(70) Noche de hermanos.

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Junio del 2014 (4 años antes) 

Narrado en primera persona por Víctor.

Mis piernas no me responden. Me tiembla todo el cuerpo y no consigo moverme. Él está con la ropa manchada de sangre. Ya no hay vuelta atrás y solo quiero irme a casa ¿En qué momento empezó a matar gente?

— ¿Acaso no escuchas? Muevete. Ya saben que estamos aquí.

Me quedo inmóvil. Él pone los ojos en blanco y viene hacia mí para moverme a los empujones. Caminamos rápidamente hacia la entrada donde según sabemos están las escaleras. Me tropiezo con mis propios pies en un intento por esquivar el cadáver de esa mujer y termino en bruces en el suelo. Benjamín se agarra con una mano de la cadera y con la otra se pellizca el puente de la nariz.

— Me lleva un río de mierda. — Susurra.

¡¿Acaso no ves que no puedo hacer esto?!

Escucho voces arriba de nosotros y levantamos la cabeza hacia las escaleras caracol que dan al segundo piso de la fábrica. Unos tipos están bajando y todos se arreglan la ropa con rapidez. Se detienen en seco cuando lo ven parado en el inicio de las escaleras. Son clientes.

— Hijos de...

Levanta su Glock y dispara varias veces hacia su dirección. Salen disparados hacia el tercer piso. Agarro mi mochila con manos temblorosas y saco mi Glock con silenciador. Tengo que hacer esto. Puedo hacerlo. Un tiro se me dispara y da en la pared llena de humedad a menos de un metro de Benjamín. Mierda. Este se voltea y me fulmina con la mirada.

— ¡¿Acaso quieres matarme?! ¡Maldita sea, ten cuidado!

Niego con la cabeza mientras me levanto lo más rápido que puedo.

— Quédate detrás de mí.

Subimos las escaleras despacio. Siento que estoy a punto de perder el equilibrio pero él sube con seguridad y prepotencia, como si no estuviera a punto de matar a alguien. Las puertas dónde en un pasado se usaron como oficinas ahora son habitaciones. Él abre la primera puerta, detona disparos y sigue su camino. Cuando cruzo frente a la habitación hay un hombre desnudo en el piso con orificios de bala en su espalda que cada ves se llena más de sangre y una joven atada en una cama con la mirada perdida y la cara casi traslúcida por las drogas en su sistema. Entro y cubro su desnudez con la sábana tratando de ignorar su entrepierna ensangrentada. Le toco el rostro pero está muy fría... ¿Está...?

— No tenemos tiempo para eso Victor... — Me suelta Benjamín desde la puerta.

Mierda. Me tapo la boca, salgo de la habitación y continuo subiendo. Hace lo mismo en varias habitaciones donde entra. Todas están habitadas por chicas que no parecen pasar los 15 años y tipos que podrían ser sus padres o abuelos. Algunas jóvenes salen corriendo medio desnudas, despavoridas por temor a Benjamín pero otras solo observan y se quedan en un rincón con la mirada perdida. Llegamos al tercer piso y él camina más despacio.

— Ponte la máscara. — Me ordena. — Ellos están aquí.

Con manos temblorosas, saco la máscara de tela negra que tiene bordada una calavera y me la pongo sobre la cabeza. Apenas puedo respirar con esta cosa pero él insistió en que las usemos para que ni Duarte ni Sanchi nos reconozcan. Me estoy asfixiando y lo peor es que este lugar parece un puto laberinto.

— No puedo respirar. — Le aviso a Benjamín mientras apoyo la espalda en la pared.

Ni siquiera se voltea.

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