Capítulo 17.

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Meng Yao nació siendo el único hijo omega de una prostituta de una ciudad pequeña, nunca supo quién era su padre, y pasó muy poco tiempo con su madre. Al ver que era un omega, el dueño de aquel burdel lo tomó como su propiedad incluso antes de que él pudiera caminar, y desde que tenía razón se le enseñó una sola cosa: Como complacer a otros hombres.

El joven omega nunca tuvo una infancia normal, crecer en un burdel viendo todo tipo de cosas, sin moralidad, y viéndose a sí mismo como un trozo de carne... Incluso antes de saber quién era, Meng Yao ya pensaba en sí mismo como su realidad, un objeto para satisfacer a los demás.

Pero su suerte cambió el día de la muerte de su madre, cuando tenía poco más de 12 años. Ya había sido entrenado como una prostituta, y por su belleza clásica de Lanling, su dueño estaba esperando vender su virginidad al mejor postor el año siguiente, después de que tuviera su primer celo.

Poco sabia Meng Yao que su comprador no iba a desear su cuerpo para satisfacerlo, y en realidad iba a comprar una cosa completamente distinta.

"¿Entonces es él?" Preguntó la voz chillona de una mujer.

Bajando la cabeza con temor, Meng Yao fue llevado a una casa rica de una familia acomodada en Lanling Jin, temía ser follado por un hombre mayor y malvado, pero en cambio fue comprado por... Una pequeña joven omega como él, la cual aparentaba tener su misma edad.

"Es el único hijo de la mujer, señorita Qin, y es el más parecido al joven Jin Zixuan..." Respondió el empleado que lo había llevado al burdel.

Acercándose a él con paso calmado, Qin Su le levantó el rostro con su abanico, mirando a Meng Yao a los ojos con una expresión fría.

"Dime niño, ¿Quieres cambiar tu suerte?" Preguntó Qin Su con una sonrisa: "Si tú me haces un favor, te prometo la seda más cara, y la miel más dulce, pero debes volverte mío..."

Meng Yao no tenía nada que perder, así que sin dudarlo respondió: "Si, lo haré."

Qin Su sabía quién era su padre desde que era una niña, pero aun así no comprendía porque ella no era cubierta de sedas doradas en la torre Koi, y por qué tenía que guardar el secreto de su sangre. Ella era una joven ambiciosa, y como una omega de alta cuna, quería que sus hijos compitieran por el liderazgo de la secta Jin, algo que no iba a poder lograr, a menos que fuera reconocida como una hija de Jin Guangshan.

Algo que Qin Su decidió hacer con la ayuda de uno de sus hermanos.

El plan era simple, Qin Su compró a Meng Yao del burdel llevándose consigo todas las cosas de su madre, lo cual incluía una pequeña caja con adornos dorados, que la madre de Meng Yao había guardado como un tesoro hasta el día de su muerte. Qin Su no sabía si Meng Yao era su hermano de sangre, tampoco le importaba, lo unció que ella había buscado era el hijo de otra mujer que tuviera la misma caja dorada que ella, y que se pareciera lo suficiente a su medio hermano como para derretir el corazón de la secta Jin, algo que consiguió con Meng Yao.

Qin Su entonces envió a su nueva compra a Lanling, donde la tarea de Meng Yao era simple, arrastrarse hasta Jin Guangshan, conmoverlo con su rostro hermoso y la bonita caja dorada que él les daba a todas sus prostitutas, y luego rogar por ser conocido. Para ello habían inventado toda esa historia dramática, en la que Meng Yao supuestamente escapó del burdel, intentando evitar ser una prostituta... Y todo lo demás.

Pero algo que ellos no contemplaron fue la idea de que Jin Guangshan no fuera tan idiota, y terminara rechazando al pobre omega, quien humillado terminó rodando por unas escaleras, rechazado por su propio padre.

Sin embargo la suerte de Meng Yao no fue tan terrible, ya que si logro compasión de algunas personas presentes ese día, en las que estaba el líder de la secta Nie, quien lo acogió en su casa, dándole el puesto de un sirviente, sin otras ideas maliciosas... Al inicio.

Mi joven amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora