Junio del 2014 (4 años antes)
Narrado en primera persona por Víctor.
Mis piernas no me responden. Me tiembla todo el cuerpo y no consigo moverme. Él está con la ropa manchada de sangre. Ya no hay vuelta atrás y solo quiero irme a casa ¿En qué momento empezó a matar gente?
— ¿Acaso no escuchas? Muevete. Ya saben que estamos aquí.
Me quedo inmóvil. Él pone los ojos en blanco y viene hacia mí para moverme a los empujones. Caminamos rápidamente hacia la entrada donde según sabemos están las escaleras. Me tropiezo con mis propios pies en un intento por esquivar el cadáver de esa mujer y termino en bruces en el suelo. Benjamín se agarra con una mano de la cadera y con la otra se pellizca el puente de la nariz.
— Me lleva un río de mierda. — Susurra.
¡¿Acaso no ves que no puedo hacer esto?!
Escucho voces arriba de nosotros y levantamos la cabeza hacia las escaleras caracol que dan al segundo piso de la fábrica. Unos tipos están bajando y todos se arreglan la ropa con rapidez. Se detienen en seco cuando lo ven parado en el inicio de las escaleras. Son clientes.
— Hijos de...
Levanta su Glock y dispara varias veces hacia su dirección. Salen disparados hacia el tercer piso. Agarro mi mochila con manos temblorosas y saco mi Glock con silenciador. Tengo que hacer esto. Puedo hacerlo. Un tiro se me dispara y da en la pared llena de humedad a menos de un metro de Benjamín. Mierda. Este se voltea y me fulmina con la mirada.
— ¡¿Acaso quieres matarme?! ¡Maldita sea, ten cuidado!
Niego con la cabeza mientras me levanto lo más rápido que puedo.
— Quédate detrás de mí.
Subimos las escaleras despacio. Siento que estoy a punto de perder el equilibrio pero él sube con seguridad y prepotencia, como si no estuviera a punto de matar a alguien. Las puertas dónde en un pasado se usaron como oficinas ahora son habitaciones. Él abre la primera puerta, detona disparos y sigue su camino. Cuando cruzo frente a la habitación hay un hombre desnudo en el piso con orificios de bala en su espalda que cada ves se llena más de sangre y una joven atada en una cama con la mirada perdida y la cara casi traslúcida por las drogas en su sistema. Entro y cubro su desnudez con la sábana tratando de ignorar su entrepierna ensangrentada. Le toco el rostro pero está muy fría... ¿Está...?
— No tenemos tiempo para eso Victor... — Me suelta Benjamín desde la puerta.
Mierda. Me tapo la boca, salgo de la habitación y continuo subiendo. Hace lo mismo en varias habitaciones donde entra. Todas están habitadas por chicas que no parecen pasar los 15 años y tipos que podrían ser sus padres o abuelos. Algunas jóvenes salen corriendo medio desnudas, despavoridas por temor a Benjamín pero otras solo observan y se quedan en un rincón con la mirada perdida. Llegamos al tercer piso y él camina más despacio.
— Ponte la máscara. — Me ordena. — Ellos están aquí.
Con manos temblorosas, saco la máscara de tela negra que tiene bordada una calavera y me la pongo sobre la cabeza. Apenas puedo respirar con esta cosa pero él insistió en que las usemos para que ni Duarte ni Sanchi nos reconozcan. Me estoy asfixiando y lo peor es que este lugar parece un puto laberinto.
— No puedo respirar. — Le aviso a Benjamín mientras apoyo la espalda en la pared.
Ni siquiera se voltea.
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Mi maravillosa creación
Lãng mạn¿Que harías si tú vida, que está destinada a una enfermedad miserable, se ve interrumpida, avivada y corrompida por un extraño muchacho de ojos verdes? Malena ni siquiera quería averiguar quién era realmente él. Su principal objetivo, era convencer...