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Volviendo a casa ni siquiera miro por la ventana. Mi doctor, luego de revisarme y asegurarme de que estoy bien, me mandó a hacerme los análisis por segunda vez porque según él, los primeros no estaban del todo claro. Todos sabemos bien lo que eso significa. Los análisis salieron mal.

Mientras papá conduce hasta casa, los tres guardamos silenció. Todos aquí sabemos cómo sigue esto. Los análisis volverán a salir mal y luego comenzará la pesadilla de nuevo. Me acaricio la sien al sentir una fuerte puntada.

No... basta por Dios.

Una segunda puntada me da en la cabeza y cierro los ojos con fuerza intentando contrarrestar el dolor. No quiero que mis padres se den cuenta y vuelvan a llevarme a ese maldito hospital. Papá frena la camioneta de golpe y yo entro en pánico pensando que se dio cuenta. Levanto la mirada fingiendo que no me duele nada.

—Okey ¿Qué les parece si compro unos pasteles para comer de postre está noche? — Pregunta papá fingiendo que está animado.

Mamá asiente con una débil sonrisa. Le sonrío lanzando un suspiro.

— Me parece una idea genial, se me antoja algo bien dulce. Pueden ir ustedes y yo los espero en la camioneta.

Ambos están de acuerdo. Cuando por fin se van y me quedo sola, me recuesto a lo largo del asiento trasero y con una mano me acaricio la frente. Me reviso la fiebre con el dorso de la mano y por suerte no noto nada raro. Cierro los ojos un momento ¿es posible que fuera solo un sueño que Benjamín se metiera en mi habitación? Al fin y al cabo todo fue cuando me acosté y me relaje.

Si. Fue todo un sueño. No es posible que él entrará a mi habitación y se escondiera debajo de mi cama solo para decirme que quiere algo conmigo. Es totalmente ridículo que algo así fuera real. Como sea, es sueño que sintió tan real y no logro comprender por qué no puedo sacar a Benjamín de mi mente.

Frunzo el ceño. Pero si todo fue un sueño... ¿Acaso también me imaginé que me lo encontré en la calle la otra vez que salí a comprar hojas para mí madre? Ay no. Eso no pudo ser un sueño. Eso fue real. Siento pasos y me incorporo rápidamente.

Mis padres se acercan a paso tranquilo con las bolsas de las compras. Ríen mientras van tomados de la mano. Se ven muy bien juntos y a veces me siento culpable porque siento que su relación es afectada por culpa mía. O al menos eso es lo que siempre comentaba mi hermana, cuando pensaba que no la estaba escuchando.

Entran a la camioneta mientras ríen y hablan sobre a dónde les gustaría que vallamos de vacaciones cuando mi salud mejore. Siempre el mismo maldito cuento. "Cuando mejore haré esto, cuando mejore haré lo otro" es tan frustrante. Intento sonreír para mis padres y me acomodo nuevamente en el asiento trasero de la camioneta.

Me estoy poniendo el cinturón de seguridad, cuando por alguna razón se me da por levantar la mirada. Miro hacia la calle y en la vereda de en frente, justo en frente de locales de ropa y se me quiere parar el corazón. Parpadeo frenéticamente, entreabro la boca y no puedo creer lo que estoy viendo. Mejor dicho, no puedo creer a quien estoy viendo. Es Benjamín, parado del otro lado de la calle.

Está apoyado en un árbol, con la misma ropa negra de ayer. Las ramas se mueven con el viento y su cabello castaño rebelde, también, aún así dentro de esa capucha. No me perturbaria tanto verlo. Lo que me intimida e inquieta es que me está mirando y luce molesto... ¿Pero qué...?

— ¡Malena!

Doy un respingo y miro a mi madre con los ojos abiertos como platos.

—¿Qué? — Pregunto alarmada.

Mis padres me miran fijo y con preocupación.

—¿Te sientes bien?

Me les quedo mirando un momento, luego asiento frenéticamente y miro de nuevo hacia donde se encontraba Benjamín. Abro los ojos como platos y siento una puntada de pánico en el pecho por laguna razón.

Desapareció.

—¿Estas segura? —Insiste mi madre.

Junto las cejas y vuelvo a mirarla. Maldita sea, te dije que estoy bien. Asiento y luego miro hacia la calle. No entiendo que me pasa. Esto ya se está volviendo extremadamente extraño. Incluso dudo si es real.

¿Por qué mierda lo veo en todos lados? ¿Y por qué siempre es tan extraño cuando me cruzo con él? ¿Que es esto que me está pasando? Alguien me toca la frente de golpe y me sobresalto ¡¿Que carajos?! Descubro que es la mano de mi madre.

— ¡¿Que haces?! — exclamo alarmada.

—Bueno por lo menos no tiene fiebre.

Mis padres hablan entre ellos de mi como si yo no estuviera presente. Por lo menos la idea de que comenzare a sentirme mejor me entusiasma. Al volver a casa mi día transcurre de forma normal y la noche llega como siempre de forma aburrida para mí. Mientras mamá prepara la cena y papá trabaja en su estudio, me tiro en el sofá y comienzo a buscar perfiles en Facebook solo con la pista de nombre "Benjamín".

Sintiéndome algo ridícula, comienzo a buscar desde "Ben" hasta "Benja" e incluso escribo "Benji" en el buscador. Pero nada, absolutamente nada. No importa cuántos perfiles distintos de Facebook aparezcan, ninguno es él. Es más, ningún chico se parece a él.

Luego de cenar y escuchar como mis padres hablan de trabajo, subo despacio a mi habitación. A pesar de que no tengo idea de que si lo que pasó fue un sueño o real, me aseguro de que la ventana este bien cerrada y no esté nadie escondido debajo de mi cama. No hay nada. Para curarme de espanto me fijo dentro del baño y también dentro del placard. Como supuse, no hay nada y está todo en orden. Lo más probable que es todo se trate de un extraño sueño.

Me acuesto y me acomodo antes de cerrar los ojos.

Fue un extraño pero hermoso sueño.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora