Capítulo treinta y siete

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 La noche cayó lentamente envolviéndolo todo en una neblinosa oscuridad, como la desgarrada bruma de un sueño roto por la fuerza.

 Sus mentes claramente no estaban listas para seguir adelante todavía. Ni siquiera después de que volvieron a estar presentables y ya no quedaban vestigios de lo que había sucedido entre los dos.

 Era irónico que luego de haber sido forzados a una situación semejante y de haber rebasado todos los límites de la decencia y el decoro, pudieran mantener externamente el aplomo y la compostura de aquel extraño modo. Sobre todo, si mantenían la cuenta la cantidad de veces que habían permanecido en una situación en la que habían quemado su imagen y reputación en cenizas como lo habían hecho en la seguidilla de encuentros desafortunados que habían sorteado juntos. Aunque, a pesar de sus resistencias, probablemente estos fueron más fortuitos de lo que quisieran admitir.

 Al margen de ello, no deberían estar tan serenos.

 Tal vez, algo había cambiado en sus mentes... o algo se había modificado en sus corazones.

 Increíblemente el primero en hablar fue Jiang Cheng y sus palabras le dieron un abrigo de esperanza al corazón expectante del Lan.

— Debemos seguir y deshacernos de la máscara de una vez —exclamó con dominante firmeza.

 Había signos de ansiedad e impaciencia en su voz.

 De hecho, Jiang Cheng tenía la intención de descubrir y corroborar con seguridad cuales eran los auténticos sentimientos del Lan, sin la influencia del encantamiento en su camino. Necesitaba, también, aclarar la repercusión real que tenía ello en sus propias emociones incontrolables. Sin embargo, su sedienta ansiedad disminuyó con aquel pensamiento. Internamente se resistía a la verdad implícita porque, aún si tuviera la certeza, el simple hecho de saberlo de nada le serviría.

 No era como si pudiera aceptarlo como si nada e iniciar una relación abiertamente con él. No estaba tan loco.

 ¡De solo pensarlo le daban escalofríos!

 Haría una completa burla de sí mismo, ¿había olvidado acaso todo lo que le había gritado a Wei WuXian alguna vez?

 Lan XiChen, era ignorante del debate interno en Jiang Cheng y desorientado por el abrupto comentario, asintió con un torpe movimiento. Se encontraba sorprendido por su brusquedad, pero aún más por el tono cargado de urgencia que utilizó. Automáticamente le llenó el cuerpo de insanas expectativas. Pensaba para sí mismo que si el encantamiento fuera roto y se atreviera a confesar sus sentimientos de forma apropiada, tal vez el líder Jiang estaría dispuesto a creerle.

 Contemplando alentadoramente las infinitas posibilidades frente a él, sus ojos brillaron cargados de determinación.

 Su mente se volvió más clara y productiva. Sin embargo, sabía que antes de concentrarse en cualquier otra cosa, lo primero que debía hacer era eliminar el encantamiento de la máscara.

 Aunque, al detenerse a pensar por un momento en ella, descubrió algo que no había notado antes debido al caótico estado en el que se vieron envueltos a causa de la hierba salvaje y sus toxinas. El encantamiento en realidad no reaccionó en absoluto cuando, antes de ser atrapados por los lazos de la enredadera, sintió deseos de besar a Jiang WanYin y, a pesar de eso, había retrocedido después de considerarlo mejor.

 En aquel momento, no perdió el sentido y tampoco se vio obligado a revelar el verdadero deseo de su corazón.

 ¿Qué quería decir aquello? ¿Acaso ya no tenía el mismo efecto sobre él? ¿La máscara finalmente había perdido todo el dominio sobre su voluntad? Su mente trabajaba de forma acelerada y desordenada. Si eso era así, ¿cómo podía averiguarlo para estar completamente seguro?

 Sintió deseos de voltearse hacia Jiang WanYin e intentar algo extremo para comprobarlo, pero no podía confiar en sí mismo luego de la intimidad compartida. Solo él sabía que tan peligroso sería para su fingida estabilidad un movimiento desacertado.

 Ocultó en su corazón la sospecha sobre la disminución del poder encantamiento en él, y ambos, sin permitirse más demoras y sin intenciones de decirse nada más, aunque conscientes y pendientes uno del otro por motivos completamente diferentes, siguieron avanzando hacia su destino olvidado.

 Una despiadada y agridulce incomodidad se extendió entre los dos y la atmósfera tensa y espesa persistió todo el camino hasta que ambos, mucho, mucho tiempo después y habiendo atravesado una distancia considerable, convinieron que probablemente deberían detenerse en una posada a descansar antes de continuar con el largo viaje que aún les quedaba por recorrer.

 Jiang Cheng en realidad creía que detenerse a mitad del recorrido era una innecesaria perdida de tiempo, pero recordó que ambos habían sufrido heridas recientes y, aunque la suya parecía haber remitido lo suficiente para poder seguir sin problemas, la lesión del Lan había sido realmente importante. Aunque Lan XiChen parecía verse bien a simple vista, sabía que todavía necesitaría un cambio de vendajes y algo de tratamiento extra. Asintió a la sugerencia del Lan teniendo en cuenta eso y solo eso.

 Cuando consiguieron encontrar un lugar en un pueblo cercano, extrañamente bullicioso y cargado de burbujeante vitalidad, la posadera se quedó paralizada un instante frente a los dos.

 La rechoncha mujer de mediana edad parecía encontrarse a punto de irse a tomar un pequeño descanso del ajetreo, sin embargo se detuvo a medio camino al verlos ingresar. Su presencia por demás imponente en su austero sitio la hicieron sentir increíblemente pequeña.

 A sus ojos, el hermoso joven cultivador de blancas prendas lucía la mirada gentil y benevolente, mientras que el otro hombre que estaba dos pasos por detrás, se mostraba significativamente rígido y malhumorado. Sus movimientos dominantes y duros, y su expresión tensa y disconforme, le dijeron que no era alguien fácil de complacer. De inmediato compuso una sonrisa cordial y practicada.

— Buscan habitaciones, ¿no es así? —preguntó de forma resuelta y eficiente.

 Lan XiChen asintió con una sonrisa grácil.

 El corazón de la mujer saltó ante la belleza surreal del hombre, y su mente quedó en blanco por un breve momento, hipnotizada por completo. Sin embargo, sintió frío repentinamente y su expresión abstraída y cautivada tembló por un instante en su rostro. Desvió la vista y encontró la mirada encendida y amenazante del otro hombre fijamente sobre ella.

 ¡Qué ojos tan aterradores!

 Su corazón saltó. De temor esta vez. La mujer se compuso y balbuceó una respuesta:

— Me temo ilustres cultivadores que, debido al festival, esta noche solo nos queda una. ¿Les molestaría compartirla?

 Los dos reaccionaron del mismo modo. Ambos se estremecieron de forma simultánea e involuntaria y, si se miraran al rostro, encontrarían la misma expresión de tribulación, incomodidad y desequilibrio. Aunque eran incapaces de hacerlo. En sus mentes una sola cosa se repetía sin cansancio... ¿¡qué demonios era esto!? ¿Por qué acababan siempre del mismo modo?

 ¿Casualidad, fatalidad o destino? 

 Aquella extraña sinergia que cargaban los iba a matar de frustración.

 Jiang Cheng se giró, dispuesto a retirarse sin más. Huir probablemente fuera la mejor opción allí. Sin embargo, fue sujetado del brazo antes de siquiera haber podido dar un solo paso hacia la salida. Su voluntad fue violentamente sacudida con aquel simple gesto y no fue capaz de continuar escapando.

 Tal vez, inconscientemente, quería ser detenido.

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