Capítulo dieciseis

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 Lan XiChen permanecía en shock. El bosque quedó muy lejos ya y allí también cualquier rastro de su propio raciocinio. Aún habiendo pasado algún tiempo desde que habían regresado, se sentía incapaz de poner en orden sus pensamientos. Uno tras otro sus errores se sucedieron llenando de pánico e incomodidad su torpe corazón.

 Había besado a una persona. No. Había besado a un hombre. Peor. Había besado a un importante Líder de Clan. Casi maldijo porque... ¡había besado a Jiang WanYin de todas las personas!

 ¿Qué se supone que debía hacer ahora?

 ¿Disculparse? ¿olvidarlo? ¿considerar que nunca sucedió?

 Suspiró atormentado porque... sucedió. Fue cálido. Fue terriblemente dulce. Fue demasiado intenso. Fue una total y completa conmoción incluso para él mismo. Quiso golpearse pero descubrió que no tenía fuerzas para hacerlo tampoco.

 Dio algunas vueltas en la habitación sin conseguir por ningún medio contener el feroz temblor en su cuerpo.

 No podía quedarse así. Si bien no tenía excusas para su comportamiento, todavía podía intentar disculparse, ¿verdad?

 Tomó una gran respiración, y con una determinación que no sentía, salió hacia la habitación contigua, con el propósito de hablar con Jiang Cheng, alegando que, si se mantenía en aquel estado de ansiedad y confusión, seguro explotaría en frustración.

 Sin embargo, al llegar a la puerta dudó sin atreverse a tocar.

 No se sentía muy sensato presentarse en mitad de la noche con las sensaciones aún severamente impregnadas en la piel, reconoció agobiado. Pero si no aclaraba las cosas ahora mismo, era probable que todo acabara de una peor forma. Tenía muy presente que ambos eran representantes de sus propios clanes, si en algún momento y de un día para otro cortaran relaciones por un error suyo no se lo podría perdonar jamás.

 Afortunadamente unos cuántos discípulos del Clan Yunmeng-Jiang se aparecieron para salvarlo de sus complicados pensamientos y desorganizadas consideraciones. Algunos llevaban medicamentos y hierbas variadas para tratar una lesión, y tardó un segundo de más en reaccionar. Había olvidado por completo que el chico se había lesionado por su causa.

 Al parecer, ellos habían notado la herida del joven Jiang y habían preparado especialmente aquello. Incapaces de decidir cuál tomar para tratarlo, llevaron todo lo que estuvo a su alcance. ZeWu-Jun entendió que se enfrentaron a la misma inquietud y dificultad de no saber, como él, cómo tratar una quemadura maldita de un Lobo ígneo con todas las letras.

 Le conmovió la sinceridad en ese pequeño gesto.

 Sintió la honesta preocupación de los hombres de Yunmeng y una sonrisa franca y sencilla se extendió sin reservas. Podía comprender completamente a aquellas personas. Si bien Jiang WanYin era irritable, algo déspota y gruñón, no era una mala persona en lo absoluto. Tenía una terrible personalidad y un temperamento aún peor, pero había algo irremediablemente lindo en ello.

 No reparó en su desliz y con una amabilidad siempre propia e innata, pidió hacerse cargo del tratamiento de ese hombre terco. Después de todo había acabado de aquel modo por un descuido suyo.

 La gente de Yunmeng no dudó. Conocían la reputación del Jade mayor Lan y estuvieron muy contentos de poder contar con él para tratar una herida tan singular. Agradecieron con respetuosas reverencias y se alejaron con sus corazones significativamente más livianos, por completo ignorantes de los motivos ulteriores de Lan XiChen.

 Con una excusa en sus manos, ahora podría llamar sin sentir una presión absurda, se dijo a sí mismo y ahora sí, golpeó con firmeza a la puerta.

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