Capítulo veintidós

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 En el trayecto Lan XiChen permaneció oscuramente silencioso. Tenía la mente llena. Tenía el corazón adolorido.

 Intentó quitarse la sensación de la piel y centrarse en el rescoldo de coherencia que significaba la amenaza que habían sufrido Lan JingYi y el joven Jin Ling a manos de un cultivador desconocido, pero incluso su preocupación por el par no logró hacer que dejara de sentir aquella sensación agobiante y opresiva en el pecho, que no tenía nada que ver con la inquietud de no saber el estado en el que estaban.

 Las palabras de Jiang Cheng aún resonaban perturbadoramente en sus oídos, ejerciendo una dolorosa presión en su consciencia.

 Su expresión era tranquila, pero ocultaba una violenta tormenta que se agitaba ferozmente en su interior.

 No se había dado cuenta de cuánto le dolieron aquellas punzantes y espinosas palabras en boca del líder Jiang, hasta que se detuvo a pensar en ellas con detenimiento. No solo eso, incluso parecían contener un veneno ponzoñoso que se arraigaba profundamente, envolviendo y enredando su corazón como si estuviera siendo firmemente sujetado por viciosas raíces negras. Podía sentir a su tonto órgano marchitarse, ennegrecerse y descomponerse, casi como si la vida le fuera drenada lentamente. Su rostro había perdido color y sus ojos ya no eran cálidos y amables, había en ellos una capa de frialdad, amargura y ausencia que resultaba dolorosamente estremecedor.

 Jiang Cheng le robaba impacientes miradas con un aire de culpabilidad y arrepentimiento evidente. Incluso parecía luchar consigo mismo en un intento por tratar de decir algo, pero Lan XiChen lo ignoró por completo. No lo quería oír. Cualquier cosa que le pudiera llegar a decir, solo le traería un fuerte sentimiento de incomodidad y tormento. Aunque esto era también porque, y de forma consistente, su tonto cerebro le recordaba la manera tan agresiva como había reaccionado y eso lo hacía sentir aún peor.

 Cerró sus ojos e inhaló suavemente. Bajo el efecto del viento sus túnicas ondeaban con brusquedad, pero no sentía frío. Solo lamentaba que, pese la fuerte brisa, podía sentir que sus preocupaciones en lugar de esfumarse volando, se intensificaban sin su consentimiento. Estaba muy agotado, y su cabeza palpitaba dolorosamente, haciéndolo incapaz de pensar con claridad. Debido a su estado mental desequilibrado, inclusive ni siquiera había notado que no había preguntado sobre la carta del joven Líder de secta Jin Ling, cómo es que habían logrado escapar de su captor o incluso cuál era el estado de Lan JingYi.

 Se sintió consternado cuando se dio cuenta de sus consecuentes fallas.

— Ellos están bien, ¿verdad? —dejó escapar las palabras en un ligero suspiro, que sonó bastante frágil y tembloroso.

 Jiang Cheng estaba perdido también en sus propios pensamientos y tuvo que considerar la pregunta un instante antes de responderle. Aunque Lan XiChen sabía internamente que podía relajarse. Si el joven Jin Ling estuviera en peligro real, Jiang WanYin ya habría forzado a su espada al límite en un intento por ganar velocidad. Lo confirmó de inmediato con sus palabras.

— Su voz no sonaba preocupada o en peligro —dijo con una mueca—. Es más, el mocoso hasta parecía entusiasmado.

 Lan XiChen parpadeó confundido un segundo, y el líder Jiang continuó lentamente.

— La niña espíritu que los retuvo en la villa, al parecer mantenía alguna conexión importante con el cultivador que los capturó. Ella les ayudó a comprender las intenciones reales de esta persona. Allí también descubrieron la existencia de algún tipo de accesorio espiritual antiguo, aunque no dejó mucha información sobre eso. Sin embargo, recalcó era el dominio del cultivador sobre las bestias y su relación con los lobeznos ígneos presentes en QingHe. Al parecer, estamos enfrentando a la misma persona.

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