Al día siguiente.
— Me hubieras esperado, no me gusta que hagas ese tipo de cosas sola.
Pongo los ojos en blanco.
— Además no lo digo porque quería verte con tu cabello sino porque me hubiera gustado ayudarte.
Mamá suena enojada. Levanto las cejas y papá me acomoda un gorro de algodón negro en la cabeza.
— Se me estaba cayendo demasiado y era muy incómodo. — Le digo a mi madre intentando terminar con la conversación.
— Es que no puedo creer que lo hicieras sola. — Me contesta con voz tensa.
— ¿Por qué no vas a tomar un café y de paso me traes uno María? — Interviene papá.
Mamá lanza un bufido y luego sale de la habitación a paso acelerado. Siento alivió de inmediato. Detesto cuando se enoja así conmigo.
— Debes tener paciencia con tu madre... ya sabes... todo esto es difícil para todos hija. — Me suelta papá sacándome de mis pensamientos.
Le sonrío. Si, por supuesto que lo sé. Él se sienta a mi lado, me rodea con su brazo y yo acomodo mi cabeza en su hombro. Siento la lengua extraña. Creo que se me está durmiendo la mandíbula de nuevo. Odio eso. Se hace un silencio entre los dos puedo escuchar los suspiros cansados de mi padre. Sé que está trabajando doble para pagar mi seguro médico y es lo último que quiero porque casi no lo veo.
— ¿Que crees que me pasará?
La pregunta sale de mis labios antes de que pueda detenerme a pensar porque le pregunto a mi padre tal cosa. Se queda en silencio un momento.
— ¿Y acaso tú crees que yo lo sé todo Male?
Me esfuerzo por sonreír.
— Me gusta pensar que mi papá puede darme todas las respuestas cuando siento miedo por algo desconocido.
El silencio aparece nuevamente pero está vez es un poco más largo.
— Me da paz pensar que te irás a un lugar hermoso, lleno de árboles enormes, de esos que duplican tu tamaño. El silencio en ese lugar es mágico así como el perfume a flores que solo puedes encontrar ahí... A veces se escuchan las aves y si sigues su canto llegarás a un hermoso rio que no tiene fin.
Siento sus dedos entrelazados con los míos. Papá...
— Cierro mis ojos todas las noches y te veo en ese lugar. Tan tranquila, tan feliz, no sientes dolor, puedes correr, eres libre y estás descansando al fin...
Me incorporo haciendo mi mayor esfuerzo y lo miro. Sus mejillas están cubiertas de lágrimas y verlo así se me rompe el corazón. Me parezco a él. Tiene el cabello castaño que se le está empezando a caer por la edad y sus ojos color miel son iguales a los míos.
Luce muy cansado. Su expresión de abogado "duro y competitivo" que mostró todos estos años se acaba de caer y solo puedo ver un hombre destruido. Apoya su mano en mi rostro. La siento helada. Siempre tuvo las manos frías.
— ¿Que haremos sin ti, mi vida? — Me pregunta en un sollozo.
— Es que estoy muy cansada... pero aún así no quiero irme. — Contesto en modo de disculpa.
— Eres nuestro tesoro pero si hay algo peor que perderte, es verte sufrir por tanto tiempo.
Asiento y me acomodo en su hombro de nuevo.
— Voy a dar mi último esfuerzo.
— Estaremos afuera con tu madre, esperándote y dándote nuestro apoyo.
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Mi maravillosa creación
Romance¿Que harías si tú vida, que está destinada a una enfermedad miserable, se ve interrumpida, avivada y corrompida por un extraño muchacho de ojos verdes? Malena ni siquiera quería averiguar quién era realmente él. Su principal objetivo, era convencer...