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Despierto pesadamente y Perejil se queja a mis pies. Estuvo roncando toda la noche y no estoy acostumbrada. Apenas pude dormir bien. Sonrío pensando que a pesar del sueño que tengo ahora, no me molesta.

Me siento y él también se incorpora a mirarme. Bosteza y luego se rasca para luego acercarse a darme besos mojados en el rostro. Me río animada.

— Basta, basta... Si me haces reír me dan más ganas de orinar.

Lo acaricio y lo bajo de la cama. Hace unos días que sufro de constantes ganas de orinar. Por lo menos las náuseas cesaron un poco. Pasaron varios días desde que fui a ver a Laura. Casi una semana creo. El tiempo pasa rápido y lo único que me dan ánimos son las noticias que llegan desde el hospital que Jessica mejora cada día un poco más.

Luego de hacer mis necesidades, me observó en el espejo. El cabello está comenzando a crecer pero todavía se nota la cicatriz de la cirugía. Me toco suavemente e incluso se siente el relieve de la cicatriz.

— Un poco más de cabello y no se va a notar... — Le digo a mi reflejo.

Me pongo de costado y me miro el vientre. Estoy a nada de entrar a los 3 meses de embarazo. Mis controles prenatales hasta ahora van bien y la doctora Fasciglioni me atiende en su consultorio fuera del hospital. Frunzo el entrecejo cuando veo un borde que nunca tuve. Es pequeño, como una montaña chiquita. Sonrío, feliz.

— Hasta que por fin te dejas ver. — Susurro contenta.

Me acaricio el pequeño borde. Suspiro pensando que sería hermoso que Benjamín viera esto. Inmediatamente tengo ganas de llorar. Intento mantener la mente ocupada y pensar en él lo menos posible. Todavía no resuelvo lo que siento con respecto a él.

Hubiera imaginado muchas posibilidades, pero nunca esto. No volví a saber nada de él desde que me fui del hospital. Me duele en el alma pasar por esto. A veces me vuelvo a preguntar si tener a este hijo fue la mejor desicion pero más lo pienso y más convencida estoy. Quiero tenerlo.

¿Ya lo habrán curado? No puedo evitar preguntarme como está. Sé que no es sano volver a verlo. Cuando estoy frente a él, mis sentidos se vuelven confusos y solo me pierdo en sus ojos. Lo extraño tanto que me arde el pecho, pero ya me prometí, por mi bien que no intentaría acercarme a él de nuevo.

Me repito una y otra vez que es lo mejor. Si dentro de unos años, Victor quiere ver al niño, no sé lo voy a impedir. Tendría que demostrar que está sano y estable, pero yo no pondría objeciones. Es lo justo porque... aunque me cueste si quiera pensarlo, él es su padre.

Me ducho mientras pienso en todo esto y luego me visto con un jean clarito y una blusa rosa pálido. Me pongo un gorrito de lana blanco porque me molesta tener el pelo tan corto y creo que así estoy bien. Por lo menos el color ya está volviendo a mí cara.

Cuando bajo hacia el living me encuentro con mamá sentada en el sofá, trabajando en una traducción. Se voltea a mirarme y me sonríe de lado. Aunque no lo admita, sé que está contenta de que siga aquí.

— Vístete, quiero tacos. — Le ordeno.

Se le borra la sonrisa y pone los ojos en blanco, cosa que me hace reír.

— Te preparé una tarta de verduras. Debes alimentarte bien y nada de comida chatarra. — Me contesta dándome la espalda.

Con el pasar de los días nuestra relación va mejorando. Ahora simplemente me centro en sanar por completo e ir a brindarle mi apoyo a Jessica. No me dejan ir al hospital porque creen que podría ser traumático para mí pero la verdad yo no lo creo. Laura está en prisión y se llevaron a Víctor a otro centro psiquiátrico o eso es lo poco que sé de su situación.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora