Jiang Cheng se vio envuelto una vez más en un vehemente y lujurioso arrebato que se llevó lejos su cordura. Abrumado solo podía sentir y rendirse de esa forma en los brazos de XiChen se sentía tan bien que olvidó por un momento todo lo demás.
Le sujetó la nuca, enredó los dedos en el cabello del Lan y lo atrajo más hacia su boca. Degustándolo febril y profundamente, disfrutando del exquisito y adictivo sabor de sus labios.
Los sentidos de ambos se dispararon en todas las direcciones incorrectas y ya no podían controlarlo.
El urgido jadeo que escapó de la garganta de Lan XiChen hizo eco en la cámara de piedra cargada de tensión y electricidad, mientras atrapaba a Jiang Cheng en sus brazos y este se aferraba con ansias a su túnica, perdidos completamente en una neblina de deseo difícil de dispersar. Con la mente totalmente en blanco y sus bocas moviéndose metódicamente en un intenso frenesí que les robó el aliento, y cualquier rastro de cordura y consciencia.
Incapaces ya de retroceder.
Perdieron la noción del tiempo y del lugar mientras descubrían y exploraban la boca contraria.
Jiang Cheng seguía perdido en un extraño sueño. En una extraña bruma de emociones intensas e imposibles de explicar. Era dulce. Era embriagador. Y no quería despertar.
En algún momento, algo le dijo que no era un sueño. Las emociones experimentadas, las sensaciones y el calor se sentían increíblemente reales, pensó en su delirio. Sus labios ardían dulcemente y sus terminaciones nerviosas estaban vibrando de forma deliciosa.
No era un sueño.
Lan Huan lo empujó suavemente y fue consciente de ser llevado hacia la dura pared de piedra, mientras el chico lo presionaba firmemente, sin dejar siquiera un instante su boca. Las manos se recargaron en su cintura y deslizó los dedos por sus costados presionando con ansiedad, dejando también y finalmente sus labios para explorar, lento, la sensible piel de su garganta.
Jiang Cheng tembló y mordió sus propios labios intentado silenciar infructuosamente los gemidos que brotaban de las profundidades de su ser. La pesada y agitada respiración de XiChen y su inquieta lengua, que recorría de manera lenta el área sensible de su cuello, lo estaban desarmando. Lo estaban volviendo seriamente inestable.
Le sujetó del cabello y tiró de él haciendo que levante nuevamente su cabeza, impaciente por saborear su tentadora boca una vez más, y XiChen con una grave y oscura mirada, le concedió sus adoloridos e hinchados labios y su húmeda lengua, que suavemente volvió a invadirle la boca, haciendo estragos en el resto de su cuerpo.
Jiang Cheng sintió el incanzable latir de su corazón resonar violentamente en sus oídos, palpitando en un ritmo cada vez más acelerado y caótico, incluso el aire se estaba volviendo escaso e hizo que aquel feroz y arrollador arrebato fuera insostenible por mucho más tiempo.
Necesitados de oxígeno el beso se rompió intermitentemente y Lan XiChen buceó en las profundidades de su mirada de forma suave y malditamente enternecida. Sus ojos parecían desnudarle el alma y Jiang Cheng retuvo el aliento unos eternos segundos. Sintió su corazón detenerse también, mientras su cerebro procesaba e intentaba encasillar las crudas emociones que vio pasar fugaces en esos ojos, sobre él y tan jodidamente cerca que le hacían desear no alejarse jamás.
Sin embargo, el silencio se rompió y la burbuja en la que quedaron absortos reventó cuando, con un furioso zi zi, dos agujas impregnadas de veneno se deslizaron al mismo tiempo hacia los dos.
Todo sucedió en un instante.
Fueron tomados desprevenidos, es cierto, pero rápidamente reaccionaron moviéndose a un lado y Lan XiChen, con una pericia y precisión envidiable, dispersó ambas agujas con un veloz y certero golpe de espada. Shuoyue brilló con gélida frialdad en sus manos señalando el lugar exacto desde donde surgió aquel ataque furtivo. Sin embargo, no más lento que él, Jiang Cheng ya estaba custodiando con la mirada el mismo sitio.
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Loto blanco
FanfictionMini-fic XiCheng Historia corta con capítulos cortos ♥ *Bueno no está saliendo tan corto como creí, pero los capítulos siguen siendo igual de cortos*