Jiang Cheng creía reconocer aquella sortija.
No estaba del todo seguro pero la sentía extrañamente familiar, y no simplemente por la pequeña joya decorativa en forma de flor de loto. Tenía memorias de haber escuchado antes de una pieza similar.
Sí.
En Yunmeng.
En el Muelle del Loto.
En una antigua leyenda de sus viejos antepasados y sobre una historia de amor poco usual, demasiado inverosímil y terriblemente cursi a su parecer, y que por eso mismo se le quedó grabada a fuego en los recuerdos. Dejó una profunda impresión en él porque, debido a esa absurda historia, sus estándares para encontrar una pareja de cultivo, de forma inconsciente, se volvieron condenadamente altos. Aunque jamás lo admitiría en voz alta.
La descripción de aquella pareja hecha en los mismos cielos, cuidadosamente representada en los arcaicos libros del Clan, parecían burlarse de sus infructuosos intentos por hallar a su pareja soñada con las cualidades adecuadas, tal como el relato simbolizaba.
Sacudió los pensamientos que se desviaron de su objetivo principal: descubrir la autenticidad del anillo.
Jiang Cheng no creía en las casualidades porque, el accesorio se encontraba desaparecido desde hacía varias décadas.
Entonces... ¿Podría tratarse realmente de aquella misma pieza?
Si fuera así, ¿cómo diablos había acabado en QingHe y en poder de Nie HuaiSang?
Su mano se adelantó sin su consentimiento y ZeWu-Jun comprendió de inmediato que quería echarle un vistazo al accesorio, se lo entregó sin titubeos pero, en el momento en que los dedos de ambos se rozaron accidentalmente, el caos sucedió.
Con un jadeo ahogado Jiang Cheng perdió por completo el sentido del equilibrio. Parpadeó perplejo una, dos veces. Endemoniadamente mareado. Se detuvo porque los colores vibraron, se difuminaron, casi como si su visión tuviera interferencias. Se sintió desorientado por un segundo, mirando sin comprender lo que sus ojos estaban observando. Las cosas se desenfocaron a su alrededor. Las luces se estremecieron y sintió a su estómago voltearse violentamente. Quiso abrir la boca pero las palabras se le quedaron atoradas en la garganta, y fue incapaz de expresar nada.
Una potente luz blanca lo cegó finalmente. No vio de dónde diablos salió la niebla que se arremolinó con prisa a su alrededor, pero atrapado en esa pesada bruma que lo envolvió rápidamente e incapacitado de hacer cualquier movimiento, solo pudo compartir una sorprendida y aterrada mirada con Lan XiChen antes de que el suelo desapareciera bajo sus pies y todo quedara a oscuras por un jodido y estremecedor instante.
En un abrir y cerrar de ojos el movimiento se detuvo. Su cabeza aún daba vueltas de manera vertiginosa, pero se recuperó con rapidez. Sin embargo, su corazón se saltó un latido al notar que todo su jodido entorno había cambiado de un momento para otro.
Ya no estaba en la severa cámara secreta de la Secta Nie. No estaba en un lugar que reconociera en realidad y la misteriosa sortija había desaparecido de sus manos.
Por un breve instante creyó incluso estar sumido en un sueño. Pero, Lan XiChen estaba allí también y no estaba seguro de alguna vez haber soñado con el Jade Lan con anterioridad. Ni quería empezar a hacerlo tampoco. No ahora, ni más tarde. Eso sería... demasiado peligroso para su estabilidad mental. Afirmó pensativo, pero se interrumpió a sí mismo bruscamente.
Con una nueva sacudida de cabeza reordenó sus pensamientos dispersos.
Además del impecable ZeWu-Jun haciéndole compañía allí, a su alrededor no había nada extraño o fuera de lo común. Nada extraordinario. Era una habitación de posada. Sencilla, cálida, espaciosa e iluminada. Aunque sutilmente misteriosa. Algo deslucida y sombría por el desuso.
¿Una habitación secreta?
El polvo se acumulaba en el mobiliario como si el lugar no hubiera sido utilizado por siglos, y cada uno de ellos despedía una apariencia anticuada pero bien preservada, que hacía imposible descubrir su verdadera antigüedad.
Le dio una mirada significativa a un conmocionado XiChen, y se separaron para analizar el entorno y su situación.
No solamente el abandono en la recámara llamó su atención. Incluso Lan XiChen hizo el mismo camino que él, absorto por la curiosa peculiaridad de la habitación: Las paredes parecían hechas de cristal.
Ambos recorrieron el lugar con reserva, sin decirse nada pero con la misma pregunta sin respuesta rondando por su cabeza... ¿qué era ese jodido sitio?
Jiang Cheng se detuvo frente a uno de los extremos y deslizó con cautela los dedos por la lisa superficie. Como había considerado, las paredes eran firmes y frías como el hielo, y translúcidas. O lo habrían sido, si la densa niebla que los había transportado allí no flotara ahora casualmente por los alrededores de la habitación como una fina cortina de humo que difuminaba los contornos y los rincones de la recámara, haciéndolos incapaces de observar con claridad el exterior.
— ¿Dónde estamos? —preguntó XiChen finalmente, manteniendo siempre la compostura, pero algo desorientado. Visiblemente desconcertado por el violento giro de los acontecimientos.
Jiang Cheng buscó sus ojos, pero ZeWu-Jun estaba ocupado barriendo con sus manos la neblina que se pegaba en las paredes en un vano intento por visualizar el exterior.
Ninguno de los dos eran ingenuos, tenían sus propias conjeturas y sospechas, sólo querían saber si ambos pensaban del mismo modo.
— Al parecer... dentro de la sortija —predijo con vacilante inseguridad.
— Me lo temía —suspiró solemne, confirmando que, sin mucho más para profundizar, llegaron a la misma conclusión.
Dieron una vuelta completa buscando una fisura en los rincones. Nada. No había ningún tipo de grieta en los márgenes, ni siquiera una ligera pista de cómo salir de allí. Decidieron, casi telepáticamente, escudriñar entonces entre los polvorientos muebles.
Una estantería con libros condenados al olvido fue el enfoque principal de Lan XiChen, el escritorio donde descansaba un viejo Guqin, el de Jiang Cheng. El último finalmente fue el afortunado. Descubrió con una sola mirada una carta que -no lo sabía en ese momento- despejaría todas sus dudas, aunque no pensó que ésta le dejaría nuevos y más temibles interrogantes.
— Tengo algo — llamó ni bien sostuvo el sobre entre sus manos. XiChen dejó a un lado el texto que revisaba y se aproximó sin prisas.
Jiang Cheng no esperó hasta que se acercara. Lo abrió con curiosidad, pero su ceño se frunció casi de inmediato. Tras acabar la primera frase levantó la mirada de forma involuntaria, directamente hacia Lan XiChen.
Sus dedos se presionaron sobre la carta, arrugándola ligeramente. Todo su cuerpo estaba en tensión.
En la primeras líneas se destacaba una frase que hizo que su corazón temblara...
«Observa con atención a la persona a tu lado. Si está ahora, aquí mismo y contigo, no es por coincidencia, es porque se convertirá en tu tesoro más preciado»
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Loto blanco
FanfictionMini-fic XiCheng Historia corta con capítulos cortos ♥ *Bueno no está saliendo tan corto como creí, pero los capítulos siguen siendo igual de cortos*