Capítulo treinta

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 En el transcurso de unos segundos la mente en caos de Lan XiChen pensó en un millón de posibilidades. No tenía miedo de lo que podía llegar a hacer, porque en realidad apenas podía moverse. Estaba aterrado en cambio de lo que podría llegar a decir aquel XiChen interno y sin filtros, bajo la posesión de la máscara.

 Una hora vigilando sus pensamientos y manteniendo su compostura firmemente rígida parecía un reto demasiado agotador. No creía poder lograrlo.

 Su corazón se tambaleó cuando sintió a su mente volver a desvanecerse de manera irregular por momentos y comenzó a desesperarse.

 Tenía en claro lo que su corazón estaba comenzando a sentir por Jiang Wanyin, pero había también un miedo persistente. Jiang Cheng poseía una naturaleza increíblemente impredecible y salvaje. Era como una fiera, si se sintiera acorralada atacaría sin pensarlo dos veces, y si ahora mismo expresara sus sentimientos con palabras, la conversación probablemente no terminara para nada bien.

 Repasó por un instante las situaciones que habían ocurrido entre los dos con anterioridad y se dio cuenta que todo fue demasiado caótico y repentino. Siempre había tomado la iniciativa y él mismo ni siquiera podía comprender de dónde había sacado todo el valor para actuar de la manera imprudente e irreflexiva en la que lo había hecho.

 Hizo muchas cosas sin pensar, y en este momento la máscara lo estaba obligando nuevamente a tomar una decisión difícil. Supo que tenía solo dos opciones a disposición: dejar que ella derrame todas las emociones encriptadas de su corazón o hacerlo él mismo, responsabilizar a la máscara y tener la oportunidad de ver su reacción.

 La segunda alternativa lo atraía más, pero también lo hacía sentir extraño. Algo astuto. Tal vez hasta un poco despreciable.

 Mientras pensaba en ello, una duda también lo asaltó. Si se atreviera a preguntar qué ocurrió en los momentos en los que la máscara "tomaba posesión" ¿Qué es lo que diría? ¿qué expresión pondría? ¿Jiang WanYin seguiría actuando como si nunca hubiera pasado nada?, pero... ¿cómo podría actuar como si nada hubiera pasado si estuvo maravillosamente estremecido entre sus brazos?

 Su vista se nubló por un instante y su corazón saltó aterrado en su pecho. No debería haber pensando en ello. La imagen era demasiado provocativa y no estaba preparado.

 ¿Qué debía hacer?

 Quiso moverse pero apenas podía hacerlo. La debilidad en sus extremidades era muy restrictiva.

 Jiang Cheng reconoció que había algo extraño en él y se aproximó presionando aún la herida a la cual estaba transfiriendo algo de energía espiritual, creyendo que el repentino movimiento de ZeWu-Jun tenía que ver con ello. Los dedos delicados y temblorosos del Lan se movieron suavemente y sujetaron la mano de Jiang Cheng. La conexión se rompió y XiChen, con lentitud y dificultad llevó la diestra del joven líder hasta su pecho, en el sitio exacto donde el corazón le pateaba con tanta violencia que resultaba casi doloroso.

 Lo miró largamente a los ojos. Abrió su boca para hablar y las palabras sencillamente no salieron. No sabía como empezar.

 Jiang WanYin preocupado se acercó aún más a él queriendo oírlo. Sin embargo, Lan XiChen se encontraba sin palabras. Además, el chico estaba ahora tan tentadoramente cerca que su corazón saltó como si quisiera escapar. Y creyó, de forma acertada, que las manos del joven en su pecho donde las había depositado lo sentirían y él podría notarlo sin dificultad.

— ¿Qué está mal? —preguntó Jiang Cheng confuso y sus dedos se presionaron ligeramente para sentir con más atención aquella inexplicable anormalidad que había detectado.

— WanYin... L-la máscara... —susurró XiChen con suavidad y cerró sus ojos por un instante. Cuando los abrió nuevamente, poseían una nueva luz.

 Jiang Cheng no pudo evitar estremecerse. A causa de aquella jodida máscara su mente estaba tan desequilibrada que no sabía que hacer ni que pensar.

 Y ahora, ¿estaba sucediendo de nuevo?

 Su corazón se aceleró con una velocidad vertiginosa y sin su consentimiento. Todo su cuerpo se tensó de forma súbita, casi ansiosa. Algo dentro suyo se estremeció expectante.

 Su propio cuerpo presintió el caos antes de que sucediera.

— Me gustas... —le murmuró quedo Lan XiChen y todo se detuvo un instante.

 Los ojos firmes de Jiang Cheng fueron capaces de percibir como los de Lan Huan lo observaron fijo con la mirada cargada de emociones diversas, contradictorias. Cálido y dulce. Áspero y feroz.

 El brillo en aquella mirada solemne y a la vez sincera y suave no cambió, sino que se acentuó. Como si todas las estrellas del firmamento encontraran hogar en sus pupilas temblorosas. Sus manos elegantes y suaves, sujetándole aún las propias manos sobre su corazón también temblaron de forma sutil y leve, pero jodidamente perceptible.

 Al mismo tiempo que Jiang Cheng permanecía cautivo de aquellos diminutos detalles, Lan XiChen se encontraba impaciente. Podía ver que su confesión había desconcertado a Jiang WanYin. Lo había sacudido, ciertamente, pero estaba "bajo los efectos de la máscara". No parecía que fuera a obtener una respuesta.

— Me gustas. Me gustas mucho... —repitió entonces, con la voz llena de frustración. Pero, desafortunadamente, no había réplica por parte de Jiang Cheng que parecía en realidad ahogado, algo ausente, y sus pensamientos eran distantes. Lejanos.

— Dije que me gustas —musitó infantilmente insistente. Aunque la frase acabó en un susurro cargado de reproche. El corazón le dolía de forma inexplicable y sus ojos picaban.

 Sin embargo, obtuvo finalmente una reacción por parte del joven de violeta, pero no esperó de ninguna manera que ésta fuera tan sorprendente.

 Jiang WanYin lo besó.

 Presionó sus labios sobre los suyos de manera casi instintiva, algo violenta. Tal vez lo hizo simplemente para silenciarlo, pero aquello a Lan XiChen poco le importaba. El joven no le era indiferente. Podía sentirlo.

 Probablemente lo besó atrapado por un impulso imprudente, repentino, pero demasiado natural para ser el resultado de un error de juicio. Jiang Cheng le invadió la boca de forma dominante pero sin prisas, mientras él estaba siendo consumido por un sentimiento extraordinario y sublime.

 El beso fue largo y profundo. Lleno de intimidad y dulce entrega.

 Cuando finalmente la falta de oxígeno los obligó a separarse por un momento, XiChen sintió que su mundo podría derrumbarse si lo oyera decir algo que minimizara de algún modo la situación. Sin embargo, Jiang WanYin lo miró larga y ociosamente, y solo sonrió.

 Su sonrisa era real, sincera y hermosa. Increíblemente hermosa.

 El corazón de Lan XiChen se desbocó. No recordaba haberlo visto sonreír antes. Era la primera vez que veía a WanYin con una expresión tan tranquila y feliz, y la dolorosa punzada en el pecho ante aquella increíble y deliciosa imagen lo dejó profundamente perplejo.

 Jiang Cheng, notó su desconcierto pero desdeñó su aturdimiento. Hizo algo que fue aún más inesperado y abrumador. Se inclinó nuevamente y le succionó el labio inferior, lo lamió de forma suave y lo mordisqueó lento, antes de penetrarle una vez más la boca con sensual ansiedad, mientras lo devoraba persistentemente como si no hubiera un mañana.

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