Capítulo cuarenta y uno

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Después de intercambiar miradas por un breve instante, atacó la boca de Jiang WanYin implacablemente y con un impulso completamente dominante.

Todo se movió de un segundo a otro para Jiang Cheng, cuando sus posiciones fueron cambiadas. Se vio siendo inmediatamente sometido. El Lan ahora estaba arriba, emanando presión e intensidad, presionando al líder Jiang sobre la cama, casi hasta el punto de colapsar.

Lo deseaba tanto que dolía.

Un líquido caliente se extendía a través de sus venas, consumiéndolo. La lujuria crecía con rapidez, pulsando a través de cada jodida parte de su cuerpo, golpeándolo rápido y fuerte, dejando sus sentidos girando. A pesar de ello, una pequeña parte de su cuerpo, que aún funcionaba, disparó advertencias, que finalmente desoyó. Era una locura incluso considerar la idea de algo así pasando entre los dos, pero cuando subió su mirada, chocando con la de Jiang Cheng, su corazón se detuvo.

No dijo nada, y lo único en lo que el Lan podía concentrarse ahora, era en la provocadora sensación del fibroso y duro cuerpo del hombre bajo suyo. En la fina tela de sus túnicas y de las propias que no eran rivales para el calor que irradiaba WanYin o el calor que se formaba dentro suyo.

Respiró lento, reprimiendo un gemido.

Lan XiChen ardía de deseo, y sentía como Jiang Cheng temblaba. Oía sus gemidos de pasión mezclados con la lógica confusión internalizada de lo que estaba sucediendo con los dos. Respiró hondo, tratando de recuperar el control, pero no pudo. Enterró el rostro en la curva de su cuello y susurró:

— Ya no puedo soportarlo…

Deslizó la mano hacia la parte delantera de sus pantalones, ansioso por aliviar la presión que sentía, pero el nudo de su cinto se le resistió y con una sola mano no podía deshacerlo. En ese breve y suspendido instante, un atisbo de realidad penetró en su mente. Si no se detenía entonces, no podría parar. 

Se quedó quieto.

Cerró los puños y se mantuvo rígido, consciente de que no podía mirarlo. Si lo hacía, si lo veía allí tendido en la cama, tan precioso y sensual, sucumbiría.

Sin embargo, Jiang WanYin ya no podía controlar las intensas sensaciones que lo invadían al recordar las caricias de sus manos en su piel o el fuego abrasador de sus labios en los suyos. Se elevó con suavidad y lo besó. Los labios del Lan se abrieron al instante, y los brazos de WanYin le rodearon el cuello acercándolo; Jiang Cheng se pegó a él de un modo tan erótico que el Lan casi perdió la cabeza por completo.

Se movió ligeramente hasta que sus miembros se rozaron y lo sintió frotarse suave en un intento por aliviar parte de su tortura, mientras se encargaba de aflojar él mismo el nudo que se le resistió antes. 

Lan XiChen deslizó las manos por debajo de la tela hasta encontrar sus impacientes pezones y con las yemas acarició la piel desnuda, tan suave y cálida como el terciopelo.

Notó que temblaba y sus pequeños botones se endurecieron aún más bajo sus dedos. Adorablemente sensible. Le recorrió la garganta con los labios, la clavícula, y siguió bajando hasta llegar a sus lindas protuberancias, duras y expectantes. Se las besó mientras le acariciaba la curva de las caderas. 

Lo despojó de sus prendas antes de siquiera notar incluso que lo hacía. Él mismo acabó desnudo jadeando ansiosamente sin saber cómo.

En todo lo que podía pensar era en hacerlo suyo en ese mismo instante, y esa ansiedad causaba que todo lo demás se oscureciera y se volviera borroso. Como si nada más importara.

A Jiang Cheng se le escapó un jadeo entrecortado al sentir la erección de Lan XiChen en toda su magnificencia.

Tenía un tronco grueso, venas salientes de color oscuro, se veía extremadamente imponente y visualmente impresionante. Al mismo tiempo, tembló, haciendo que sus piernas se abrieran de forma involuntaria hacia Lan Huan que se estremeció ferozmente. Verlo así le provocó un estado de frustración y necesidad indecible, un anhelo tan desesperado que dolía.

El Lan se adelantó impaciente. Presionó su miembro contra la abertura, humedeciéndola un poco, y envió un solo golpe profundo que lo hizo arquear agresivamente. Gemidos se extendieron, haciendo que el aire vibrara y que todo su cuerpo temblara violentamente. El dolor intenso y repentino en esa región específica dejó a Jiang Cheng sin tiempo para una consideración profunda. Luego el Lan empezó a moverse en su interior, al principio con acometidas lentas y controladas, que se fueron haciendo más rápidas, hasta que cada movimiento que hacía causaba que una energía indescriptible se extendiera, creando una presión que pesaba sobre su punto más sensible, una, otra, y otra vez.

Sin embargo, en ese momento, las manos se aferraron a sus hombros rasgándole la piel, como si no pudiera soportarlo. Surgió un gemido roto de su garganta que voló de regreso a los oídos de Lan XiChen. Irradiando una intensa aura, el hombre parpadeó mientras se dirigía hacia Jiang Cheng como si eso lo hubiera estimulado.

El Lan clavó las rodillas en la cama, sin retroceder ni avanzar. Sin embargo, al mismo tiempo, Jiang Cheng lo rodeó con las piernas y se empujó a sí mismo contra él, enterrándose más. Y, Lan XiChen, sin intenciones de resistirse, golpeó repetidamente y sin control.

Esa segunda ronda de embestidas hicieron que el aire se ondulara y que una fuerza masiva explotara y arrasara con el corazón del chico debajo suyo. Su cuerpo temblaba y él mismo, extasiado, estaba a punto de desencadenar una serie de estocadas más rudas, cuando una intensa presión se abatió sobre su polla. En un instante, perdió completamente la capacidad de pensar con claridad, lo que lo dejó no sólo completamente sorprendido, sino también incapaz de evitar perder la noción de lo que hacía.

Incitado, se enterró más profundamente.

Lo penetró con más fuerza. Más rápido. Jiang Cheng giró sus caderas y comenzó a moverse contra sus embestidas, alentándolo a bombear más duro. Y Lan XiChen lo hizo con febril y errática desesperación, ansiando hacerlo llegar al límite y a la vez deseando que aquello durara una eternidad. Sin embargo, WanYin acabó con un grito de sorpresa, todo su cuerpo poniéndose rígido mientras sus anillos de músculos se apretaban alrededor de él con fuertes espasmos. Un instante después, las extremidades del líder Jiang se retorcieron y luego colapsaron completamente.

Lan Huan casi lo siguió, pero eso significaría que eso terminaría, y él no estaba listo para detenerse. No aún.

Salió con un obsceno sonido húmedo y lo sostuvo en una nueva posición sobre la cama, tendiéndolo por completo en ella y cruzando sus piernas a un lado mientras lo penetraba nuevamente. Jiang Cheng siseó con fuerza. Se sentía todavía más sensible luego de acabar y el Lan se movía rítmicamente.

Cortos jadeos rápidos y gruñidos roncos eran la deliciosa sinfonía que Lan Huan le regalaba sobre su oído y sintió cómo su cuerpo volvía a reaccionar en consecuencia.

Sus manos se apretaron duro a las sábanas debajo suyo mientras el Lan ralentizaba sus embestidas solo unos segundos y volvía a arremeter con violencia, tentando a su suerte. Volviéndolo inestable. Estaba llegando al punto en el que no podría aguantar mucho más tiempo.

Pero él pidió por más y las piernas de Lan XiChen casi cedieron al oír su urgido ruego, aunque se repuso con rapidez y embistió con dureza hasta que Jiang WanYin volvió a tensarse entre sus brazos corriendose con ferocidad, manchando su pecho y vientre con la violencia de su explosión. La presión de sus paredes lo llevaron a la cima y se derramó duro en su interior con un grito ronco y profundo, desbordándolo, sintiendo como su esencia escurría mientras se mantenía unos segundos dentro y luego se movía inconscientemente liberando más de ella.

Después de un momento, Lan XiChen suspiró y se dejó caer sobre él. Era pesado, sus huesos se clavaban en su carne de un modo incómodo, pero a Jiang Cheng no le importó. Se abrazó con fuerza a él y suspiró derrotado. Comprendió que necesitaría más energía de la que poseía en ese momento para apartarse de él, y más fuerza de voluntad, porque el cuerpo del Lan resultaba maravilloso sobre él.

Condenadamente exhausto, jadeante, sudoroso, caliente y… suyo. Totalmente suyo.

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