Capítulo cuarenta y dos

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Lan XiChen exhausto y no sin dificultad se movió de su posición sobre Jiang Cheng para acostarse junto a él en la cama, mientras aún lo sostenía con un brazo en un abrazo estrecho y celoso. Tan ajustado y firme que parecía sentirse como una necesidad incontrolable de su cuerpo. Casi como si sintiera que el aflojamiento de su agarre lo haría marcharse para siempre. Preocupado de que si lo soltaba, él desaparecería.

Mientras los latidos se serenaban y sus respiraciones se regulaban entraron en un estado de inquietud sosegada. Lenta y gradualmente la realidad de lo que habían hecho los golpeó.

Ambos estaban agotados y, aunque sus mentes no parecían dispuestas a seguir adelante, fueron conscientes de que habían cedido a sus impulsos e hicieron algo irreparable. Ambos habían perdido por completo su compostura. 

Sin embargo, no se movieron. Ambos permanecían en la cama, jadeantes tras su liberación y con los ojos fuertemente cerrados como apreciando cada instante. Con la piel húmeda de sudor e irradiando el calor residual de su fuego interno.

En sus cuerpos se podía percibir levemente como sus auras estaban enredadas y hebras efímeras de poder espiritual se fusionaban en sus pieles. Al parecer, ese intenso encuentro íntimo entre los dos había provocado cambios que se reflejaron en el aumento de sus cultivos de un modo considerable y hasta un poco sorprendente.

Las pestañas de Lan Huan se movieron y sus ojos lentamente se abrieron. Esos ojos suaves estaban ahora completamente claros y enfocados. En su mente, los momentos ardientes de aquella unión explotaron repentinamente. Se hicieron más y más profundos, llenándolo, hasta que en ellos era todo lo que podía pensar.

Lan XiChen no dijo nada. Jiang Cheng tampoco. Ambos se hundieron en el silencio. Suprimieron la ansiedad en sus corazones y sus sentimientos convergieron en una cubierta de normalidad.

El Lan simplemente extendió su consciencia espiritual sobre su propio cuerpo y sintió sus heridas. Éstas se encontraban recuperadas casi por completo, como si el estallido de energía de ambos cuerpos hubieran logrado hacer que su recuperación se acelerara vertiginosamente.

Incluso la quemadura del Lobo Ígneo de Jiang Cheng tenía una clara mejoría.

Al verla, por un instante la imagen del joven Jiang interceptando el ataque de la bestia se cruzó por su cabeza y algo dentro suyo se removió ferozmente. 

No dijo nada, solo se inclinó y dejó caer un beso suave y delicado sobre la irritada zona. Lan XiChen no olvidaría jamás que Jiang WanYin lo protegió y que, a pesar de verse tan hosco, siempre parecía contener una atención y deferencia ligeramente particular para con él.

Levantó sus ojos y conectó miradas con el joven de violeta que lo estaba mirando de vuelta con algo de inquietud en la mirada. 

Después de un largo momento, se podían ver en sus ojos emociones mezcladas, incluyendo aceptación y miedo. 

Probablemente fuera del mismo modo por parte de ambos.

Esta había sido una de las experiencias más desafiantes de toda su vida. Por un instante, habían olvidado todo lo que importaba, sólo permanecían ellos dos en su propio mundo donde nada podía interponerse.

ZeWu-Jun creyó ver un ligero rastro de precavida y cuidadosa suavidad en su mirada. Sin embargo, el destello de sus pupilas se desvaneció rápidamente, como si cualquier cosa que le hubiera ocurrido momentos antes fuera realmente una imposibilidad.

Lan XiChen sonrió. Sus labios se curvaron hacia arriba en una sonrisa irónica debido a que encontraba divertido que, después de todo lo que habían hecho juntos, el temible Sandou Shengshou todavía tuviera intenciones de ocultar cualquier rastro de emociones amables.

Aunque parecía feroz la mayor parte del tiempo, no siempre era tan real como quería demostrar.

Sin embargo, lo conocía bien y le gustaban todos y cada uno de esos detalles.

A decir verdad, le gustaba mucho más de lo que quería admitir.

Había muchas cosas que el Lan quería decir justo en ese momento, pero todas esas palabras complicadas al final fueron nuevamente tragadas y solo lo miró con el corazón temblando. 

Jiang Cheng, por su parte, aún le sostenía la mirada. A pesar de las intensas sensaciones batallando dentro suyo, no rompió la conexión de esas miradas que se sentían increíblemente profundas y expresivas, como si ninguno pudiera ocultar más eso que se había elevado en su interior como la marea ahogando todo rastro de raciocinio.

En los ojos del Lan vio una resolución que ardía como una llama inextinguible. Aunque, qué tipo de resolución, no estaba seguro.

Jiang WanYin no habló. Levantó su mano derecha para tocar el pecho desnudo del hombre a su lado. Su palma se presionó sobre el lugar donde se encontraba su corazón. Podía sentirlo latir con fuerza y velocidad, acelerándose un poco más frente a su contacto.

No olvidaría este día por toda la eternidad, se dijo ligeramente conmocionado. Pero, en esos momentos, no quería pensar en nada. Ni en lo que había hecho, en lo que estaba haciendo o lo que haría después.

Cerró sus ojos por un instante, negándose a pensar en nada más que la calidez de ese cómodo y confortable abrazo y lentamente se rindió ante el sueño.

Jiang WanYin se durmió tan rápido y profundamente que lo sintió extraño al extremo al despertar. 

Había padecido un insomnio jodidamente molesto desde hace un largo tiempo que ya no recordaba la última vez que había dormido tan bien.

Parpadeó confuso ante la claridad de un nuevo día. Todo se encontraba revuelto y turbio aún en su cabeza. Aunque, pronto tuvo la certeza de una sola cosa al mirar hacia un lado: había dormido junto a ZeWu-Jun y el hombre de blanco, aún dormido, lo abrazaba posesivamente como si temiera que escapara al recuperar la cordura.

Sin embargo, debía encontrarse completamente loco, porque no pensó ni por un instante en abandonar la calidez de esos brazos y eso no era siquiera lo más aterrador en su comportamiento.

Jiang Cheng estaba asustado de su propio ingenio, porque la idea de fingir seguir durmiendo para acurrucarse en los fuertes y protectores brazos del Lan surgió intensamente para volverlo inquieto e inestable.

Sin embargo, se quedó allí y estúpidamente lo observó dormir, como si fuera la cosa más fascinante.

Cualquier rastro de sueño que quedara en su cabeza ya se había desvanecido.

Seducido por un impulso impropio, se detuvo a apreciar la gloriosa belleza del hermoso hombre que dormía junto a él.

El Lan lucía tan impasible, sereno e impecable, que era imposible reconocer en él a la persona que una vez casi pierde la vida en el mar, cegado por el dolor, el miedo y el desconsuelo. Incluso ahora, Jiang Cheng sabía que escondía una infinidad de secretos e inseguridades que reprimía ferozmente.

Ahora mismo, las preocupaciones todavía parecían dominar sus sueños, porque profundas arrugas se formaron en su entrecejo y, batallando dormido, balbuceó algo incomprensible.

Las manos del chico inesperadamente se tensaron sobre su cintura y no supo cómo reaccionar, fue aún más desconcertante cuando su nombre fue susurrado en un llamado agónico e incesante, pidiendo que no lo abandonara.

Una gran tormenta se agitó en el corazón de Jiang Cheng y mientras estaba allí completamente aturdido, casi se olvidó de respirar.

Se quedó súbitamente abrumado por un momento y vio en la siempre suave expresión del hombre, una angustia dolorosa, ¿cómo podía marcharse luego de eso?

Su mano dubitativa se movió levemente y palmeó con suavidad el brazo que lo tenía prisionero, sin lograr reconfortarlo del todo.

Cerró los ojos por un momento y su corazón golpeó con fuerza como si quisiera escapar de su pecho simplemente para permanecer más cerca de Lan Huan. Sumido en el desorden de su propio cuerpo, soltó una frase que finalmente lo condenaría para el resto de su vida:

— Está bien, estoy aquí… nunca te dejaré.

Inconscientemente siguió reconfortándolo con torpeza, sin notar que ZeWu-Jun había despertado hace un momento y que había oído su comentario.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2023 ⏰

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