(57) Benjamín y Víctor.

566 67 19
                                    

¡No sé de qué mierda me estás hablando!

— ¡Mentiroso hijo de puta! — Soltó Víctor al mismo tiempo que le pegaba un fuerte puñetazo en la cara a Diego.

Este se quejó mientras la sangre escurría de su boca. Emiliano sollozó detrás de la cinta. Benjamín sonrío mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho y se apoyaba en la orilla de la mesa.

Dime dónde encontrar a ese gordo hijo de puta y al otro tipo que venía con él o te juro que vas a lamentar no decirme hasta el final de tus días.

Víctor respiraba con fuerza recordando cómo lo había vendido por algo tan grotesco como la cocaína.

— ¡Por favor! ¡Entiende, tengo una adicción! ¡No era personal, necesitaba que alguien me salvará, el señor Sanchi me quería coger a mí! — Gritó desesperado.

Los ojos de Víctor casi se salían de sus cuencas oculares por la impotencia y la ira.

— ¡Problema tuyo cabron! — Contestó Víctor mientras chocaba su frente contra la de Diego.

Benjamín se había quedado serio con lo que había escuchado.

El pecho de Diego subía y bajaba rápidamente por los nervios. Víctor fue hasta la mochila que había traído y que estaba esperando en un costado de la habitación.

— Vas a decirme dónde encontrar a ese maldito gordo bastardo o de aquí saldrás con tu dentadura en la mano.— Soltó Víctor mientras sacaba una pinzas y una navaja del bolso. 

Diego miró los objetos de tortura con recelo. Se planteó a si mismo cuál era la mejor opción. Si decirle a a Víctor dónde encontrar a sus abusadores y luego arriesgarse a soportar las consecuencias del señor Sanchi o guardar silencio, insistír en que no sabía nada e intentar escapar.

La mandíbula de Víctor comenzó a temblar. Estaba tan nervioso como asustado. No estaba asustado por la situación en la que se habían metido, estaba inquieto por la posibilidad de ver nuevamente a sus abusadores. Se sentía inseguro e hizo toda la fuerza que pudo para aparentar que sabía lo que estaba haciendo.

Diego notó su inseguridad. El drogadicto miró con atención al muchacho que sostenía la navaja con una mano temblorosa mientras intentaba zafar sus brazos de las cuerdas con discreción. Inmediatamente pensó que se estaba preocupando por nada. Aquel jovencito seguía siendo una simple víctima como la primera vez que lo vió.

¿Realmente crees que podrías hacer algo contra el señor Sanchi? — Soltó Diego con un dejo de burla en su voz.

Víctor junto las cejas, perplejo por el repentino cambio de humor de Diego. Benjamín se limitó a escuchar lo que tenía para decir.

— ¿A qué te refieres? — La voz de Víctor comenzó a sentirse insegura. 

— Sanchi y Duarte te van a aplastar como una maldita cucaracha si te digo dónde encontrarlos, no sin antes hacer que escupas tus putos intestinos.

Víctor sintió que su tórax pesaba una tonelada y que no lograba respirar bien, por lo que había escuchado. Emiliano miraba toda la escena, expectante y amordazado. Benjamín se repitió una y otra vez el otro apellido que había escuchado que probablemente pertenecia al otro abusador de Víctor.

— ¡Será mejor que me sueltes o de otra manera haré que ellos te busquen y te van a destripar! ¡No sé que creíste que ibas a lograr pero te aseguro que no sabes con quiénes te estás metiendo, zorrita de mierda! — Soltó Diego antes de escupir a Víctor en la cara.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora