Capítulo cuarenta

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El nudo se aflojó y la máscara perdió su ajuste sobre el atractivo y delicado rostro de aquella persona. 

Bajo el accesorio, dos ojos vibrantes lo miraban con intensidad. Esos orbes dorados parecían asustados, cargados de alarma y miedo, y Jiang WanYin no sabía si era por haber sido descubierto o porque Lan Huan, después de quitarla, ya no podría volver a esconderse tras aquella nueva identidad.

Extrajo la pieza con calma y sin ningún tipo de resistencia por parte del hombre debajo suyo. Suavemente, el encantamiento se desvaneció hasta que la verdadera apariencia fue revelada.

A pesar de saber lo que encontraría debajo, Jiang Cheng no estaba mentalmente preparado y sintió un tirón en su corazón.

El rostro suave y fino de Lan Huan se destacó inmediatamente. Sobresalía por su perfección y sublimidad, muy por encima de la piel que pretendía ser ideal de la niña anterior. Pero lo que más le sorprendió no fue su extraordinaria apariencia, sino su expresión. A sus ojos, su profunda turbación y desasosiego fue irresistiblemente deliciosa.

Lan XiChen tenía los labios ligeramente entreabiertos, rojos por haber sido maltratados por él mismo al morderlos y temblorosos como si no pudiera reprimir las vibraciones de su cuerpo profundamente estremecido. Tenía también la mente en un caos desordenado y, Jiang Cheng mantenía los ojos fijos en él como si fuera a desaparecer si parpadeaba.

Lan XiChen, incapaz de procesar todo, lo observó con firme atención y contuvo el aliento hasta sentir que su pecho dolía.

Estaban tan cerca que el corazón anhelante del Lan se sentía como si estuviera a punto de abrirse. Su sangre ardía, y sus ojos estaban calientes y rojos. La atmósfera entre los dos se volvió aún más desesperada y Lan Huan, sin darse cuenta de lo que hacía, se hundió en las oscuras profundidades del abismo. 

Su cabeza zumbaba y su visión era borrosa. Su sangre estaba hirviendo, y no podía controlarla. Su corazón latía tan rápido que ya no parecía pertenecerle. Era incapaz de pensar o moverse, por lo que se vio inmerso en las feroces y crecientes llamas en su pecho, que parecían un infierno, hasta que finalmente perdió sus cinco sentidos.

Entumecido por esa atmósfera salvaje y feroz no notó que Jiang WanYin se encontraba en el mismo estado que él, por lo que, cuando se movió, ambos gravitaron hacia el otro al mismo tiempo. 

Sus bocas hicieron contacto silenciosamente. Primero suave, como si estuvieran reconociéndose. Luego ganaron lentamente intensidad hasta hacerlos sentir que solo besarse no era suficiente. La presión de los labios de Jiang Cheng fue implacable, pero los movimientos suaves y lentos hicieron que Lan XiChen instintivamente siguiera la boca del chico como si estuviera hipnotizado. Se perdió por completo en la suavidad y persistencia de aquel beso tan esperado. Cuando estaba a punto de quedarse sin aliento, tomó un respiro abriendo ligeramente los labios, y su lengua caliente le penetró la boca de inmediato. La sintió invadiendo, compartiendo su humedad, barriendo la superficie de su boca y jugando dentro. Su cerebro realmente no podía procesar por completo lo que estaba sucediendo, solo sabía que lo que estaba experimentando ahora mismo hacía que su corazón latiera rápido.

El Lan sintió cómo esos labios con avidez recogieron y bebieron los suyos y Jiang Cheng volvió a insertar la lengua dentro de su boca para que ambas lenguas estuvieran unidas entre sí. Sintió la tibia humedad en su boca, jugando con placer. Su cuerpo estaba débil y lánguido, pero tenía las manos libres y sintió la necesidad de aferrarse a algo. XiChen levantó la mano y la colocó detrás de la cabeza de Jiang Cheng que permanecía casi encima de él. De forma inconsciente lo atrajo y lo sintió presionarlo contra la cama con más fuerza y ansiedad. Un ahogado y grave sonido de satisfacción surgió en la parte trasera de su garganta sin poderlo contener o evitar.

Su cuerpo estaba ardiendo. Olas de placer como lava fundida se estrellaban en su pecho como si quisieran derribarlo. El vapor brumoso y familiar de la lujuria adormecía sus pensamientos. Se olvidó por completo de cómo es que debería respirar. Las llamas que lo rodeaban ardían ferozmente, golpeándolo en oleadas. Su pecho se elevaba y caía mientras jadeaba, haciendo que su respiración fuera desordenada y húmeda.

El intenso calor causaba que todo se ondulara y distorsionara, incluso sus pensamientos.

Su rostro estaba caliente, y su corazón se sentía como si estuviera a punto de estallar en su pecho, arrojando al caos más absoluto, todo en su camino. La intensidad fue tremenda, viciosa, y aún así, no hizo nada para aliviar la furia de su corazón; en cambio, causó que su ansiedad creciera.

Con los ojos ardiendo, miró a la persona frente suyo y a esos ojos que resplandecían con una luz brillante, como dos lámparas en una noche sin luna.

Esa imagen pareció sacudirle los sentidos. Tanto en términos de su disposición interior como de su expresión externa, era incapaz de mantener la calma.

Lan XiChen ya no podía contenerse… ¡quería hacerlo suyo!

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