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3 días después.

Salgo de la ducha y me preparo para tener kinesiología. Me visto con mi ropa normal. Esa que parece que me voy a dormir antes que prepararme para comenzar el día. Me sentí muy ridícula estos últimos días arreglandome y maquillándome para alguien que pasó ocasionalmente por en frente de mi casa y que nunca más voy a volver a ver. Cuando bajo a desayunar puedo notar una pizca de decepción en la mirada de mamá.

— Te veías muy bella con ese estilo que estuviste usando estos días.

Puse los ojos en blanco.

— Si pero ¿Y para que? Estoy metida todo el día aquí dentro.

Mamá se queda callada un momento.

— Bueno hoy tienes terapia luego de kinesiología. No estarás metida aquí todo el día y esa es razón suficiente para usar por lo menos maquillaje.

Asiento. Odio ir al psicólogo. Ese tipo no mira más allá de mi enfermedad. Parece que le está hablando al tumor antes que a mí. Aunque mis padres insisten que haga mi mayor esfuerzo, no entiendo cómo esperan que actúe si estoy rodeada de este tipo de gente.

Cuando termino de desayunar, tengo un rato antes de que llegue Cecilia, mi enfermera. Mamá empuja mi silla de ruedas hacia el living.

— ¿Quieres que ponga una película hasta que llegue Ceci?

Asiento mientras me paso de la silla al sofá y miro las traducciones de mamá esparcidas por la mesa ratona de té. Me explica que estos días estuvo muy ocupada en ese libro y estos días necesitara más horas más trabajar.

— Sabes que puedo quedarme sola.

Niega con la cabeza.

— Lo sé, pero no quiero.

Pongo los ojos en blanco.

— Voy a cumplir 19. Tienes que confiar en mí cuando te digo que estoy bien.

— Eso no significa que no pueda pasar algo. No tengo problema de trabajar en casa.

Mentira, por supuesto que tenía problemas de trabajar aquí. Estar pendiente de mi, no la deja concentrarse. Incluso en ese momento me di cuenta de que ya se le había echo tarde pero hasta que llegará Cecilia no pensaba irse.

— Y antes de que se me olvide, tu hermana vendrá a cenar en unos días.

— No puede ser... — Balbuceo mientras pongo los ojos en blanco.

— Malena... Por favor. — Me suelta con voz sería.

Me encojo de hombros.

— Como sea... — Respondo.

Cecilia llega y mamá se va a trabajar.

— Muy bien Malena ¿Quieres que traiga la colchoneta y comenzamos a hacer algunos ejercicios?

Asiento. Además de ser enfermera, Ceci es kinesiologa y nos hace un precio especial por venir cuando me quedo sola y ayudarme con las rutinas de kinesiología. Tiene como 35, rubia y de buen físico. Me gustaría ser como ella algún día, si es que sigo viva luego de los 20.

Mi vida lamentablemente esta carátulada como sedentaria, obviamente eso es porque mi salud no me permite tener muchas energías. Ceci abre el ventanal, pero no corre las cortinas. No miré para afuera pero creo que hace un hermoso día soleado.

Cuando termino mi rutina, estoy sudando. Estoy un poco agitada pero nada que no pueda soportar. Me pongo de pie y comienzo a estirar como me indica Ceci. Mientras ella guarda las colchonetas y las pequeñas mancuernas en mi sótano, me quedo sola pensando cómo me gustaría que esto fuera una clase de baile. 

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora