y el corazón de XiChen se llenó de tranquilidad al saber que, ante cualquier eventualidad que pudiera llegar a surgir, los niños estarían a buen resguardo. Observando a Jiang Cheng, supo que el hombre tenía la misma impresión, aunque no quisiera admitirlo.

 Sin embargo, Jiang WanYin asintió ligeramente cuando le hizo saber aquello, pero su expresión se había vuelto algo antiestética. Rígida. ZeWu-Jun reconoció que esto era en realidad así, siempre que se cruzaba en su camino al joven maestro Wei.

 Lan XiChen quiso decir algo que aliviara ese tenso gesto. Quería desviar de algún modo la atención del joven líder lejos de esos pensamientos oscuros que invadían su mente, pero no sabía que podía decir en esos instantes. Aunque finalmente no tuvo la necesidad de pensar demasiado. Una repentina y dolorosa punzada hizo que se doblara de dolor de forma súbita y violenta.

 El encantamiento de la máscara reaccionó al mismo tiempo en que, instintivamente, intentó suprimir sus infantiles expresiones, y con un interno suspiro debió ser honesto consigo mismo.

— Realmente duele —admitió de forma entrecortada. Su vulnerabilidad siendo expuesta ante Jiang WanYin. Solo ante él y nadie más.

 Irremediablemente debió volver su atención a la problemática máscara y a la particular conexión que había entre ella y las reacciones naturales que reprimía de forma prácticamente inconsciente. Las cuáles no serían tan conflictivas si esta máscara no reaccionara también cuando quería ocultar lo que el joven líder Jiang le hacía sentir.

 Y XiChen estaba sintiendo mucho más de lo que le gustaría admitir.

 No pudo evitar pensar en como había perdido por completo el juicio en aquella recámara de piedra, y al mismo tiempo como había respondido Jiang Cheng a su irreflexivo arrebato.

 Aún podía sentir con increíble persistencia la sensación de calor del cuerpo flexible del hombre entre sus brazos, el sabor de su piel y de sus besos voraces que le hicieron perder la cordura y la poca estabilidad que aún podía manejar.

 Su respiración quedó dolorosamente atrapada en su pecho, impidiéndole respirar.

 Su corazón se tensó casi agresivamente.

 Lan XiChen sabía que debía evitar que sus pensamientos volaran de regreso hacia aquel que fue el momento más caótico e imprudente de su vida, pero una vez que la imagen se deslizó en su mente la llenó como si fuera invadida y se vio sumido en la desesperación.

 La máscara tiró de él intentando tomar el control de su cuerpo y de su mente, y Lan XiChen indefenso no podía hacer nada para evitar la catástrofe que sabía sucedería allí si perdía el control.

 Sin embargo, no podía retener su corazón.

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