Capítulo 12.

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Jadeando, Wei Wuxian dio un último golpe, observando como su contrincante Wen, otro omega, caía al piso derrotado.

Limpiando sus manos en esas baratas túnicas con los símbolos rojos del sol que les habían dado en la secta Wen, Wei Wuxian ni siquiera se molestó en hacer una reverencia de agradecimiento por ser el ganador de ese enfrentamiento, sabiendo que aunque lo hiciera nadie en el coliseo le daría aplausos por su hazaña. Así que esperando las felicitaciones en susurros de su propia secta, el omega Wen regreso con una sonrisa a las graderías del coliseo, donde se sentó al lado de su hermano y en medio de sus subordinados de la secta Yunmeng Jiang.

Mirando al frente por un segundo, sin dejar de sonreír, se topó con la mirada fija de Wen Chao sobre él; aunque no podía estar seguro de si lo miraba a él o a Jiang Cheng.

A Wei Wuxian le costaba admitirlo, pero la instrucción en la secta Qishan Wen fue mucho peor de lo que esperaba, antes tomándolo con buen humor; para llegar a detestarlo por completo.

Llegando a Sin Noche, a todos los invitados se les confiscaron sus espadas y otros objetos personales "peligrosos", tales como talismanes y objetos de protección; incluso se le quitaron los pinceles a Nie Huaisang. Aquello que la secta Wen defendía como un medio de resguardar el orden y el buen comportamiento de los invitados en su secta, para Wei Wuxian no fue más que un intento burdo de humillación y control sobre ellos. No había una mayor ofensa para un cultivador que ser apartado de su espada, y de forma arbitraria y con amenazas, la secta Wen los obligo a todos a dejar sus armas, con un claro tono de supremacía.

Desde el primer instante les demostraron quien mandaba en ese sitio y sobre ellos.

"Cuida bien a Bichen ¿De acuerdo?" Le pidió Wei Ying a Suibian, mientras avanzaba en la fila para dejar a su espada con los miembros encargados: "No sé quién de ustedes es el alfa, pero como sea Bichen nunca ha estado lejos de Lan Zhan así como lo estuviste tú de mí una temporada" Recordó Wei Ying, como su tiempo en la secta Jiang cuando estaba soltero y se le impidieron muchas formas de cultivo, en las que dejaba de lado por largo tiempo a Suibian en sus habitaciones: "Ambos tienen un vínculo especial, temo que Bichen se asuste sin Lan Zhan..."

En el área de alfas, a pocos pasos de Wei Yin, Lan Zhan estaba sosteniendo a Bichen con cuidado en sus manos, pasando sus dedos por los adornos tan característicos de esta hechos en plata blanca, en completo silencio. Lan Wangji era joven, y nunca antes se había separado de su espalda, y aunque quería mantenerse sereno para su secta, actuando como el líder por primera vez sin su hermano, no podía evitar sentirse algo desprotegido sin su fiel espada a su lado; algo que Wei Wuxian notó sin necesidad de palabras, conociendo bien a su pareja.

"Volveré por ti, yo siempre volveré por ti" Le susurro Wei Ying a Suibian, pasando sus dedos por su nombre tallado en su funda antes de entregarla, mirando con dolor como los miembros de la secta Wen tomaban a su fiel espada para tirarla como un objeto más con los otros cientos de armas que habían confiscado.

Quitándoles también parte de su equipaje, con prendas como las túnicas más costosas que habían llevado para ocasiones especiales, e incluso algunas joyas; la secta Wen volvió a imponerse dándole prendas de vestir a los asistentes para que las usaran durante los días de la instrucción.

Esto no era tan extraño, pues así como lo habían hecho en la secta Gusu Lan, los cultivadores invitados debían llevar como túnicas exteriores los colores de la secta donde estaban entrenando. Sin embargo había una gran diferencia con cualquier otra ropa que alguna vez habían llevado en otra secta donde fueron aprendices, pues la calidad de las túnicas que la secta Wen les había cedido era tan mala, que Wei Wuxian no pudo evitar equipararla con la ropa vieja de los sirvientes que Madam Yu usaba para las antorchas que se daban al salir a las cacerías nocturnas, siendo ropa tan inservible y vieja, que su única utilidad era ser rota para envolverlas en un palo y prenderles fuego.

Mi joven amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora