Abro los ojos despacio y lo primero que siento es el aroma a café y tostadas. Sonrío porque la verdad es que tengo hambre. Me levanto despacio y frunzo el ceño cuando un leve olor a quemado entra en mi sistema. Me incorporo rápidamente y en la parte de la cocina de la habitación que pagamos solo por una noche, está saliendo humo y en la mesa, Benjamín está sentado dándome la espalda.
Un escalofrío me recorre por toda la espalda. Respiro hondo y hago de cuenta que no pasa nada, tomo de toda mi energía para que no me tiemble la voz.
— ¿Amor? Se están quemando las tostadas...
No se mueve pero veo que su pierna está temblando. Me muevo despacio hasta la orilla de la cama y me pongo los calzados. Esto era lo que temía.
— Victor. — Suelto en forma de saludo.
Su cabeza se mueve y sé que es él.
— Malena. — Contesta con voz apagada.
Voy hacia la estufa de manera tranquila, apago el café y desconecto la tostadora. Sé que darle la espalda es lo peor que puedo hacer pero no quiero que piense que puede intimidarme. Yo sola me expuse a esto.
Cuando me volteo ahogo un grito cuando lo tengo parado a centímetros de mi cara. El corazón se me sube a la garganta al recordar cómo intentó matarme en la azotea del hospital y me insulto a mi misma porque ni siquiera lo sentí moverse.
Sus ojos están vacíos y su expresión corporal me dice que no tengo que confiar en él. No es como con Benjamín. Quiero alejarme de esta persona. No me atrae en lo absoluto. Si no fuera porque sé que habitan el mismo cuerpo, pensaría que son gemelos o dos personas completamente distintas.
Dios mío. Hasta la piel se siente diferente ¿Cómo es esto posible?
Levanta la mano despacio y yo doy un respingo. Él se queda inmóvil sin quitarme los ojos de encima.
— Tranquila. — Me susurra.
Su mano se mueve despacio hacia mi vientre e inmediatamente siento náuseas.
— Esto es mío, aunque no quieras admitirlo.
Se me seca la boca y me armo de valor para mirarlo a los ojos.
— No... Es de Benjamín y no me importa lo que digas.
Se ríe y deja de tocarme, cosa que me alivia.
— Eres una egoísta. En alguna parte muy profunda de tu consciencia sabes perfectamente que esto no va a durar nada y sobre todo... Sabes que está mal.
Se me llenan los ojos de lágrimas.
— Si tan seguro estás de que esto va a terminar mal ¿A qué vienes?
Su mirada se enfría 10 grados.
— ¿Por qué piensas que yo soy el malo? ¿Tienes idea de lo que se siente ser yo? Desde que esos malditos me violaron soy manipulado por una voz en mi cabeza que apareció como resultado de ese trauma y ¿Que? ¿Crees que merezco todo esto?
La culpa me invade pero desaparece en el momento que recuerdo como intento matarme. Lo empujo lejos de mí con fuerza, cosa que lo sorprende y camino hacia la cama.
— ¿Acaso intentas darme lastima? ¿Depues de como intentaste matarme? — Lo miro fijo. — Eres un maldito.
Él luce considerablemente incómodo cuando por fin lo confronto.
— Lamento lo que hice. Creí que de una forma u otra ibas a morir y yo francamente estaba desesperado. Como lo estoy ahora.
Me siento en la cama y rodeo mi vientre con los brazos. Él sigue hablando.
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Mi maravillosa creación
Romance¿Que harías si tú vida, que está destinada a una enfermedad miserable, se ve interrumpida, avivada y corrompida por un extraño muchacho de ojos verdes? Malena ni siquiera quería averiguar quién era realmente él. Su principal objetivo, era convencer...