Capítulo veintitrés

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 Lan XiChen casi de inmediato se sintió incómodo. Vio un indicio de desesperación en la mirada de Lan JingYi mientras la mano del chico se precipitaba a su frente. La ausencia de la característica cinta pareció desconcertarlo y aterrarlo en formas iguales. Sus pupilas se encogieron, como si no supiera exactamente porqué la pieza de tela con patrones de nubes no estaba donde debería, o siquiera recordara el lugar exacto donde ésta podría estar.

 Abrió la boca para intentar tranquilizar al chico con miedo de que entrara en pánico, pero un movimiento extraño fue advertido por sus ojos y su mirada centelleó profundamente con un violento desconcierto al ver la cinta del pequeño Lan en manos del joven maestro Jin Ling que, a escondidas y en un intento por pasar desapercibido, ocultaba el accesorio dentro de las mangas de las túnicas blancas de JingYi que, curiosa y extrañamente, también sostenía en sus manos.

— ¿No la dejaste en las túnicas que desechaste? —soltó apresurado el joven líder de LanLing, y su voz sonó histriónica, terriblemente aguda y enérgica, como si estuviera él en completo pánico. Las prendas que estaba entregando temblaban severamente en sus manos sudadas.

 Los pensamientos de Lan XiChen giraron confusos por un instante. ¿Qué significaba todo aquello?

 Observó de nuevo y fijamente a Lan JingYi tratando internamente de descifrar aquel enredado lío, pero el chico solo soltó un tembloroso "es cierto", que lo descolocó todavía más, mientras aceptaba las prendas y colocaba la cinta en su lugar y con tanta fuerza que, ZeWu-Jun creía, dejaría una marca permanente en su frente. Casi como si quisiera clavarla en su sitio para no perderla jamás.

 ¿Qué había sucedido entre los dos jóvenes en estos dos días? ¿Qué ocurrió con el carácter voluble y explosivo de ambos? ¿desde cuándo se habían vuelto tan cercanos? ¿Cercanos?... ¡Jin Ling tenía la cinta de la frente del chico con él!

 ¿Acaso entre ellos...?

 No. Imposible.

 ¿En qué absurdo estaba pensando?

 Sin embargo, con incomodidad se dio cuenta que no podía quitar esa idea de su cabeza.

— ¿Me pueden explicar exactamente que pasó? —explotó finalmente el líder Jiang y los pensamientos dispersos de Lan XiChen se estabilizaron.

 Dejó que su corazón se tranquilizara. Quizás solo estaba sobrepensando demasiado las cosas debido a las complicadas situaciones pasadas con WanYin.

 Sin dudar un segundo y aprovechando las impacientes palabras de Jiang Cheng, rápidamente Jin Ling comenzó a relatarles uno a uno los sucesos que los llevaron allí.


 Luego de acabar una cacería oficial conjunta con el joven sucesor del Clan Baling-Ouyang y de camino a LanLing, en su descanso se cruzaron en una posada con los jóvenes Lan, que tras haber oído rumores acerca de las preocupaciones de los aldeanos por un intenso olor putrefacto que provenía del bosque circundante se disponían a investigar. En su buena voluntad, se sumaron a ellos sin dudar.

 Ambos líderes compartieron una resignada mirada de incredulidad. Estaban bastante seguros que la versión oficial no era ni remotamente similar a como la oían. Sin embargo, no dijeron nada y continuaron oyendo con atención.

 Los jóvenes creyeron enfrentarse a una montaña de cadáveres de algún mal imitador en el camino de la cultivación demoníaca, pero no fue así. En las profundidades del bosque se podía distinguir una escalofriante y espesa concentración de energía oscura. Hilos de energía maligna se desprendían de varios animales descompuestos y consumidos que encontraron en el camino.

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