Jiang Cheng parpadeó somnoliento y confuso al despertarse. Un quejido bajo brotó de su garganta dañada y perforó el silencio de forma casi angustiosa. Su cabeza se sentía pesada y sus cuerdas vocales le ardían de una manera espantosa, como si hubiera gritado toda la maldita noche. Sentía la lengua seca y áspera como una alfombra.
Sus ojos tardaron mucho tiempo en enfocarse y reconocer el lugar en el que estaba.
Era una de las residencias para invitados de QingHe, concluyó rápidamente mientras repasaba los últimos sucesos en su mente.
Sin embargo, casi gruñó inconscientemente. Se sentía horrible y no estaba seguro de lo que había sucedido con él, luego del baño que tomó allí.
En su mente había un vacío discordante que lo hacía temblar.
Prácticamente lo único que tenía, eran recuerdos vagos de haber bebido algunos tragos de licor, debido a su frustración. Enojado consigo mismo, volvió a cerrar los ojos y forzó sus memorias hacia atrás. Sin embargo, debió detenerse un momento algo asustado. Al instante lo asaltó una sensación de crisis que lo hizo palidecer, a la vez que en su cabeza surgían muchas dudas.
Lan XiChen apareció de algún modo en aquellos embriagados y muy nebulosos pensamientos, observándolo fijamente con un extraño brillo en los ojos. Con una mirada tan intensa y voraz que su piel casi sintió que no podía contener el calor que emergía de su interior. Por alguna extraordinaria razón esa mirada oscura y enigmática del jade Lan se impuso por sobre todo lo demás.
Era como si aquella profunda mirada contuviera algún tipo de información importante. Algo que no debió haber olvidado de ningún jodido modo, pero no había forma de descifrar los borrosos y confusos fragmentos que se burlaban de él. Por más que trató de diseccionar los detalles dentro de las diminutas y fragmentadas proyecciones de sus memorias, fueron completamente vanas y agotadoras.
También debía asumir que estaba aterrorizado de descubrir lo que eso significaba.
Habían elementos allí que lo espantaban en lo más profundo, a causa de lo absurdo que sonaban. Sobre todo había una frase que se repetía hasta el cansancio en su cabeza, con una fuerza tan abrumadora que lo desconcertaba. Estaba convencido de que Lan XiChen jamás diría algo como 'Dígame, joven Líder Jiang, ¿qué es lo que quiere?' y no porque aquella frase fuera de algún modo irrespetuosa o extraña. Sin embargo, la sensación que ella le daba lo hacía estremecer violentamente.
Era la forma en la que resonaba en su mente la que lo descolocaba. Sentía que podía oírla junto a su oído susurrada de una manera casi provocativa.
Estaba loco.
Definitivamente.
Sin lugar a dudas.
Aquel beso había abierto una puerta que nunca debió abrirse. La voz siempre suave y gentil de ZeWu-Jun, en la bruma de su inconsciencia, había sonado tan atormentado, pero feroz y dominante, que algo muy profundo en su interior tembló con furiosa brusquedad, haciendo que su corazón caiga en un oscuro frenesí.
Pateó a un lado sus pensamientos por un momento, incapaz de reflexionar en ello más.
Miró abstraído la superficie de las sabanas blancas de su cama, y algo se sintió extraño. La suave luz del sol entraba a raudales por la ventana e iluminaba la tirante y perfecta condición en ellas y se sintió conflictuado. Estaba tan impecable y correctamente arropado que le resultó algo sofocante y singular. ¿En qué momento había aprendido a dormir como la gente normal?
No tenía recuerdos de dormir alguna vez tan profunda y serenamente como para que sus mantas se sintieran tan rígidas sobre él y no estuvieran, en cambio, envueltas en su garganta como queriéndolo ahogar o tan revueltas que parecía que hubiera saltado sobre la cama. Era aún más desconcertante después de reconocer que había bebido tan mal que los recuerdos de la noche pasada habían desaparecido por completo, casi convenciéndolo que había caído en la inconsciencia rápidamente.
Sin embargo, allí estaba, firme y excesivamente envuelto en las mantas, como si alguien lo hubiera forzado a acostarse y lo hubiera cubierto con exagerada firmeza pero con desmesurado cuidado a la vez. Aunque no tenía idea si había sido él quien se metió a la cama diligentemente, o si fue quizás alguno de sus discípulos.
«Que fuerte es el alcohol en QingHe», no pudo evitar pensar con una ligera sacudida de cabeza, pero se detuvo de inmediato porque esa pequeña acción casi lo hace llorar de dolor. Todavía sentía el cerebro pesado y con ese leve movimiento sintió como si este estuviera suelto dentro de su cráneo y la maniobra lo llevara a golpearse duro contra las paredes.
Siseó adolorido y se sentó en la cama, tomando su cabeza en el proceso para mantenerla inmovilizada. Aunque su dolor se duplicó cuando un punzante escozor proveniente de su hombro le hizo apretar los dientes y sus ojos se dirigieron al lugar de la herida. Abrió sus ropas y encontró la lesión tratada y vendada con firmeza.
Su ceño se frunció nuevamente, sin saber ya que pensar.
Había pensado brevemente en llamar a un médico la noche anterior, recordaba eso, pero el licor se interpuso en aquel pensamiento y su propósito se desvaneció con desgraciada velocidad con cada trago que deslizó por su garganta, entonces... ¿alguien más se ocupó de su herida?
¿Por qué demonios no podía recordar nada?
El malestar que estaba sintiendo en el estómago y el peso extra de aquellas preocupaciones en su corazón lo estaban volviendo bastante inestable. Un violento y nervioso tic apareció en la comisura de su boca, dándole una apariencia todavía más aterradora a su expresión.
Intentó suprimir la sensación de mal presagio sobre la noche anterior y procedió sin más titubeos a iniciar su día.
Esa misma mañana allanarían la montaña tras el Bosque Sombrío en búsqueda de los rastros de los Lobeznos ígneos, y tenía que estar en su mejor condición. No había lugar para perder el tiempo. Los preparativos fueron arduos y superaron con creces a las que se hacían para las cacerías nocturnas rutinarias. Esta era una verdadera caza, con un objetivo claro.
Sus hombres estuvieron listos en un abrir y cerrar de ojos, y lo mismo ocurrió con el grupo de QingHe, GusuLan y las sectas pequeñas de la zona que no eran muchas pero llevaron de igual modo un grupo pequeño, no obstante bien constituido, de experimentados cultivadores. Aunque no vio al enano NieHuaiSang ni a ZeWu-Jun en las formaciones. No hasta que estuvieron todos listos para partir.
Fue en ese momento.
Ambos se acercaron al contingente al mismo tiempo y uno al lado del otro, pero sus ojos solo siguieron al hombre de blanco con creciente estupor.
Lo vio inmaculado y sencillo pero deslumbrante en sus formales y níveas ropas que parecían hechas de nieve y escarcha, con una sonrisa eterna en la boca y, en el instante que las miradas con el jade Lan se cruzaron, sintió que el cielo se desmoronaba y el piso se estremecía bajo sus pies. La sonrisa de Lan XiChen se desbarató. Había un ligero, casi sutil, rubor en la punta de sus orejas y una sensación de reticencia y profunda culpa en su expresión y gestos que sólo Jiang Cheng pudo notar, porque con sólo verlo... sus memorias regresaron.
Uno a uno los recuerdos lo azotaron con una brutalidad que casi lo hacen enloquecer.
El calor que lo consumía... la sensación de ahogo casi doloroso... el toque de sus dedos pegajosos sobre su herida... sus manos ansiosas tocándolo como nadie más lo había tocado antes... su boca robándole profundos y sensuales besos que casi parecían nunca tener suficiente, recordó también rogar por más mientras gemía su nombre...
¿ZeWu-Jun... y él? ¿Acaso ellos...?
No.
Imposible.
Era una maldita broma, ¿verdad?
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Loto blanco
FanfictionMini-fic XiCheng Historia corta con capítulos cortos ♥ *Bueno no está saliendo tan corto como creí, pero los capítulos siguen siendo igual de cortos*