Capítulo treinta y ocho

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 Jiang Cheng, vacilante, se giró para enfrentar la mirada del Lan.

 Los ojos de Lan Huan estaban ferozmente encendidos y el infierno caótico en sus pupilas parecía tener intenciones de consumirlo en cenizas.

 Sin poder evitarlo, se estremeció.

 Esa mirada estaba cargada de emociones diversas. Había miedo, había ansiedad, había resistencia y desafío.

 Aquella mirada prolongada y firme le hacía preguntarse, una vez más, cómo podía contener tanto.

 Sin embargo, no fue eso sino la respuesta que escapó de los labios del Lan lo que terminó por desmoronar y derribar pieza a pieza su fortaleza.

— La compartiremos —exclamó agresivamente Lan XiChen, hablándole a la mujer, pero sin despegar su ardiente mirada del rostro ecuánime y desprovisto de emociones amistosas del hombre de violeta.

 El Jade se deleitó al ver al líder Jiang debilitar su expresión firme e inaccesible, por su causa. Lo sintió tensarse también, en respuesta a sus palabras. Con su atención en su totalidad puesta en él y en sus más diminutos cambios de expresión, que lo significaron absolutamente todo para él, no pudo ver la reacción en la mujer que había quedado momentáneamente sin palabras por la inmediatez con la que el hombre de fieros ojos rechazó su oferta y la firmeza con la que la otra persona lo contradijo.

 La posadera no parecía ser consciente de todo el caos interno que había despertado en sus huéspedes. Ella simplemente rió con torpeza y dijo algo que a punto estuvo de hacer que ambos pierdan estabilidad y cayeran de rodillas, faltos de fuerza en las piernas.

— Esperen, no se precipiten... ¡Claro que tenemos habitaciones disponibles! —dijo con solícita urgencia—. En realidad, solo era una simple broma que suelo utilizar el día del festival.

 Los dos hombres se giraron de súbito y la miraron con idéntica y silenciosa ferocidad. Aunque, la mujer no fue consciente del calor e intensidad de sus miradas, porque en ese momento apartó los ojos del par y movió su gran cuerpo hacia las puertas de la pensión, mientras miraba alegremente hacia afuera y los instaba a observar también, lo que ella veía.

— Nuestra festividad, única y espectacular de máscaras de ensueño, se está haciendo cada vez más importante y llamativa en la región. Es increíble que, a pesar de que nuestro pueblo sea pequeño llame tanto las atención. Muchas personas de fuera vienen a quedarse en estos días para formar parte de ella o simplemente presenciarla —masculló entusiasmada, pero se detuvo por un instante ligeramente pensativa—. Sin embargo, aún no son suficientes para agotar las habitaciones de la pensión —suspiró con infelicidad, hablando más consigo misma que con ellos.

 Tan perdida estaba en su frustración personal que no notó la lucha interna en la que volvían a encontrarse los dos hombres, cada uno por su parte y como consecuencia de la inofensiva 'broma' de la mujer.

 Lan XiChen permanecía profundamente avergonzado por la intensidad de su reacción. Mientras Jiang Cheng aún seguía aturdido por la vehemencia y firme determinación del Lan y su propia respuesta, cargada de sorpresiva sumisión.

 Había experimentado un instante de incomprensible suavidad en su interior ante aquellas rutilantes palabras y sintió un ligero rastro de temor. Casi esperaba que la mujer se apresurara a indicarles cual sería su habitación, deseoso por dejarse llevar por completo por aquel imprudente impulso.

 Sin embargo, todo se desmoronó en un instante y se sintió aún más violentado por sus pensamientos poco saludables que casi lo hacen perder el sentido.

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