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Comienzo a sentir que todo a mi alrededor se nubla y se me cae el mundo a los pies.

Sólo 6 meses.

Nada más que 6 meses y todo se terminó.

Papá y mamá me abrazan mientras lloran a mi lado. El doctor Sosa se levanta, dice unas estúpidas palabras de darnos unos momentos a solas y luego abandona el consultorio.

Pero yo no puedo dejar que se valla.

Por más que ame a mis padres, no puedo quedarme aquí y abrazarlos mientras estoy perdiendo tiempo valioso en el que podría estar salvando mi vida.

Me levanto de golpe y no me siento mareada.

Me siento decidida.

— ¿Malena? — Pregunta mamá entre lágrimas.

Me voy en busca de mi doctor.

— ¡Malena! — Siento a papá gritar de mi cuando abro la puerta.

Salgo hacia la sala de espera. Toda la gente, que ahora es más que cuando llegue, voltea a mirarme. El doctor Sosa está hablando con su secretaria, que al verme se queda perpleja. Mi doctor voltea hacia mi y también luce algo sorprendido.

— Quiero la cirugía.

Levanta las cejas pero yo no lo dejo contestarme.

— Ya tengo 18 años y puedo tomar desiciones. Quiero la cirugía.

Aunque no los vea, siento a mis padres parados detrás de mi. El doctor Sosa se me queda mirando un momento.

— Entremos al consultorio. Hay cosas que tienes que saber. — Me suelta mientras me abraza por el hombro y me guía nuevamente al consultorio junto con mis padres.

Una vez dentro, nos sentamos y yo espero que me diga todo lo que tengo que saber para a entrar al quirófano nuevamente.

— Primero dejame hacerte algunas preguntas.

Asiento y siento como mi madre sujeta mi mano. El doctor saca una libreta y su bolígrafo.

— ¿Tuviste mareos en los últimos dos meses?

Asiento y él escribe.

— ¿Tuviste dolores de cabeza?

Asiento.

— Del 1 al 10 ¿cuál fue el umbral del dolor que sentiste?

— 7 y otras veces... 8

Él vuelve a escribir.

— ¿Cansancio?

Niego con la cabeza.

— Desde que deje los medicamentos me he sentido con más energía.

Asiente.

— Es normal Male... El tratamiento que estabas haciendo necesitaba de drogas fuertes y tu cuerpo lo soportaba cómo podía...

— Para que al final no funcionará. — Las palabras salen de mi antes de que pueda detenerlas.

— Malena... — Me advierte mamá pero la ignoro.

— Muy bien, voy a continuar con las preguntas ¿Sufriste alucinaciones en los últimos dos meses? 

Doy un respingo ¿Que?

— Hum... ¿Alucinaciones? ¿A que se refiere con alucinaciones? — Pregunta mamá.

— Comportamiento extraño, pérdida de la noción de dónde está, básicamente te pregunto si ves cosas que posiblemente no sean reales Malena. — Me suelta.

— No. — Contesto de golpe.

— Cecilia nos dijo que te escuchó hablando sola. — Suelta papá de golpe, como si se lo hubiera estado guardando.

Lo miro, perpleja ¿Ella dijo eso?

— ¿Cecilia es la enfermera asignada para su cuidado? — Pregunta el doctor Sosa.

Mis padres asienten. 

— Yo no estaba hablando sola. — Suelto en tono ofendido.

— ¿Entonces con quien hablabas? — Pregunta mamá intentando sonar natural y no alarmada.

Me quedo en silencio unos segundos. No quiero que sepan sobre Benjamín.

— Con un amigo.

— ¡¿Que amigo?! — Pregunta papá con los ojos bien abiertos, sin ocultar su asombro.

Me quedo muda un momento. No quería que se enterarán así.  

— Conocí a un chico y él pasa por el ventanal y charlamos. Sólo eso...

— ¿Lo dejaste entrar a la casa? — Pregunta papá con voz tensa.

Siento una puntada de angustia en el pecho. Niego con la cabeza respectivas veces. Si ellos se enteran que estuvo en casa más de una vez, moriré antes de los 6 meses porque mis padres me matarán ahora.

—¿Desde cuándo? ¿Y porque nunca lo vimos? — Pregunta mamá con voz aún más tensa.

Me quedo en silencio sintiendo angustia y molestia por las estúpidas preguntas de mamá.

— Está bien, está bien. — Interviene el doctor Sosa con voz suave. — Aquí lo importante es que Male no sufra alucinaciones, eso sería una mala señal. Confiemos en sus sentidos.

Trago saliva y quiero cambiar de tema.

— Como todo procedimiento quirúrgico, tiene su riesgo, pero si decidimos seguir adelante con la cirugía, tendrás una preparación de casi 2 meses.

— ¿Por qué tanto tiempo? — Pregunta papá. — Las últimas veces que la operamos, solo se necesito una preparación de dos semanas.

Hay algo que el doctor no me está diciendo.

— Está cirugía... tiene un riesgo de un 50%... Pero si aceptan, daré lo mejor de mi, para entrar, sacar todo el tumor, limpiar el tejido cicatrizal y dejar a Malena totalmente limpia.

Cierro los ojos, eso suena hermoso aún con el riesgo, pero es mucho para procesar... Mis padres se quedan mudos.

— Necesito juntar al mejor grupo de profesionales para que me asistan en la cirugía y Male debe tomar medicamentos de respaldo un mes antes, para que su cuerpo y organismo resista todo lo que quiero hacer.

Claro, básicamente abrir mi cabeza y escarbar por todo mi cerebro hasta sacar todo el tumor. Quiero hacerlo.

— Como su hija está asegurada, agendarla hoy mismo no será un problema, pero hay otros pacientes esperando por otras cirugías y es la fecha más cercana que le puedo dar.

Asentímos. No me quedará de otra que esperar.

— ¿Está totalmente seguro que esa cirugía es nuestra última esperanza? — Pregunta mamá tomándome por sorpresa.

El doctor Sosa asiente.

— Como ya les dije, podríamos probar con rayos o quimio por algunas semanas pero en mi opinión profesional, dados los resultados negativos del tratamiento con los medicamentos fuertes, sería una perdida de tiempo valioso.

Silencio nuevamente.

— Aunque la desicion es totalmente de ustedes. — Finaliza el doctor Sosa mientras me regala una débil sonrisa.

— Yo ya me decidí. — Suelto.

Mis padres me miran y mi madre abre la boca para decir algo pero no la dejo.

— No mamá. — Suelto en su dirección. — Anóteme para la cirugía, ya está decidido. — Le digo al doctor Sosa.

El doctor mira fugazmente a mi padre ¿Acaso piensa que no puedo tomar decisiones por mi misma? Mi padre habla detrás de mi con la voz entrecortada.

— Haga lo que mi hija le dice, doctor.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora