Capítulo cuatro

2.1K 264 2
                                    


 Jiang Cheng soltó un largo suspiro entredientes. Tembloroso. Contenido. Se sentía absurda y torpemente nervioso.

 Son asuntos oficiales, se dijo en un recordatorio que debería haber sido innecesario, pero que le consiguió algo de paz mental.

 Inhaló con suavidad. El aire limpio y puro de montaña le llenó los pulmones y le trajo a la mente recuerdos viejos, casi marchitos. Momentos velados pertenecientes a historias ya lejanas, que vinieron a él como si pertenecieran a otra vida. Habían pasado demasiadas cosas en el extenso lapsus de su última visita al Receso de las Nubes.

 Ya no era un niño. Era un adulto sobre el cual el peso de su Clan descansaba ahora en sus hombros. La total responsabilidad por su terco sobrino también, y era aquello precisamente lo que lo llevó una vez más allí, a Gusu.

 Conocía de primera mano lo agotador y aterrador que era ser la cabeza de un Clan a una edad temprana. Le preocupaba el chico. No podía evitarlo, pero no podía permitir tampoco que el puesto le fuera arrebatado sólo por ser ingenuo, grosero y mimado.

 Un poco de rigor impuesto por un recto Lan QiRen quizás le otorgue algo de sentido, concedió en un firme asentimiento.

 Regresar a aquel lugar significaba sólo una mera formalidad para la educación de JinLing, se repitió casi inconscientemente, pero la verdad detrás de sus actos no eran tan claros en lo absoluto.

 De otro modo, ¿porqué se sentiría tan jodidamente ansioso?

 Si era ligeramente honesto consigo mismo podría decir que su misión real era echar un vistazo al Jade mayor para darle algo de tranquilidad a su caótica mente. Si era todavía más sincero, incluso podía agregar que sentía una profunda empatía con los sentimientos de esa persona. Pero, Jiang Cheng, consideraba la exposición de aquello como una indecorosa debilidad.

 Su fría indiferencia al preguntar, inexpresivamente, por la reclusión de Lan XiChen a su tío fue todo lo que se permitió hacer.

 Aunque no esperó que su desafectada pregunta trajera sobre la mirada del viejo una triste y apesadumbrada sombra. Sus ojos pronto se oscurecieron como si fueran velados bajo densas y plomizas nubes.

 Pudo descubrir con sus propios ojos, y tras un instante de confusión, el porqué.

 Una esbelta y grácil figura, envuelta de un impoluto y cegador blanco, se hizo presente en la estancia, llenando la habitación con su ilustre traza, haciendo a la vez que el rostro normalmente ecuánime de Jiang Cheng se desfigurara con dolorosa incredulidad.

 El perfil de Lan XiChen, siempre estoico pero delicado como una pieza de jade hermosamente tallada, se encontraba considerablemente deteriorada. El color de su piel no era en lo absoluto saludable, las profundas y oscuras bolsas bajo sus ojos decían más de sus noches que lo que pudiera realmente salir de su boca. A pesar de todo, intentó componer una meditabunda sonrisa.

 No había calidez en ella.

Su expresión estaba tan vacía y desprovista de emociones que resultaba angustioso de ver.

 Jiang Cheng no oyó que demonios dijo Lan QiRen, debido a la conmoción que aún mantenía a su corazón oprimido, pero el hombre lo despidió sin ceremonias y se vio siendo acompañado por un irreconocible XiChen hacia algún lado.

 Sus pensamientos estaban revueltos y sus sentimientos eran severamente conflictivos.

 Caminaron silenciosos, en apariencia incapaces de tomar la palabra primero. Jiang Cheng sentía que no podría decir nada aunque lo intentara.

 ¿Qué diablos se le decía a alguien con un dolor tan palpable en la mirada? ¿Qué discusión podía mantener con una persona que sufría a causa de sus propios fantasmas, y era prisionero de sus propios y autodestructivos pensamientos?

 WanYin sabía mejor que nadie cómo se sentía ser traicionado. Él comprendía también como debía sentir la muerte de alguien que fue tan cercano... tan importante.

 En este punto su ceño se frunció sin poderlo evitar, y sin poderlo comprender. ¿Por qué la mención de la cercanía de Jin GuangYao con el chico lo sintió tan indignante? ¿Por qué estaba tan malditamente irritado?

 La voz del chico lo sacó de sus frustrantes cavilaciones.

— Yo... Hmmn... antes —aspiró lento y soltó un largo suspiro— Lamento haber importunado al Líder Jiang...

 ZeWu-Jun se detuvo delante del joven de violeta y se dobló en una profunda y sentida reverencia.

 Sorprendido por la repentina maniobra no supo como reaccionar. Lo tomó de los hombros y lo irguió nuevamente, quizás con demasiado ímpetu, o sólo porque la condición del chico no era la mejor, lo sintió casi desvanecerse entre sus brazos para recomponerse poco después y hacer pasar aquello como un ligero mareo.

 Jiang Cheng estaba lívido. Enojado a punto de la inflexión.

 La furia bullía en su interior con una ferocidad preocupante, pero si alguien preguntaba porqué no sabría explicarlo.

 Sus dedos se clavaron como garras en el brazo de XiChen y este soltó un débil siseo que lo calmó apenas, aunque no lo liberó.

 Caminó con prisa llevándolo consigo. Comprendió rápido hacia dónde lo estaba acompañando el chico según las órdenes de Lan QiRen. Sin dudas iban hacia la habitación de invitados que le habían proporcionado en Gusu, y hacia allí se dirigió esta vez forzando al chico a ir con él.

 XiChen se dejó llevar sin oponer resistencia.

Loto blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora